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Donde albergas a 9, albergas a 10 - 5
Redacción EC

Por Andrea Carrión /

Raúl Lujan y Margarita Cancho son de esas personas que uno no se encuentra todos los días. Hace poco volvieron a vivir de cerca el atropello de un huaico; su propiedad se volvió a inundar de lodo y una vez más debieron correr al techo de la casa de sus familiares junto a sus hijos y sus perros tras quedar aislados sin agua ni comida.

Desde ahí pudieron ver cómo uno de sus inquilinos perdía por completo el vivero que llevaba años cultivando y cómo sus vecinos se devastaban tras ver sus viviendas invadidas por agua, barro y saqueadores.

Negrita a pocos días de aparecer cerca de la casa de Raúl Luján y Margarita Cancho.

Los motivos para derrumbarse eran muchos, sin embargo ellos no solo se han mantenido optimistas, también han conservado unida a su familia, incluidos sus 9 perros y una recién llegada que arrojó el huaico a la altura de su terreno, ubicado a 300 metros del cauce del Río Rímac.

“No sabemos de quién es, pero tiene tanto lodo encima que creemos que la trajo el huaico”, comenta Margarita mientras espera a que un grupo de veterinarios voluntarios termine de atender a sus mascotas. “Yo la he recibido y la estamos cuidando, y pese a que los otros perros le están pegando, ella insiste en quedarse. Habrá que ver qué pasa”, agrega con una gran sonrisa.

A su lado su esposo Raúl solo sonríe y dice “Total, una más que más da”. Se refiere a los nueve perros que, entre adquiridos y adoptados, tienen en total. 

La lista empieza con Toby, un Rottwheiler que además de ser el mayor, pareciera ser el líder de la manada. Luego sigue Rufo, una mezcla de Pitbull cría de una perrita que encontraron en La Parada y que no dudaron en adoptar.

“Fiel es ese animal”, comenta Raúl.

Raúl Luján junto a su engreído Toby.

Luego llegó Kimbo, sobrino de Toby; luego Niki, una perrita que hace pocos días tuvo 5 crías y perdió algunas en el huaico; luego llegó Hueso, un perrito que adoptaron y que debe su nombre al estado raquítico en el que lo encontraron. Luego llegó Chato, otro perrito que apareció en la puerta y que sus hijas insistieron en adoptar. 

Loca se llama la perrita de su nuera que han adoptado como suya; Paco es cría de una perrita que tuvieron y que murió; Pumba es otra perrita de su nuera que también cuidan ellos y, finalmente, Negrita, un regalito del huaico y cuyo nombre salió del color de su pelaje, ese que descubrieron debajo del lodo.

Raúl y Margarita solo sonríen cuando hablan de sus perros, son conscientes del trabajo y el presupuesto que implica criarlos, pero tanto ellos como sus hijos, lo hacen con gusto y cariño.

“Y eso que he tenido más”, dice Raúl entre risas. “Me gustan los perros, me protegen, los animalitos son la vida. Pero también hay una historia detrás. Cuando tenía 14 años mi papá, que en paz descanse, me regaló una perrita que parecía una loba y le agarre cariño. Ella rascaba la puerta para que la sacara a hacer sus necesidades y un domingo se le dio por salir sola. A los 5 minutos sentimos un golpe en la puerta. No hicimos caso y minutos después una vecina nos dijo que la perrera se la había llevado. Para cuando fuimos a buscarla, ya la habían matado, en apenas un día. Eso me marcó. Se llamaba Loba”.

Hoy, sentados sobre los varios centímetros de lodo que ha quedado estancado sobre su propiedad ubicada en la Asociación Los Carrizales, en Carapongo (Distrito de Lurigancho), esta pareja mira a su alrededor y comenta sin mayor asombro: “Ya hemos pasado por esto. El año ‘98 también fue fuerte, nos quedamos aislados, pero nunca de esta magnitud”. 

“Esta vez ha sido lo más fuerte que nos ha tocado vivir”, agrega Raúl. “Cada 10 años toca un huaico fuerte, pero la experiencia nos hace salir adelante. Mientras hay vida, hay esperanza”.


Humans of WUF

El hecho de apostar por Negrita, el haberle dado un nombre y un espacio en su ya extensa familia, y encima en medio de semejante adversidad, llamó la atención de .

Esta asociación no lucrativa reconoce a personas como Raúl, Margarita y sus hijos por el amor y compromiso con sus mascotas y por el bien que, paralelamente, ese cuidado hace a la sociedad. 

Por ello esta semana esta familia es la cara de ‘Humans of WUF’, una iniciativa que busca motivar a más gente a cuidar de sus mascotas y a adoptar una también, o al menos a empezar a considerarlo.

A mediados de agosto la asociación sin fines de lucro WUF lanzó ‘Humans of WUF’ (traducido al español, Humanos de WUF), una nueva acción que busca reforzar el foco de su misión; motivar a más gente a adoptar una mascota, o al menos empezar a considerarlo.

Inspirado en el proyecto ‘Humans of New York’, el que desde el 2010 retrata la vida cotidiana de cientos de residentes de esta ciudad, WUF se ha propuesto hacer algo similar con individuos y familias que han adoptado una mascota en el Perú.
Esta campaña consiste en subir una fotografía del perro y su dueño en el muro de WUF en Facebook, junto con un comentario del adoptante.

 
¿Qué es WUF?
WUF es una asociación sin fines de lucro dedicada a la promoción de la adopción, el trabajo de concientización sobre la realidad de los perros en estado de abandono y la ejecución de proyectos que contribuyan a la construcción de un mundo mejor para todos los perros.

* Si deseas ayudar a familias y mascotas víctimas de los huaicos y los desbordes, ingresando a encontrarás algunas formas de hacerlo. 

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