El amor por los felinos llevó a Gabriela Alburquerque y su madre, Yolanda Gibaja, a fundar el primer ‘cat café’ en Cuzco: un espacio en donde los visitantes no solo pueden disfrutar de café y comida de calidad sino también interactuar con los gatos que viven en el espacio. De esta forma, explican, contribuyen con los ‘michis’ en estado de abandono.
“Los ‘cat cafés’ son proyectos autosostenibles que pueden desarrollarse responsablemente sin depender de donativos externos. Esto nos motivó a traer el concepto a Perú para apoyar a los gatos en estado de abandono”, explica Alburquerque.
Catfetín Cat Café cuenta con una zona anexa que funciona como centro de adopciones, la Zona Michi, en donde residen ocho gatitos. El costo para ingresar a este espacio es de S/ 5, monto que se destina para cubrir la alimentación y los cuidados médicos de los animales rescatados, así como contribuir con esterilizaciones.
“Hemos tenido todo tipo de rescates: gatitos mutilados, abandonados, maltratados y torturados. A pesar de que su rehabilitación ha sido lenta, cada uno de ellos ha recobrado la confianza y ha podido encontrar un hogar lleno de amor. Hasta el momento, también hemos esterilizado gratuitamente a más de 100 gatitos provenientes de hogares muy humildes”, confiesa Alburquerque.
Uno de los rescates que más marcó a las creadoras de Catfetín fue el de Lee, un gato que fue adoptado por una voluntaria belga durante la pandemia y que estuvo a punto de ser sacrificado en Bélgica por no cumplir con la cuarentena obligatoria de tres meses y proceder del Perú, un país en donde la rabia es endémica.
“Gracias al apoyo de la prensa, grupos animalistas, veterinarios y hasta el embajador del Perú en Bélgica, Gonzalo Gutiérrez, se ganó la batalla legal para salvar su vida. Lee regresó al Perú para cumplir la cuarentena requerida y luego volvió con su dueña a Bruselas, en donde hoy vive feliz”, cuenta Alburquerque.
Un café especial
A pesar de las dificultades burocráticas que se presentaron en el camino de Gabriela y su madre, ambas lograron obtener la licencia de funcionamiento para abrir un café temático en diciembre de 2018. Con el permiso en mano, lo siguiente que las dos se propusieron fue ganarse la aceptación de los clientes.
“Al ser un concepto totalmente nuevo en el Perú, ha sido duro romper la desconfianza del público, pero cada visitante ha podido conocer de cerca la labor transparente que realizamos. ¡Hasta los más escépticos se han ido con una sonrisa en la cara!”, puntualiza Gibaja.
En ese contexto, el negocio siempre ha cuidado que la percepción del público sea positiva. Por ello, los gatitos se encuentran en un ambiente separado del café y la cocina. “Hemos realizado un diseño de interiores que garantiza la salubridad de los clientes y nuestros michis”, añade Gibaja.
Esta área independiente también facilita que los visitantes puedan jugar con los gatos en un espacio acorde a sus necesidades. Finalmente, lo más importante para esta cafetería son los animales que impulsan su propósito.
Si quieres adoptar a un gato de Catfetín, ingresa a: catfetin.com/es/michis.