Cada vez que Dalia Salcedo llega del trabajo, Perlita corre emocionada por toda la casa.
Las dos tienen un juego: ella trata de esconderse mientras mamá intenta alcanzarla, hasta que finalmente la encuentra y las dos se abrazan.
Aunque la dinámica que ambas tienen es muy especial, no ha sido fácil llegar a ese punto. Cuando recién la adoptó, a inicios de 2020, le daba muchísima pena dejarla sola para ir al trabajo. “Me iba con el corazón partido. Sentía que ella estaba triste y creía que la había abandonado”, recuerda Dalia.
Felizmente, la pandemia no solo le dio más tiempo en casa, sino también la posibilidad de ganarse la confianza de su pequeña. Hoy Perlita sabe que tiene un hogar y que nunca más estará sola como lo estuvo el día en que fue abandonada cerca a un albergue en San Borja.
Amor a primer ladrido
Cuando falleció su amado Winnie después de 16 años, Dalia guardó un largo luto. Pasaron aproximadamente tres años, hasta que se animó a adoptar de nuevo. Contactó a WUF y se acercó a uno de los albergues afiliados para conocer a los perritos.
Al llegar, recuerda que la experiencia fue muy chocante. “Fue un día entre bonito y triste. El ver a tantos perritos en búsqueda de una familia es difícil”, agrega. Felizmente, ese día encontró a su hijita de cuatro patas. “La escogí porque era muy cariñosa. Corrió y se acercó a darme un beso. ¡Tuvimos química!”.
La reina de la casa
A pesar de tener algunos afecciones (cistitis, gastritis y un problema congénito del riñón), Perlita es la engreída de mamá y recibe todos los cuidados necesarios en casa (medicación y comida medicada) para mantener su estado de salud en perfectas condiciones.
Para Dalia, el adaptarse a vivir con ella ha sido muy fácil, dado que en su familia siempre han tenido mascotas. Si bien cuando Perlita llegó, sí le costó adaptarse los primeros días, la paciencia de la familia ha sido clave en todo el proceso.
“Creo que, al ser una perrita mayor, al inicio le costó acostumbrarse, pero aquí la recibimos con mucho amor. Incluso, ella tenía la costumbre de orinarse en la cama. Después de 4 meses, aprendió a no hacerlo. ¡Al inicio teníamos cubrecolchones impermeables!”, cuenta.
Hoy madre e hija tienen una rutina que funciona a la perfección. Perlita acompaña a su mamá los días en los que trabaja en casa y también van al parque juntas cada vez que el tiempo se los permite.
¿Si volvería adoptar de nuevo? La ingeniera lo tiene claro. “Hay una frase de WUF que me marcó: cuando adoptas cambias dos vidas. Y es que uno genera un vínculo muy fuerte con un perrito. Las decisiones que hago también deben estar basadas en Perlita: quién le dará de comer, quién le dará agua, etc. Te cambia la vida”, puntualiza.
Hay muchísimos animales en los albergues afiliados a WUF esperando encontrar un hogar lleno de amor. Ingresa wuf.pe y descubre cómo puedes ayudarlos.