Cuando Mario Ferrari visitó el albergue Wasi Wau, en Cieneguilla, supo que Chia iba a ser la compañera ideal para sus días en casa. “Entré al albergue y la primera perra que me saltó encima fue Chia. Fue amor a primera vista y dije: es ella. Seguí todo el proceso de WUF y luego me la entregaron”, recuerda.
Al haber crecido rodeado de animales, Mario sabía que al mudarse solo no iba a poder vivir sin un perro. “Mis papás tenían perros y caballos, pero yo nunca había tenido un perro del que fuera completamente responsable. Cuando me mudé, sentí que era el momento de lanzarme a la aventura de adoptar”, cuenta.
¿Adoptar un perro adulto?
Gracias a su trabajo como publicista, Mario conoció el trabajo de WUF e, incluso, visitó varios albergues de animales. Por eso, no dudó dos veces en ingresar a la página web para buscar una mascota. Para hacer su búsqueda más sencilla, tenía en claro un detalle: quería una perra adulta.
“Suelo venir los fines de semana a la casa de mi papá y él tiene perros machos. Pensé que sería más fácil adoptar una perra adulta y grande para evitar problemas de territorialidad. mi papá tiene dos labradores gigantes que, cuando te saludan, te tiran al piso de la emoción”, explica.
Felizmente, Chia no solo es la compañera que estaba buscando, sino mucho más. “La verdad es que he tenido muchísima suerte. Ella se lleva muy bien con los perros de mi papá y con todo el mundo. ¡Es muy juguetona!”, añade.
Como freelance, Mario ya trabajaba la mayor parte del tiempo en casa antes de la pandemia. Sin embargo, desde que adoptó a Chia, ahora tiene una roomate que lo acompaña todo el día y lo obliga a caminar más por la ciudad en su tiempo libre. “Estoy con ella todo el día y, cuando no estoy trabajando, vamos caminando al malecón de Miraflores o bajamos a la playa. ¡A ella le encanta meterse al mar y le encanta mojarme!”, cuenta.
Chia no solo es una perra muy juguetona, sino también muy tranquila por lo que Mario no ha tenido problema en llevarla a todo tipo de lugares, incluso a cafeterías. “Se trepa a mi camioneta y vamos a todos lados juntos. Reunión que me invitan es reunión a la que vamos los dos”.
Cuando Chia llegó a su nuevo hogar, él pensó que le iba a costar un poco de tiempo adaptarse a vivir en un departamento y no estar rodeada de perros, pero ella se acostumbró rápidamente a su nueva rutina.
Incluso, hay una anécdota que tiene muy presente. Cuando solo tenía tres días con su Wuf, fue a visitar a su sobrino de 7 meses y la llevó. Pensó que ella iba a sentirse incómoda ante el contacto con un bebé, pero la escena le sorprendió muchísimo. “Mi sobrino le gateaba encima y ella estaba feliz. Mi hermana y yo no lo podíamos creer. ¡Es muy maternal y cariñosa!”, recuerda.
Los perros en edad adulta no siempre tienen la suerte de ser adoptados porque se cree que solo los cachorros pueden adaptarse rapidamente a una nueva familia. Chia es la prueba de que un perro adulto no solo es un gran compañero, sino también una caja llena de sorpresas.
“Me imagino que la vida en un albergue no debe ser fácil para ningún perro, pero no me creo la suerte que he tenido con ella. Felizmente todo ha salido muy bien. ¿Volvería a adoptar? De todas maneras”, confiesa Mario desde Cieneguilla, en donde se encuentra con su engreída viviendo nuevas aventuras que seguro tienen para rato.
¿Quieres darle un hogar a un perro? Para más información sobre el trabajo de WUF puedes ingresar a www.wuf.pe o contactarlos a través de sus redes sociales, Facebook e Instagram.