Yirko Sivirich no cree en imposibles. A los 17 años, salió de su natal Ica con 100 soles en el bolsillo para encontrar un futuro en Lima. Trabajó como vendedor, mesero y empaquetador, hasta que ingresó a las tiendas de Ermenegildo Zegna y descubrió su vocación por la moda.
“Tenía claro que quería resaltar en lo que hiciera. Así fuera mesero o limpiador. Quería sentir que estaba dando lo mejor en eso”, confiesa.
Él cree que, para lograr grandes cosas, hay que tener la voluntad de no rendirse. Eso lo ha llevado a rescatar a más de 40 perros (en conjunto con la Veterinaria My Pet) para poder darles una segunda oportunidad de vida sin importar la dificultad de cada recuperación.
“Lo que le pido a las personas es que, si ven a un perro que está mal, intenten darle agua y comida, y si está en sus posibilidades, vean la forma de rescatarlo y darlo en adopción. La idea es enseñar con el ejemplo y que todos ayudemos”, aclara.
-Tengo entendido que actualmente tienes dos perros, ¿cómo llegaron a ti?
Tuve un Yorkshire que vivió 8 años conmigo, Twenty. Con él empecé a agarrarle cariño a los perros abandonados. Cuando murió, sentí que también me moría, porque íbamos a todos lados juntos...
Unas semanas después de su partida, mientras manejaba, vi a un perro amarrado en la maletera de una camioneta del serenazgo. Me estacioné para hablar con los encargados y me dijeron que desde hace semanas rondaba por la zona sin rumbo fijo.
Sentí que Twenty me lo había mandado, así que al día siguiente fui a buscarlo al Estadio Manuel Bonilla.
Llené unos papeles y así adopté a Gringo (como contamos en una nota de WUF, Yirko eligió el nombre de su mascota a través de una encuesta en Facebook).
¿Ese fue tu primer acercamiento con la adopción?
Sí, fue amor a primera vista. Al inicio, no podía despegarme de Gringo porque él lloraba y aullaba. No sabía estar solo.
Desde que lo adopté, cada vez que me contaban que veían un perro parecido a él, lo rescataba. He rescatado a más de 40 perros desde ese entonces: cuidaba de 2 a 3 meses a uno y, cuando ya estaba completamente sano, le buscaba una casa.
¡Así llegó Brau! Él estuvo recuperándose en la veterinaria y al final se quedó en mi casa. Hoy Gringo y Brau son uña y mugre.
¿Cómo vienes lidiando con la pandemia en compañía de tus perros? ¿Crees que este tiempo ha sido más llevadero con ellos?
Antes de la pandemia, tenía tres tiendas. Tuve que cerrar las tres y estuve un tiempo sin trabajar. Por eso, he podido estar las 24 del día con ellos. Se acostumbraron tanto a estar conmigo que, cuando empecé a salir, empezaron a extrañarme bastante.
Para ti, ¿qué ha sido lo más difícil de todo este tiempo?
Los primeros meses encerrado, empecé a ‘cranear’ qué hacer para reactivarme. Así decidí utilizar telas de stock para hacer mascarillas y empecé a reactivar toda mi línea comercial.
Después, compré una furgoneta pequeña y he hecho delivery por todo Lima. También contraté una moto para hacer los repartos y en octubre de 2020 recién abrí una tienda en Miraflores. Gracias a Dios, me ha ido super bien: estoy haciendo todo tipo de mascarillas en paralelo a ropa relajada.
Sí, se me han cerrado algunas puertas, pero eso solo me da más fuerza para seguir adelante. Siempre pienso “esto no me va parar” y la verdad es que, dentro de todo, me ha ido super bien. Incluso, participé en un desfile del NYFW virtual con una colección.
De hecho, en tus desfiles promueves la adopción...
Hice una colección inspirada en Twenty y Gringo, G-20. Al principio, tuve miedo de lanzarla, no sabía qué iba a salir de una colección de dos perritos, pero crearla me dio muchísimo placer.
Hice un video previo al desfile, en donde sale la historia de Twenty. Para ese video, fui al mar y solté 8 globos blancos en su honor.
Además, antes de cada desfile, suelo canjear invitaciones por comida para mascotas. Trato de que mis amistades me den bastantes kilos y así he logrado juntar hasta 700 kilos para un desfile.
Siempre estoy en contacto con un animalista en Ventanilla al que le hago llegar las donaciones. Él mismo reparte el agua y la comida. Es una gran persona.
En paralelo a tu labor como diseñador, también eres rescatista y activista animal. ¿Cómo haces para que los casos no te afecten emocionalmente?
Aproximadamente, me escriben más de 5 personas al día a pedirme ayuda. Si fuera Superman, iría a todos lados. Pero siento que hago bastante dentro de mis posibilidades...
En algunas oportunidades, he terminado llorando por perros que no se dejaban agarrar en la calle. Recuerdo un caso que me marcó mucho: a las 10 de la noche, un día antes de Navidad, una persona me contactó porque estaba tratando de rescatar a un perro cojo.
Al final, logramos rescatarlo y le pusimos Noel. Está hermoso y hoy luce prácticamente irreconocible a como estaba el día en que lo encontramos.
También he apoyado con fotografías. Una vez fui a Manchay con la Veterinaria My Pet para bañar a los perros de un señor y tomarles fotos para que puedan adoptarlos. Ahí me di cuenta de que no podía estar cerca de todos casos porque me afecta el ver a tantos perros sufriendo.
Tienes más de 30 mil seguidores en Twitter, una red social bastante polémica. ¿De qué forma te sirve para tu trabajo como animalista?
Es una red bien rara. Cuando escribo sobre perros, sí me sirve un montón porque tengo muchísima interacción con personas que tienen varios seguidores. Y, en ese sentido, sí ayuda Lo que ocurre en Twitter es que las personas interpretan cada cosa a su manera. Pero yo bloqueo si una persona responde de forma malcriada o, en todo caso, prefiero ignorar.
¿Ya conoces el trabajo de WUF? Ingresa a wuf.pe para encontrar a tu próximo amigo de cuatro patas. ¡Adopta y cambia una vida!