El gran desafío para el periodismo no es solo buscar la verdad. Sino el darle importancia a esta búsqueda. Vivimos en un mundo en donde hay informaciones erróneas sobre sucesos históricos. Abundan los sitios en Internet que dicen que el Holocausto no existió, que el ser humano no llegó a la Luna, que la Tierra es plana, que las vacunas hacen daño. Esto no significa que la verdad haya dejado de ser importante pero, ciertamente, ha perdido relevancia social. Donald Trump pudo gobernar Estados Unidos, el país más poderoso de la Tierra, diciendo 2.140 mentiras, comprobadas por “The Washington Post” durante su primer año de gobierno. Los mandatarios mienten y las plataformas digitales hacen otro tanto.
De esta forma, lo decisivo es que los medios emprendan una cruzada para dar a la verdad valor social. Esto implica convertir a los lectores en brigadistas militantes de la verdad. En gente que entienda que no es lo mismo recibir una información distorsionada o una posverdad que recibir una información verificada de lo que está ocurriendo. No podemos renunciar a conocer el mundo con certeza. El periodismo es el principal instrumento del presente para lograr esto. Y lo que debemos hacer es convertir a los lectores en nuestros cómplices.
Eso significa compartir un propósito en común. Demostrar que la verdad es una herramienta útil para el conocimiento de la vida diaria. El ser humano no puede ir por el mundo sin esta herramienta. La verdad es el GPS interior que necesitamos, pero no todo el mundo lo sabe. Y las nuevas generaciones suelen ser muy ajenas a esto. Tenemos una tarea pedagógica en frente: adiestrar a la gente en la necesidad de la verdad.
Desde el origen de los tiempos, la gente vive muy contenta con la simulación de la realidad. Es el tema que planteó Platón en su famosa metáfora de la caverna: vemos sombras de la realidad, pero no vemos la realidad. Y el gran desafío desde tiempos de Platón consiste en salir de la caverna. El problema es que hoy disponemos de aparatos que nos vuelven a meter en ella. Toda la tecnología digital es una oportunidad de hechizarnos y de alejarnos de nosotros mismos y volvernos prisioneros de los algoritmos. El periodismo, justamente, tiene una labor decisiva. No solamente para que la gente sea mejor, sino para que siga siendo gente.
Pertenecemos a la primera generación en la historia de la especie que tiene que demostrar que no es un robot. Como nos lo plantean las máquinas. La condición de lo humano está en entredicho. Y una manera de preservarla es conociendo la verdad. Es una herramienta de supervivencia para la especie. Si no lo hacemos, vamos a quedar en manos de la tecnología de algunos tiranos y de la inteligencia artificial. Así de importante es la verdad y el reto de transmitírsela a nuestros lectores.