Nos podemos remontar más de cincuenta años atrás y encontraremos desastres ecológicos como el provocado por el ‘Torrey Canyon’ en Europa, en 1967, o el ocasionado por el ‘Exxon Valdez’ en Alaska en 1989, tristes antecedentes de lo que está sucediendo en nuestra costa en estos días.
El derrame del ‘Torrey Canyon’ se produjo el 18 de marzo de 1967, liberando 119.000 toneladas de petróleo. Considerado el primer desastre ecológico de este tipo, la marea negra que se formó inundó de crudo todo el litoral de Bretaña, en Francia, y numerosas playas inglesas.
El diario El Comercio tituló: “El buque-cisterna ‘Torrey Canyon’ se partió en dos y se hunde paulatinamente”. Tras encallar se hicieron intentos por reducir el impacto contaminante sobre las aguas utilizando detergentes especiales, lo cual tuvo poco éxito.
La tragedia del ‘Exxon Valdez’ sucedió años después. Esta aconteció cuando el buque impactó contra unas rocas muy cerca del territorio de Alaska, el 24 de marzo de 1989. Alrededor de 2 mil kilómetros de costa alasqueña fueron “bañadas” por el crudo que se dispersó por el océano, lo que hizo necesario una enorme tarea de limpieza que costó alrededor de 2.100 millones de dólares.
El decano publicó al respecto: “Temen que mancha de petróleo cause daño permanente en Alaska”. Los pobladores de la región están preocupados por la lentitud en las tareas de descontaminación y por las graves consecuencias que pueda tener en el mayor criadero de salmones del mundo, señalaba la nota.
“El peor derrame marino de petróleo en Estados Unidos ya afecta a la flora y fauna”, tituló El Comercio el 1 de abril de 1989, indicando que 40 millones de litros de crudo estaban provocando la muerte de miles de aves y otros animales.
El capitán de la nave, Joseph Hazelwood, fue despedido por la compañía Exxon al hallársele altos niveles de alcohol en la sangre. “En Alaska están perdiendo batalla de contención de la marea negra”, fue otro de los titulares de portada en el decano.
Las autoridades de Alaska pidieron la ayuda de los rusos para las tareas de limpieza, mientras se confirmó que cerca de 5 mil nutrias estaban en peligro de morir. Las primeras investigaciones determinaron que la reacción inicial de Exxon fue lenta en la labor de contención.
El petrolero de bandera maltesa ‘Erika’ naufragó frente a las costas de Brest, en Francia, desatando una catástrofe ambiental. Los fuertes vientos no tardaron en desplazar la mancha de petróleo a lo largo del litoral, mientras el mal tiempo y olas de hasta diez metros de altura dificultaron las tareas de rescate.
Ese 12 de diciembre de 1999, tras hundirse la proa del petrolero, que se quebró en dos frente a la costa bretona, se fue a pique también la popa con toda su carga de combustible. El buque iba cargado con 30.884 toneladas de aceite pesado. La magnitud del desastre fue tal que Francia tuvo que solicitar ayuda internacional para evitar una catástrofe ecológica.
No era para menos. Habían sido vertidas al mar enormes cantidades de crudo que contaminaron 360 kilómetros de costa y mataron a gran parte de la flora y fauna de la zona. El ‘Erika’, cuyos 26 tripulantes pudieron ser rescatados, naufragó por el mal tiempo.
Unos 570.000 litros de combustible fueron derramados por el buque-tanque ‘Jessica’, que encalló en las islas Galápagos, en Ecuador. En pocos minutos, sus aguas fueron cubiertas por gigantescas manchas oscuras y las playas comenzaron a contaminarse. Los primeros afectados fueron los lobos marinos y las aves que habitan esa área.
El 17 de enero de 2001, una fisura en el barco, que quedó inclinado por la avería, causó que el combustible se escapara y comprometiera unos 300 kilómetros de superficie marina. El impacto del desastre se trató de mitigar a través del envío de dispersantes, un químico que fracciona en partículas muy pequeñas el combustible y acelera su biodegradación.
Fueron 77 mil toneladas de fuel las que el buque ‘Prestige’ derramó sobre las costas gallegas el 13 de noviembre de 2002. Camino a Gibraltar la nave se hundió y el combustible afectó directamente a unas 745 playas, la mayoría del litoral de Galicia, en España.
“Derrame de crudo llega a la costa noroeste española”, alertó El Comercio en noviembre de 2002. El buque-tanque, con bandera de las Bahamas, fue envuelto por una tormenta que le ocasionó una grieta en su casco de 10 a 15 metros de largo.
A los pocos días, cangrejos y otras especies marinas eran lanzados sobre el litoral de Galicia cubiertos de petróleo. Las aves rescatadas eran envueltas en paños para evitar que se limpiaran con el pico y se envenenaran con el petróleo.
“No me gusta llamarlo un desastre… Estoy sorprendido por la publicidad que se le está dando a la muerte de unos pocos pájaros”. Fred L. Hartley, presidente de Union Oil Co. tras el derrame de petróleo de 1969 en Santa Bárbara, California.
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