En 1542 los ojos de un explorador ibérico se asombraron ante su magnitud y majestuosidad. Fue un 12 de febrero cuando Francisco de Orellana descubrió para el mundo el río Amazonas, cuyo nacimiento se calcula en 9 millones de años, posee más de 6.400 kilómetros de longitud y su cauce alcanza los seis kilómetros a la altura de Nauta.
En el siglo XX, la expedición que se puso por objetivo llegar a los orígenes de este inmenso río estuvo conformada por ocho investigadores, quienes el 8 de julio de 1996 partieron desde el distrito de Caylloma hacia el nevado Mismi (5.597 m.s.n.m.) en lo que significó la etapa final de su misión.
Cargados de un gran espíritu de aventura, pero a la vez de un gran rigor científico, estos hombres no pudieron denominar de mejor manera a su expedición científica: ‘Origen del río Amazonas’ (Amazon Source). A las 24 horas de recorrido, los expedicionarios hicieron una parada cuando estaban rumbo a la quebrada de Carhuasanta.
Allí se encontrarían con temperaturas que fluctuaban entre los 15 grados centígrados en el día y los 15 grados bajo cero en la madrugada, según informó el redactor de El Comercio Adolfo Bazán, quien acompañó a los exploradores.
El líder del grupo, el ítalo-polaco Jacek Palkiewicz, realizó mediciones en la zona con modernos aparatos, mientras los guías de montaña se encargaron de descongelar el agua para preparar los alimentos. Luego de ese intervalo se continuó con el viaje.
El 13 de julio, luego de trece días de extenuante travesía por las inhóspitas cumbres andinas, la expedición llegó a la quebrada de Carhuasanta, donde verificó la existencia de un torrente de agua que nacía al pie del nevado Choquecorao, con un caudal de aproximadamente 50 litros por segundo.
El agua fluía espontáneamente desde el suelo, al pie de la elevación, junto a unas rocas, y luego de discurrir cerca de dos metros se perdía bajo tierra, para reaparecer luego. Los científicos decidieron, además, revisar otras quebradas, hasta que llegaron a la de Apacheta.
El 18 de julio se confirmó que los deshielos del Choquecorao, a través de la quebrada de Carhuasanta, eran fundamentales para el nacimiento del gran río de Sudamérica. Y en el informe final, los expedicionarios concluyeron que el río Amazonas nacía en la quebrada Apacheta, de donde discurre el riachuelo del mismo nombre.
Este riachuelo es un manantial glaciar que procede del deshielo del permafrost (capa de subsuelo de la corteza terrestre). A medida que avanza, el riachuelo Apacheta recibe el agua del río Cacansa, y después del río Sillanque. Sus aguas puras son utilizadas por los lugareños para el riego de pastizales. Extenuante, pero emocionante a la vez, el recorrido de la expedición tuvo un final exitoso, coronándose con el hallazgo del punto de origen del gran río Amazonas.
El 21 de agosto de 1997 El Comercio informó sobre un extraño suceso acontecido en la selva del Perú. “Si bien no existen testimonios fílmicos o fotográficos contundentes, es evidente que algo insólito ha ocurrido en Nuevo Tacna, localidad cuyos vecinos afirman haber visto una descomunal boa”, decía la nota publicada por el decano.
“Creo que los científicos deberían interesarse por develar el misterio”, manifestó el alcalde provincial de Maynas, Jorge Chávez Sibina, en una conferencia de prensa. Indicó que desde el aire se podía apreciar una zona totalmente devastada, con los árboles diseminados, como si alguien los hubiera apartado abruptamente con las raíces hacia afuera y volteados.
“Para poder perpetrar esta acción se necesita un cargador frontal o un tractor forestal, pero por lo pantanoso del terreno sería imposible realizar una cosa así”, señaló.
Reveló también que en las últimas 24 horas más de un millar de entidades de todo el mundo habían entrado a la página Web de la Municipalidad Provincial de Maynas para enterarse del caso y que para la próxima semana se había asegurado la llegada de camarógrafos de Discovery Channel.
Sostuvo que los pobladores se encontraban aterrorizados, ya que aducían que la gran boa había salido de ese lugar pantanoso y no iba a regresar a su lugar de origen hasta que el río recuperase su caudal. Según algunos testigos, la gran serpiente apareció de entre la selva, en medio de una gran turbulencia, emitiendo unos bramidos espantosos, para luego sumergirse en el río Amazonas.
A su paso, derribó decenas de árboles que fueron arrancados de raíz y abrió una gran trocha de unos diez metros de ancho por unos 300 metros de largo. “Fue algo impresionante -relata un poblador- y su tamaño era tan grande que en el lomo de la misma bestia había árboles. Es curioso que ahora en mitad del río aparezcan árboles de aguaje, que únicamente crecen en zonas pantanosas y no a orillas de los ríos. La bestia trajo consigo varios de estos árboles”, apuntó.
Los lugareños expresaron que la gran serpiente tenía unos 40 metros de largo por unos cuatro de ancho y que sería imposible arrancar, de un día para otro, tanta cantidad de árboles sin contar con una enorme maquinaria, que jamás hubo en esa zona. Esta increíble historia estaría relacionada con la leyenda de la Sacha Mama que, según los pobladores más antiguos de Iquitos, se trata de una gran bestia que habita en el río Amazonas.
La primera edición de El Comercio vio la luz un 4 de mayo de 1839. La primera vez que el decano hizo mención del famoso río fue un 10 de mayo del mismo año, dentro de la sección Variedades, en donde se reproducía un artículo de la Sociedad Geográfica de Londres acerca de la publicación “Viaje por Chile, el Perú y el río de las Amazonas en los años 1827 hasta 1832″ escrito por Eduard Poeppig, profesor de la Universidad de Leipzig.
“Es cosa digna de notar que en el corto espacio de siete años, no menos de tres viajeros europeos han atravesado toda la extensión de América del Sur, desde el Pacífico hasta el Atlántico, bajando el gran río Amazonas, explorado primero por el intrépido Orellana hace tres siglos”, dice la nota.
Luego identifica a esos tres personajes y los años de sus travesías: el teniente Mawe de la marina real británica, en 1828, el doctor Poeppig en 1831 y el teniente Smyth también de la marina real británica, en 1834.
El río Amazonas también es mencionado en la edición del 2 de noviembre de 1839 de El Comercio. En la nota “Anguila eléctrica viva” de la sección Variedades se dice: “Mr. Porter ha presentado en una de las últimas reuniones de la Sociedad Zoológica de Londres una anguila eléctrica, que es el único animal de esta especie que hasta el día se ha visto vivo en Europa. Fue cogido en el río de las Amazonas y ha vivido más de cuatro meses sin más alimento que el agua dulce.
Este par de publicaciones periodísticas nos confirman la importancia que siempre ha tenido el inmenso río sudamericano como parte de la geografía de nuestro continente y como hábitat de una infinita cantidad de especies de la fauna y la flora.
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