Carácter y personalidad: ¿Cuál es la diferencia entre ambas y por qué son tan importantes en el autoconocimiento? Foto: FreePik.
Carácter y personalidad: ¿Cuál es la diferencia entre ambas y por qué son tan importantes en el autoconocimiento? Foto: FreePik.
Redacción EC

Seguro has escuchado a alguien usar los términos de , sin embargo, son y se crearon para cosas muy diferentes. Las , con sus formas de hablar, han ido fusionando y camiando sus conceptos. Por ello, es importante definir ambos para poder ver sus diferencias.

  • Personalidad: Antiguamente, esta palabra se usaba para designar las máscaras que usaban los actores de teatro, y que tenían una pequeña caja de resonancia para que su voz se oyera con más intensidad. Asimismo, la frase comenzó a usarse para referirse al personaje en particular que se representaba. En este sentido, la personalidad se entendía como “lo que mostramos al exterior” o, más específicamente, como el papel que desempeñamos en un determinado entorno social. Por lo tanto, el entorno en el que nos encontramos, las personas con las que interactuamos o su estado mental en un momento dado pueden influir en cómo se muestra esta representación.
  • Carácter: Esta palabra, vendría a ser aquello que vamos imprimiendo en nosotros mismos, y que configura nuestro entorno cultural y nuestros esquemas de pensamiento propios. Del mismo origen que la palabra carácter proviene la palabra “característico”, el carácter es aquello que nos caracteriza a cada uno de forma específica, diferenciándonos de los demás. El carácter se crea y se “imprime” con el paso de los años, y podríamos considerarlo como “lo que realmente somos”, independientemente de cómo nos comportemos en sociedad.

¿Para qué sirve diferenciar carácter y personalidad?

La personalidad es sumamente amplia, existen que han sido estudiadas y en las que mucha gente no encaja. Esto debido a que casi todos tendemos a desplegar un comportamiento similar a otros individuos, aunque nuestros carácteres sean diferentes. El acto de mostrar una personalidad determinada es motivado por lo que nos rodea y por querer una aceptación en el ámbito social.

Este “personaje” que adoptamos puede ser el mismo en casi todas las situaciones que vivimos o diferente,lo que explica por qué actuamos de manera muy diferente con nuestros amigos, en casa con nuestra familia y en el trabajo. Pero en todas estas situaciones, el personaje representado suele estar influido por nuestra particular forma de ser.

A veces la personalidad quiere dominar al carácter

La mayoría de personas que se muestran de una manera en reuniones o fiestas, significa que está mostrando una personalidad que él entiende que le es útil en ese momento y en ese lugar. Sin embargo, el riesgo psicológico de adoptar una personalidad tan potente y estructurada radica en que puede hacer que el personaje suplante al individuo y que se despliegue una conducta que poco tiene que ver con lo que realmente somos.

Esto les puede suceder principalmente a los actores o personas mediáticas, ya que han optado por interpretar un papel que les aporta a su éxito laboral y son reconocidos por ello. No obstante, no han podido demostrar cuál es su verdadero carácter, separándolo de su vida privada. En otras palabras, el personaje ha anulado al ser humano, y esto provoca inquietud, ansiedad, frustración y una sensación profunda de pérdida de identidad.

Estar todo el tiempo tratando de representar a alguien que realmente no somos, es agotador. En algún momento, necesitamos quitarnos la máscara y ser nosotros mismos. Esto podría ser una de las razones de que se desencadenen trastornos de la personalidad como el narcisista, el obsesivo-compulsivo o el antisocial. Personajes que intentan encajar en sociedades complejas pero terminan representando comportamientos altamente codificados y generalizados, volviendo irrelevante al propio individuo.

3 maneras de reconconocer cuál es mi personalidad

El psicólogo Luis Miguel Rocha, en diálogo con Psicologia y Mente, nos da algunos consejos para evitar que este personaje esconda al carácter.

  1. Delimitar nuestros contextos dociales habituales: Por ejemplo, laboral, familiar, sentimental y ocio. Debemos reconocer las situaciones en las que no usemos expresiones que sí usamos con otros, lo que empezará a generar una actitud corporal distinta.
  2. Delimitar en cuántas de esas cosas nos sentimos identificados y cuáles no: El objetivo es ser conscientes de que allí, y sólo allí, estamos interpretando un papel con unos objetivos concretos para adaptarnos a ese entorno, aunque no sea un reflejo de nuestro carácter. El objetivo no es eliminar lo que encontramos incompatible con lo que realmente somos, es decir, con nuestro carácter.
  3. Saber quienes somos realmente: Podemos ser unas personas bien organizadas y acomedidas en el trabajo, pero en otras aspectos eso si puede variar. Por eso, podemos representar a los personajes que queramos, pero siempre es importante saber quiénes somos y qué es lo que queremos. Acudir a terapia también es una solución, ya que el experto puede ayudarnos a reconocer aquello que no estamos viendo.


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