Según la Clasificación Internacional de los Trastornos Mentales y del Comportamiento (CIE-10), el Trastorno Dependiente de la Personalidad se caracteriza por fomentar o permitir que otras personas asuman responsabilidades importantes de la propia vida. Por ende, las personas que padecen de esta patología, para obtener la atención que desean, están dispuestas a renunciar a su independencia e intereses. De este modo, se vuelven excesivamente dependientes y sumisas.
Según el Mag. Héctor Lazo, psicólogo clínico de SANNA Clínica El Golf, las personas con trastorno de personalidad dependiente desean ser cuidadas y se muestran demasiado ansiosas ante la idea de tener que asumir la conducción de sus vidas. “Esto no afecta únicamente a las relaciones de pareja, pues también abeja la dependencia en lo familiar, laboral, social o hacia cualquier persona que represente una autoridad para él o ella”, aclaró.
“Generalmente, reúnen un perfil psicológico donde se dejan influir significativamente por las opiniones de los demás para cumplir sus expectativas y deseos. Sin embargo, cuando el individuo adquiere el rol de complacer a un compañero o la figura de autoridad, el dependiente opta por complacer a la autoridad, ya que es el personaje capaz de ofrecer mayor orientación, apoyo y protección”, estableció.
¿Cómo identificar a una persona con Trastorno Dependiente de la Personalidad?
En ese sentido, el Mag. Lazo enumeró una serie de señales para identificar a una persona con este trastorno:
- Fomentan o permiten que otras personas asuman responsabilidades importantes de la propia vida.
- Subordinación de las necesidades propias a las de aquellos de los que se depende, al igual que sumisión excesiva a sus deseos.
- Resistencia a hacer peticiones, incluso las más razonables, a las personas de las que se depende.
- Sentimientos de malestar o abandono al encontrarse solo, debido a miedos exagerados a ser capaz de cuidar de sí mismo.
- Temor a ser abandonado por una persona con la que se tiene una relación estrecha y temor a ser dejado a su propio cuidado.
“En mi práctica clínica, puedo observar cómo estos síntomas denotan ansiedad, cefaleas, inseguridad. Además, en algunos momentos, generan depresión, lo cual indica que el paciente necesita ayuda urgentemente”, añadió Lazo.
¿Cómo combatir este trastorno?
De acuerdo con el especialista, esta dependencia se trabaja a través de la Terapia Cognitivo Conductual, la cual puede resumirse en ciertos pasos. “En la etapa inicial, se hace que los pacientes con una dependencia elevada se impliquen en el proceso terapéutico, en el cual se les enseñan habilidades conductuales para ayudarles a realizar cambios pequeños, pero inmediatos. En adición a eso, se les anima a que se comprometan a hacer modificaciones a largo plazo de su comportamiento”, agregó.
A continuación, se buscará fomentar la autonomía. En esta fase, el terapeuta tomará las medidas necesarias para impulsar la autonomía del paciente. Para lograrlo, se utilizan técnicas como el entrenamiento en solución de problemas, el método socrático y estrategias de autocontrol.
Para concluir, el siguiente paso será la prevención de las recaídas. Esta etapa se efectúa para evitar que los episodios regresen después de un tiempo. En ella, se incluye la identificación de situaciones de alto riesgo, la práctica de respuestas de afrontamiento variadas y la exposición a estímulos que puedan provocar la conducta problema.