¿Sabías que el hígado graso afecta entre 20 a 30% de la población mundial, según la Organización Mundial de la Salud (OMS)? No obstante, las personas suelen dejarla pasar por algo o confundirla con otras condiciones, como la obesidad. Por lo tanto, es fundamental tener en claro la importancia de los chequeos preventivos y los hábitos saludables para evitar o combatir esta enfermedad. En esa línea, en Bienestar El Comercio, conversamos con dos especialistas sobre el tema.
“El hígado graso es una condición médica en la cual se acumula grasa en el hígado. Se puede deber a distintas causas, tanto genéticas como infecciosas o metabólicas. De forma general, en el hígado, hay células llamadas hepatocitos, las cuales están encargadas de la detoxificación del organismo. En esta afección, estas células se llenan de ácidos grasos, especialmente triglicéridos”, estableció el Dr. Eduardo Carcausto, médico internista de Sanitas.
De acuerdo con la Dra. Jamile Wakim-Fleming, experta en gastroenterología y hepatología de Cleveland Clinic, esto puede ocurrir en personas con o sin consumo significativo de alcohol. La acumulación de grasa puede llevar a la inflamación del hígado y, eventualmente, a daño hepático.
Tipos principales de hígado graso, en palabras del Dr. Wakim-Fleming: |
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Hígado graso no alcohólico (NAFLD): Es la acumulación de grasa en el hígado en personas que beben poco o no beben alcohol. Es el tipo más común de hígado graso y está estrechamente relacionado con el síndrome metabólico. |
Hígado graso alcohólico: Se debe al consumo excesivo de alcohol, lo que provoca la acumulación de grasa y eventualmente inflamación y daño hepático. |
Cabe señalar que, conforme al Dr. Carcausto, la mayoría de casos de hígado graso se deben a causas metabólicas. “La más frecuente es la obesidad y las afecciones asociadas a ella, como la diabetes”, especificó el experto.
¿Cuáles son los síntomas del hígado graso?
La Dra. Wakim-Fleming destacó que, a menudo, el hígado graso suele ser una enfermedad silenciosa con pocos o ningún síntoma en sus etapas iniciales. De todas formas, a medida que la afección progresa, pueden aparecer las siguientes señales:
- Fatiga y debilidad: Sensación constante de cansancio que no mejora con el descanso.
- Dolor o molestia en la parte superior derecha del abdomen: Esto puede ser una señal de que el hígado está agrandado.
- Pérdida de peso inexplicable: La pérdida de peso no intencional puede ser un signo de progresión de la enfermedad.
- Ictericia: Coloración amarillenta de la piel y los ojos, que indica un daño hepático más avanzado.
- Hinchazón abdominal y de las piernas: La acumulación de líquido en el abdomen (ascitis) y en las piernas (edema) puede ocurrir en etapas avanzadas de la enfermedad.
El Dr. Carcausto aclaró que cada persona tiene una respuesta distinta ante la enfermedad. Por ello, inicialmente va a ser muy difícil determinarla por síntomas, pues se puede confundir con otra condición, como la obesidad, por lo que los exámenes preventivos son vitales para garantizar la salud de pacientes con factores de riesgo.
¿Cuáles son los factores de riesgo para padecer de hígado graso?
En adición a lo ya mencionado, la Dra. Wakim-Fleming enumeró los seis principales factores de riesgo que hacen que una persona sea más propensa a desarrollar hígado graso:
- Obesidad y sobrepeso: La acumulación de grasa en el hígado está fuertemente asociada con el exceso de peso corporal.
- Diabetes tipo 2: Las personas con diabetes tienen un mayor riesgo debido a la resistencia a la insulina.
- Síndrome metabólico: Incluye una combinación de hipertensión, hiperglucemia, niveles elevados de triglicéridos y bajos niveles de HDL (colesterol “bueno”).
- Dieta poco saludable: Una dieta alta en azúcares refinados, grasas saturadas y calorías vacías.
- Sedentarismo: La falta de actividad física puede contribuir a la acumulación de grasa en el hígado.
- Consumo de alcohol: Aunque el enfermedad hepática grasa no alcohólica (NAFLD) no está relacionado con el alcohol, el consumo moderado o excesivo puede aumentar el riesgo de daño hepático en general.
¡Me diagnosticaron hígado graso! ¿Por qué tratamientos puedo optar?
“En la actualidad, la evidencia muestra que no existe un tratamiento único 100% efectivo para tratar el hígado graso. Es una enfermedad que se maneja mediante la mejora de los hábitos diarias, sobre todo para regular el peso del paciente. Tiene que ver con varios aspectos, como la dieta, la actividad física y la calidad de sueño, así como evitar el tabaco y el alcohol”, enfatizó el médico internista de Sanitas.
La Dra. Wakim-Fleming especificó que la pérdida de peso es un punto principal para manejar los factores de riesgo subyacentes del paciente, por lo que se necesita de una dieta balanceada y sana. “A través de una combinación de dieta saludable y ejercicio regular. Incluso una pérdida de peso moderada (del 5-10% del peso corporal) puede mejorar la condición del hígado Seguir una dieta rica en frutas, verduras, granos enteros y proteínas magras. Evitar azúcares refinados, grasas saturadas y carbohidratos procesados”, recomendó la especialista.
Del mismo modo, el ejercicio regular también es esencial para mejorar la calidad de vida del paciente. Wakin-Fleming aconsejó realizar un mínimo de 30 minutos de actividad física moderada al día, como caminar, la mayoría de los días de la semana. Incluso, el Dr. Carcausto sostuvo que este tiempo puede dividirse y hacer, por ejemplo, quince minutos ejercicio por la mañana y otros quince por la noche.
Evidentemente, Wakin-Fleming hizo hincapié en la importancia del control de enfermedades crónicas, como la hipertensión, la diabetes y el colesterol alto. Igualmente, en algunos casos, los médicos pueden recetar medicamentos para controlar los niveles de lípidos o mejorar la sensibilidad a la insulina.
Como último punto, la experta en gastroenterología de Cleveland Clinic destacó que, aunque la enfermedad hepática grasa no alcohólica no está causada por el alcohol, es recomendable evitarlo para no agravar el daño hepático. También es imprescindible dejar el cigarrillo.
“Si el paciente no realiza este cambio de hábitos lo antes posible y al pie de la letra, el 3% de ellos va a terminar en una cirrosis. De ese grupo, el 11% desarrollará un cáncer hepático. Además, es evidente que un hígado graso es susceptible a cualquier daño, infección y/o shock. Es una evolución natural de la enfermedad”, recalcó el Dr. Carcausto.
¿Se puede prevenir el hígado graso? ¿Cómo?
El Dr. Eduardo Carcausto aseveró que, a menos que el caso se deba a una causa genética, el hígado graso se puede prevenir con la implementación de hábitos saludables en la rutina diaria. “En la gran mayoría de casos, es una enfermedad que sí se puede prevenir con el cambio de estilo de vida, sobre todo para quienes padecen de obesidad u otras enfermedades que forman parte de los factores de riesgo”, asintió el especialista de Sanitas.
En ese sentido, la Dra. Wakin-Fleming, elaboró una lista de los aspectos que se deben tener en cuenta para mejorar nuestro estilo de vida, promover la salud general del hígado y prevenir la NAFLD. Las medidas indicadas incluyen:
- Mantener un peso saludable: A través de una dieta equilibrada y actividad regular.
- Seguir una dieta equilibrada: Elaborar un régimen alimenticio rico en frutas, verduras, granos enteros y proteínas magras. Limitar el consumo de grasas saturadas, azúcares refinados y carbohidratos procesados.
- Hacer ejercicio regularmente: Realizar al menos 150 minutos de actividad física moderada a la semana.
- Controlar enfermedades crónicas: Mantener bajo control médico la diabetes, el colesterol alto y la hipertensión.
- Evitar el consumo excesivo de alcohol: Incluso pequeñas cantidades de alcohol pueden aumentar el riesgo de daño hepático en personas con hígado graso.
- Realizar chequeos médicos regulares: Los chequeos preventivos son fundamentales para monitorear la salud del hígado y detectar cualquier problema temprano.