En la región de Ohaupo en Nueva Zelanda hay una iglesia peculiar. No está en medio de la ciudad ni tampoco hecha de cemento, dentro no tiene hermosos adornos o esculturas pero es capaz de sorprender a las personas que la visitan.
Tree Church fue construida por Barry Cox, quien quiso crear algo diferente así que armó una iglesia literalmente viva pues sus paredes están hechas de árboles. Tiene una capacidad para 100 personas que estén dispuestas a disfrutar de alguna ceremonia en un espacio único.
Además de la iglesia, el resto del terreno cuenta con hermosos jardines, un laberinto natural y un toldo hecho con un paracaídas que es perfecto para eventos al aire libre. Actualmente Tree Church está cerrada al público por la temporada de invierno pero se abrirá de nuevo en octubre.