Las alfombras kilim, de origen persa, son tejidos planos, elaborados en lana o seda, y, a diferencia de las alfombras tradicionales, son lisas al tacto. Su estética liviana se debe a que están hechas con hilos entrecruzados que dan vida a un sinfín de modelos.
La arquitecta Nicole Futterknecht señala que actualmente se fabrican en Turquía, Afganistán, India e Irán. "Al interior pueden tener tramas geométricas, flores y curvas", destaca. Además, Walter Nathan, de Sara Nathan Alfombras, indica que los colores más comunes son el rojo, naranja, lacre y azul.
En cualquier estancia
El color y el modelo es lo que debe resaltar en el espacio. "Recomiendo usar muebles de gran formato en color entero y de tono claro (gris suave, blanco, crema), para no robarle predominancia a la alfombra", dice Futterknecht.
Por ejemplo, en una sala puedes colocar sofás neutros y optar por una trama similar a la de la kilim, en los cojines o en la pantalla de la lámpara. Incluso, colócala junto a piezas de madera al natural, para reforzar la rusticidad del espacio.
Mezcla sus diseños con muebles contemporáneos (de vidrio, acero y cuero) o industriales (hierro envejecido, oxidado o pintado), para marcar un alto contraste y crear un efecto más ecléctico. En un dormitorio, combina una cabecera con molduras, ropa de cama blanca y una kilim, para darle un toque étnico a la estancia.