Un muro con un collage de cuadros puede llenar de vida, color y movimiento cualquier rincón. Una pintura, una fotografía, un boceto, el dibujo de un niño o incluso un marco vacío pueden combinarse sin inconvenientes en una pared.
Para empezar, puedes elegir cuadros que se amarren por sus motivos o colores. Por ejemplo, distintas obras que lleven mariposas, afiches de publicidad, siluetas de letras de distintos tamaños o pinturas de tonos que hagan contraste (verde y rojo, azul y naranja, amarillo y morado). También es factible "darle un estilo más personal, mezclando fotos de familia en blanco y negro", dice la arquitecta Carla Cruz.
"Antes de colocarlos en la pared, sitúa las piezas sobre el suelo y juega con las combinaciones", señala la arquitecta Valerie More.
Mezclas únicas
Una propuesta es colocar los cuadros como si se tratara de un rompecabeza. Para esto, crea un cuadrado imaginario en la pared y al interior pon obras de distintos formatos (20 cm x 20 cm, 25 cm x 30 cm, 15 x 15 cm), sin exceder los límites de la figura geométrica.
Otra idea es ubicar piezas de varios tamaños de manera desordenada, pero mantener el hilo conductor con el modelo del marco, ya sea rectangular, cuadrado o circular. También puedes disponer en zig zag o de forma lineal (horizontal o vertical), varios cuadros del mismo tamaño y diseño.