El negro transmite sofisticación, fuerza y mucho carácter, mientras que la madera es un material que proyecta calidez y evoca la naturaleza. Es así como un espacio con ambos recursos puede lucir contraste y un alto impacto visual.
En ambientes amplios (más de 40 m2), el negro puede estar presente en dos o más paredes, y la madera en el mobiliario o las piezas decorativas. Por ejemplo, en un jarrón, una mesa auxiliar, un centro de entretenimiento o una lámpara.
Si se trata de una estancia pequeña, aplica el negro solo en un muro, porque tiende a reducir visualmente el tamaño de un espacio. Para contrarrestar su intensidad, emplea maderas claras, como huayruro, pumaquiro, capirona o pino oregón, las cuales pueden estar en pisos, tableros, reposteros, puertas o enchapes de pared.
Además, acompaña el ambiente con muebles o detalles de color blanco, crema o arena, y materiales que reflejen la luz natural (espejos y superficies pintadas con poliuretano), para crear un efecto de amplitud.
Logra una propuesta rústica, combinando el negro en las paredes con un mobiliario de madera avejentada, tipo decapado o wash. Otra opción son las especies claras que resaltan por sus vetas llamativas, como la cumala, el cachimbo o el tornillo. En los pisos funcionan el huayruro y el pumaquiro, por su gran resistencia.