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En la sala principal, las piezas de arte se ubican estratégicamente para llamar la atención. Un cuadro de gran formato del artista plástico Mateo Liébana es el punto focal.
Redacción EC

Frente a la Huaca Pucllana, un edificio se distingue del resto. Su estructura, de inspiración industrial, hace sospechar que el revestimiento metálico negro resguarda un interior particular. Al ingresar, esa imagen fría del frontis se contrapone con un estilo de decoración depurado y cálido que juega con los elementos más destacados de su construcción: cemento expuesto, ladrillo envejecido, madera (azúcar huayro para los pisos y las escaleras), placas de cristal, fierro y metal.

En este cuádruplex, Los 300 metros cuadrados de área construida se distribuyen en 4 pisos y en 2 torres. En el primer nivel, están el área de servicio, el patio y el estacionamiento. En la torre posterior, una habitación que se destinará a los invitados.

Diferentes piezas de cerámica señalan el camino hacia las escaleras que conducen al área social: las paredes del comedor están revestidas con ladrillos artesanales envejecidos y las de la sala, con placas de concreto. Una cocina expuesta, rodeada de paredes de cristal, se integra al comedor. En el bloque posterior de este nivel, se incluyó una habitación extra con baño para las visitas.

En el tercer piso, aparece el dormitorio principal. La cama, con base forrada en gamuza, está custodiada por un velador que en una vida pasada cumplió una función menos estética: un esterilizador de equipo quirúrgico. El rincón de lectura y el baño principal completan esta habitación diseñada para una pareja joven. Tiene ventanales de piso a techo con vista a las ruinas arqueológicas y una chimenea de fierro que funciona con etanol.

En el cuarto piso, mamparas de piso a techo dejan libre el ingreso de luz a esta sala de estar que se conecta con la terraza y la piscina. Lo moderno y lo antiguo encuentran un lenguaje común en esta casa creada para estimular los sentidos.

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