La llegada del verano es la ocasión perfecta para introducir tonalidades radiantes y proyectar a la casa un look que despierte los sentidos. Los colores frescos, como el verde limón, púrpura suave, mango, amarillo, naranja, magenta y turquesa en accesorios, combinados con el blanco o el gris en los muros, crean ambientes alegres y luminosos. “Si buscas algo más arriesgado, opta por tonalidades intensas, como mandarina, orquídea o rojo solo en muros principales, para dar un golpe de color”, recomienda la arquitecta Inés Sevilla.
Otra opción ingeniosa es apostar por los pasteles en las paredes, y combinarlos con tonos fuertes, como coral y fluorescentes en adornos o tapices, para lograr un ambiente vibrante y con aroma a verano. También puedes usar papel tapiz con motivos florales o con detalles satinados o metalizados, para agregar textura y movimiento a una pared protagónica de la casa.
En la sala incluye un sofá de dos cuerpos, una reposera o butaca hecha con mimbre, ratán o bambú. Solo emplea estas fibras naturales en uno de estos elementos para crear un acento cálido y que evoque el mar. Viste los cojines con telas suaves y ligeras, como el lino, cretona o sanderson. Complementa esta zona con “mesas de centro o laterales de vidrio, cristal o acrílico para dar brillo a la estancia”, indica la arquitecta Liliana Márquez.
Dale frescura al comedor, decorando el centro de mesa con bowls o floreros de murano de tonos cítricos. También tapiza los asientos o el respaldar de las sillas con telas floreadas y en un rincón ubica una maceta con plantas de hojas grandes como oreja de elefante o costilla de Adán.