Marco Quilca León

Paolo, como afirma con contundencia su apellido, siempre fue un guerrero. Se recuperó de una terrible lesión que habría retirado a cualquier otro futbolista a su edad y se retó a sí mismo a continuar su carrera en el exterior, a demostrar que a pesar de sus 38 años aún tenía combustible para brillar afuera. Pero las batallas no siempre suelen terminar como uno sueña. El último sábado, el peruano descendió con Avaí a la Serie B de Brasil.