Germán Denis lamentándose por la última derrota de Universitario. (Foto: Violeta Ayasta / GEC)
Germán Denis lamentándose por la última derrota de Universitario. (Foto: Violeta Ayasta / GEC)
Jerónimo Pimentel

No existe un hincha más o menos informado de Universitario de Deportes que no resienta la permanencia de Nicolás Córdova. Incluso los aficionados moderados están hartos de ver la deriva de un equipo sin ideas, mística ni proyecto.

No se puede acusar a los cremas de impaciencia. El club está quebrado y con los recaudadores en disputa, no es campeón nacional desde el 2013 y ha asimilado como normal, al menos desde el año pasado, que la meta no sea levantar un título sino salvar la categoría (y, ojalá, clasificar a un torneo internacional). Ver fracasar a los compadres en la Libertadores no es un consuelo. Los dimes y diretes alrededor de la muerte de Samuel Eugenio no hacen sino confirmar el caos interno.

Nicolás Córdova, entrenador de Universitario. (Foto: Fernando Sangama / GEC)
Nicolás Córdova, entrenador de Universitario. (Foto: Fernando Sangama / GEC)

Analizar cómo se llegó aquí requeriría un largo recuento que se podría remontar a las épocas de Alfredo González. No obligaremos a los lectores a pasar por esa ordalía, pero se puede resumir esta historia en un concepto: anemia institucional.

En un momento la ‘U’ se quedó sin mecenas ni dirigentes y pasó a tener, en cambio, acreedores y juntas interventoras. A Nicolini le sucedió la Sunat. A Rafael Quirós no lo sucedió nadie. En ese curso el hincha pensó que el fútbol, el juego, la garra, serían activos suficientes para campeonar y seguir considerándose coperos. Pero la espontaneidad y la inercia no son aliados deportivos.

Este marco es el atenuante de la pésima racha de Córdova. Pero aun sabiendo que el contexto es deprimente, es posible exigir un poco de rebeldía y amor propio a un club que ha forjado su identidad en esa narrativa. La pregunta es si el entrenador posee los recursos suficientes como para espabilar a su plantilla, que en términos comparativos no parece justificar la posición de media tabla para abajo. Que el comando técnico no haya sabido administrar la bolsa de minutos no es una señal precisamente alentadora.

El plantel posee carencias, como la línea defensiva, que se pensó alrededor de casi un ex jugador como el uruguayo Rodríguez. El mediocampo posee vocación ofensiva, pero carece de balance, sin ‘6’ de referencia.

Hohberg fue un acierto, pero es el de un equipo descompensado que ejecuta mal el 4-2-3-1. A Denis, otro al borde del retiro, no se le puede pedir más: a pesar de su bajón, es el único refuerzo que ha aportado. Las cuatro derrotas al hilo son la consecuencia de un equipo espasmódico del que se espera una reacción, pero ya no una reconducción.

En este escenario, lo lógico sería que el DT dé un paso al costado y permita que otra visión se encargue de recomponer este desastre. Para ello se necesita cierta conciencia respecto a los límites propios y también encontrar a un valiente con un plan dispuesto a heredar el problema. No está claro que Córdova tengo lo primero, ni que en Ate puedan encontrar lo segundo.

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