Hay que madrugar para llegar a tiempo a la cita. Se trata de una nueva compañera en la vida: el running. Son las 5 a.m. del último domingo y la Av. Larco está llena de gente, pero la imagen dista de las noches de fiesta, es una mañana para celebrar. Así empieza la aventura para ser parte de los 10K de la Lima 42K.

ENTREVISTA: “Sabemos que el campeonato es largo y termina en diciembre”

Son las 5 de la mañana y la gente está en pleno calentamiento en la céntrica calle de Miraflores. Aún estamos a oscuras pero la energía de los 16 mil competidores inscritos en la Lima 42 ilumina la calle. El ánimo de la gente contagia para estar listo para la partida de mi primera 10K.

Corro para ser parte de este espíritu deportivo que me ayude a pelear contra la obesidad. La Lima 42K demuestra que hay miles de personas que corren no por llegar a la meta antes que los demás, sino para sentirse bien consigo mismos, lo que yo busco.

Según cifras de la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar del 2021, en el Perú el 36.9% de personas mayores de 15 años presentó sobrepeso, y el 25.8% de ese mismo grupo sufren de obesidad con las mujeres como las más afectadas. Y hay que luchar contra eso, y que mejor que corriendo.

Son mis primeras 10K y la prueba inicia a las 6:00 a.m. La partida es larga por la gran cantidad de gente que disputa esta distancia. Ahí me encontraba. Comenzamos con un trote a paso firme alentados por el público apostado al costado de la calle. “Tú puede”, “sigue así”, son las frases que recuerdo me alentaron desde el inicio.

Toda la Avenida Arequipa hasta Coronel Odriozola y los primeros kilómetros eran desgastantes. En el cruce con Angamos ya los corredores se hidrataban, pero ninguno desfallecía en esa lucha de llegar a la meta en la que cada palabra que escuchas de parte del público te alienta a dar el siguiente paso “Sigue tu ritmo, hijo”, escucho de un lado de la calle.


(Foto: Alessandro Currarino)
(Foto: Alessandro Currarino)


En mi caso, me preparé pocos días para ser parte de esta prueba. Desde hace dos meses cambié mi ritmo de vida y comencé a trotar alrededor del Estadio Nacional para ir acostumbrando al cuerpo a la exigencia. Algunos días recorro más distancia para demostrarme a mí mismo que puedo dar más si me lo propongo.

Iba avanzando la prueba y la gente te sigue dando ánimos. “Tú puedes”, “Sigue así” te gritan desde todos lados. Pero conforme avanzan los kilómetros algunas competidores iban desfalleciendo: “No falta nada”, “Tú puedes”, “Ya llegas a la meta” se escucha

Lima42K
Lima42K

Hay ambulancias en varios puntos. Las piernas tiemblan, el ritmo cardiaco se acelera y cada paso requiere el doble de esfuerzo, por eso los médicos están atentos ante cualquier eventualidad. Pero no pienso detenerme. Hay ruta por delante, avanzo y paso junto a dos señores de tercera edad que hablan de sus experiencias en la Maratón de Nueva York.

Otra competidora conversaba con su sobrina a quien le decía que corre a pesar de tener una lesión en la pierna, pero que lo hace por estar junto a su hija, que marcha con el paso más adelantado. Es una fiesta en las que unos van tomando fotos, hacen videollamadas para contarle a algún familiar su experiencia, aunque hay otros que son más exigentes. “¡Deja el celular y corran!”, grita un señor, provocando risas, pero también que algunos dejen las fotos y aceleren el paso.

Ya llegando a la meta, cuando ingresé a la calle Diagonal, el aliento de la gente era increíble, pues te daban ánimo para que llegues a la meta. Ese aliento me permitió no solo cruzar el arco, sino también superar a una competidora que iba delante mío. Terminar la prueba fue tan satisfactorio como agotador.

Así se completaron mis primeros 10K, con el convencimiento que el deporte es salud y más que eso, es una forma de vida que te lleva a hacer cosas que antes no te creías capaz y que ahora lo tomas como pequeños logros en busca de algo más grande.

En la meta
En la meta

--