Llegar a la pista de atletismo del Enrique Torres Belón, el primer escenario deportivo de Puno, fue para Sofía Mamani un paso natural. Desde muy pequeña acompañó a su mamá –la olímpica Wilma Arizapana, hoy regidora de Puno– a sus prácticas en ese mismo estadio y disfrutaba de correr detrás de ella. El running estaba en sus genes y, aunque le dijeran que solo corra 60 metros, siempre terminaba persiguiendo a su madre por muchos metros más. Así, a modo de juego, la idea de ser una atleta se fue instaurando poco a poco en su cabeza.
Su habilidad para el running se evidenció en la escuela, donde desde muy temprana edad se hizo fuerte en los campeonatos interescolares y, con apenas 12 años, llegó hasta los nacionales. Fue en ese momento cuando sus padres le preguntaron si realmente quería dedicarse a ser atleta. “Les dije que vivir sin el atletismo para mí sería raro. Esto es algo que llevo en la sangre”, expresa Sofía con firmeza.
Al ingresar a la universidad, adquirió una madurez poca veces vista en jóvenes de su edad
Desde ese momento, su rutina cambió. Levantarse a las 6 de la mañana y salir a trotar ya no era suficiente para sus aspiraciones, por lo que en adelante se despertó una hora más temprano y se dedicó a entrenar a doble turno, descansando únicamente los domingos. El compromiso creció aún más cuando ingresó a la universidad y, para cumplir con todas sus obligaciones, decidió empezar el día a las 4 de la mañana. A su corta edad, Sofía ya demuestra un profesionalismo ejemplar.
Soñar sin límites
“La valla que puso mi mamá –llegar a los Juegos Olímpicos– es muy alta. Por eso, creo que mi fuerza de voluntad nació de querer demostrar que yo también lo puedo lograr, que yo también tengo talento”, afirma. El camino es duro, pero ella sabe que no está sola. La puneña es consciente de cuán importante es tener a sus padres junto a ella, y le emociona sentir su apoyo.
En esta familia, cada miembro tiene un rol fundamental. Su padre, Miguel Mamani, entrenó a su madre y hoy la entrena a ella. “Tenerlo me da mucha confianza. A veces llegamos bromeando al estadio, pero cuando comenzamos la práctica nos concentramos en los objetivos”, dice.
Los sueños de Sofía superan lo que se espera para alguien de su edad. Debería competir en U18, pero esta categoría se limita a campeonatos nacionales y ella estaba convencida de que clasificar al Campeonato Sudamericano. Subir de categoría fue una decisión acertada: no solo alcanzó la marca necesaria para clasificar al Sudamericano U20, sino que incluso logró meterse en el Panamericano U20.
Con la motivación extra que significó el logro, Sofía entrenó más duro que nunca y, en junio de este año, obtuvo en Colombia la medalla de oro en los 5.000 m del Campeonato Sudamericano U20. Un mes más tarde nos regaló un nuevo logro cuando alcanzó lo más alto del podio en los 5.000 m del Panamericano U20 en Costa Rica. “Cuando llegué a Puno, vi a mis papás con carteles y algunos periodistas esperándome –como lo hacían con mi mamá– y casi se me salen las lágrimas. Fue parte de mi recompensa”, confiesa.
De su padre aprendió que la vida no es fácil, pero hay que mantenerse fuerte. De su madre asimiló la disciplina y el enfoque en los objetivos.
Su carrera recién comienza, pero Sofía tiene el talento indispensable para ser grande y el soporte necesario para no perderse en el camino. De su padre aprendió que la vida no es fácil, pero hay que mantenerse fuerte. De su madre asimiló la disciplina y el enfoque en los objetivos. El resultado es una atleta que confía en sí misma y sabe hacia dónde apunta. “Yo creo que todos podemos alcanzar lo que nos propongamos”, asegura con la confianza de quien ha sufrido el sacrificio y ha gozado el éxito en carne propia.
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