(Foto: AFP)
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Inés Temple

Aunque hemos escrito mucho sobre , a diario sigo escuchando de los errores que cometen quienes aún prefieren sentirse inmunes a las vicisitudes del mundo del trabajo, hasta que les toca enfrentarlas cara a cara.

Y allí es cuando descubren que no se han mantenido tan relevantes o vigentes como pensaban, que no desarrollaron su nivel de empleabilidad, su marca personal o su red de confianza proactivamente, al nivel suficiente para seguir evolucionando en su carrera o recolocarse, si es el caso, sin grandes angustias.



Comparto algunos aprendizajes:
1. Tener un trabajo no es lo mismo que tener un buen nivel de empleabilidad. Se trata de una : empleabilidad es la disposición de mantenernos vigentes y relevantes; también es la demanda que nuestra marca personal y nuestros servicios tienen en el mercado laboral.

2. Esa demanda por nuestros servicios profesionales es lo único que nos puede dar un cierto nivel de “tranquilidad” ya que, gracias a esa demanda o “jale profesional”, podremos ser considerados para otras posiciones o conseguir otro trabajo –o clientes para nuestros servicios– cuando queramos o necesitemos.

3. Nuestros servicios profesionales valen en función de la demanda que tienen y serán reconocidos como buenos o excelentes solamente si podemos sustentarlos con data real de logros y resultados. Eso suena difícil ya que no todo es fácil de cuantificar, pero recordemos que no nos pagan por ir a trabajar sino para, asertivamente, contribuir al resultado y agregar valor.

4. Las buenas referencias que de nosotros den quienes son parte de nuestra red de confianza que avalan nuestra reputación, ética, actitud, talento y desempeño, son fundamentales para elevar nuestro nivel de empleabilidad.

5. Ningún trabajo es seguro ni es un derecho ganado. Ninguna empresa puede garantizar su propia continuidad y menos garantizarnos el trabajo. La falsa seguridad del “trabajo seguro” puede jugarnos una mala pasada a cualquier edad. Los trabajos duran mientras nos convengan a ambos, empresa y colaboradores.

6. Lo único que podrá defendernos de un desempleo prolongado –o de la infelicidad laboral– es nuestro nivel de empleabilidad y el valor de nuestra marca personal. El precio de estar en el mercado muchos meses buscando trabajo es muy alto como para descuidar nuestra marca y nuestra carrera mientras tenemos trabajo.

7. El trabajo nos lo tenemos que ganar, en serio, cada día de la semana, agregando valor. Es clave evitar la complacencia y por supuesto la arrogancia que a veces trae el éxito. Cambios inesperados nos suceden a todos; incluso a quienes son muy exitosos en su carrera o su vida.

8. Todos los trabajos tienen un comienzo y un final; pueden durar meses o muchos años, pero tarde o temprano todos acaban. Esa realidad es a veces dura de aceptar, pero debe ayudar a enfocarnos en que nosotros somos totalmente responsables de nuestra carrera y servicios, de nuestro nivel de relevancia, vigencia, eficiencia y productividad. Y por supuesto, ¡de nuestra actitud para manejar nuestra carrera como nuestro mejor negocio propio!