El escenario base para el 2020 refleja un optimismo cauteloso basado en una mejora del crecimiento global, una economía estadounidense desacelerándose, menores tensiones comerciales entre China y EE.UU. y un exceso de liquidez en los mercados en un entorno de tasas bajas. (Foto: AP Photo/Kin Cheung)
El escenario base para el 2020 refleja un optimismo cauteloso basado en una mejora del crecimiento global, una economía estadounidense desacelerándose, menores tensiones comerciales entre China y EE.UU. y un exceso de liquidez en los mercados en un entorno de tasas bajas. (Foto: AP Photo/Kin Cheung)
/ Kin Cheung
Paul Rebolledo

Durante el 2019 los activos de entregaron rentabilidades extraordinarias impulsadas por una gran liquidez alrededor del mundo (tras recortes de por parte de los bancos centrales), una economía estadounidense sólida y una mayor distensión en las negociaciones comerciales entre China y EE.UU. De esta manera, mientras que las bolsas de EE.UU. y Europa rindieron más de 20%, la renta fija emergente ofreció ganancias entre 10% y 20%. En el flanco local, los ganaron 16%, mientras que la rindió apenas 6% debido a la ralentización de la economía (del sector minero en particular), el ruido político y su marcada iliquidez.

El escenario base para el 2020 refleja un optimismo cauteloso basado en una mejora del crecimiento global, una economía estadounidense desacelerándose (pero no entrando en recesión), menores tensiones comerciales entre China y EE.UU. y un exceso de liquidez en los mercados en un entorno de tasas bajas. Este escenario trae consigo un mejor panorama para las acciones respecto de los bonos (menores probabilidades de recortes agresivos de tasas de interés limitan el alza en los precios de la renta fija). Sin embargo, en ambos casos, las rentabilidades serían más modestas que el año anterior.

En este contexto, vale la pena analizar diversos escenarios alternativos de riesgo que se pueden divisar para el 2020.

En el lado externo, un primer escenario de riesgo se centra en la agudización de las tensiones comerciales entre China y EE.UU. y un aplazamiento de la firma de la fase dos del acuerdo, con un efecto negativo en los precios de los commodities. Un segundo escenario se basa en una mayor popularidad de un candidato antimercado en los comicios electorales de EE.UU. que aumente la incertidumbre en las inversiones. Un tercer escenario se centra en una ralentización más severa de la economía estadounidense y niveles de inflación por debajo de la zona de confort de la Reserva Federal (FED). Un cuarto escenario se fundamenta en una agudización de los riesgos geopolíticos en Medio Oriente. Estos contextos producirían generalmente una retracción de la renta variable y una mayor preferencia por activos de menor riesgo (oro, dólar, renta fija gubernamental).

En el frente local, un primer escenario alternativo se basa en un crecimiento económico decepcionante, lo que causaría mayores recortes de tasas de interés de referencia por parte del Banco Central de Reserva (), impulsando los precios de los bonos soberanos. Un segundo escenario se centra en una mayor popularidad de un candidato presidencial antisistema, lo cual afectaría negativamente la inversión y la confianza de los agentes privados.

Una mirada a los escenarios de riesgo permite repensar a los inversionistas sobre sus propias visiones. En la medida en que la nueva información vaya confirmando la viabilidad de estos escenarios, hay una mayor necesidad de ‘mover el timón’ de las estrategias planteadas inicialmente.