Pedro Pablo Kuczynski y Martín Vizcarra (Foto: Archivo El Comercio)
Pedro Pablo Kuczynski y Martín Vizcarra (Foto: Archivo El Comercio)
Carlos Ganoza

El período -marca el fin del milagro peruano. A diferencia de lo que se suele argumentar, el milagro peruano no consiste en que el Perú haya crecido a una tasa promedio alta la mayor parte de las últimas dos décadas. Lo verdaderamente milagroso es que durante ese período no haya sufrido episodios graves de inestabilidad política y económica.  

Para ilustrar el punto propongo hacer el siguiente ejercicio hipotético.

Retrocedamos en el tiempo a fines del año 2000, y pidámosle a los mejores economistas qué proyecten cómo le irá al Perú bajo el supuesto de que durante los siguientes veinte años ocurriría lo siguiente: 




1) el país sería gobernado principalmente por gobiernos corruptos e incompetentes tanto a nivel nacional como subnacional; 2) salvo el TLC y algunas concesiones de infraestructura, no habría ninguna reforma importante para mejorar la productividad; 3) la legislación laboral se endurecería drásticamente y la informalidad sería altísima; 4) el Perú retrocedería en los ránkings de competitividad; 5) durante la mayor parte de las dos décadas no habría avances en la calidad educativa; 6) habría alta volatilidad política y gobiernos sin mayoría parlamentaria; 7) el Perú estaría en los últimos lugares en los ránkings de confianza en las instituciones con un alto rechazo ciudadano a los políticos; 8) el mundo viviría la peor crisis financiera desde la Gran Depresión; 9) habría conflictos mineros recurrentes; 10) el país sufriría el peor desastre natural en dos décadas, y un presidente sería obligado a renunciar. 

Sin temor a equivocarme, creo que la mayoría habría pronosticado un crecimiento promedio bajísimo con alguna crisis económica y política. Incluso si agregamos dos supuestos más para la proyección –precios de commodities históricamente altos y tasas de interés históricamente bajas-, creo que habría sido muy razonable pronosticar dos décadas perdidas.  

Sin embargo, como sabemos, eso no ocurrió. Increíblemente, el país estuvo libre de problemas –ni siquiera una recesión– durante todo ese período. Salvo la crisis de gobernabilidad y la renuncia de PPK, tampoco hubo crisis políticas. Hasta ahora.  

Lo que más diferenciaba al Perú de los países de la región no es el crecimiento, todo el mundo emergente fue impulsado por los mismos factores macro –tasas de interés y precios de commodities–. Lo distintivo fue la estabilidad. Tan pronto se agotaron los vientos de cola macro, la mayoría de países emergentes ha tenido problemas económicos y políticos. Menos el Perú, que comparado con Brasil y Argentina, por ejemplo, seguía siendo un paradigma de estabilidad. 

El anuncio de Fiestas Patrias del presidente Vizcarra se suma a los eventos de los últimos dos años para despejar dudas de que esa milagrosa estabilidad ya se está agotando, y no hemos hecho nada para cambiar nuestro destino. No podemos seguir confiando en el hada del desarrollo económico. Los milagros no duran para siempre.