La minera Cerro Verde ha presentado dos demandas arbitrales contra el Perú este año entorno a regalías no pagadas.  (Ilustración: Giovanni Tazza)
La minera Cerro Verde ha presentado dos demandas arbitrales contra el Perú este año entorno a regalías no pagadas. (Ilustración: Giovanni Tazza)
Álvaro Castro

Actualmente, la tiene varios rasgos particulares que la definen: posee costos crecientes de exploración y se desarrolla en áreas remotas y en condiciones ambientales cada vez más exigentes. Además, está expuesta a precios de mercado volátiles y debe cumplir políticas cada vez más exigentes de salud y seguridad para resguardar el bienestar de sus trabajadores.

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Por otro lado, es un hecho que el mundo está cambiando. Vemos que tenemos dos grandes impulsores de esta transformación: la revolución energética y la cuarta revolución industrial, también denominada revolución digital. Estas tendencias están cambiando nuestra forma de operar las minas y las plantas concentradoras. Incluso, permiten tener una visión completa de toda la cadena de valor del negocio minero. Ello influye en la forma en la que vivimos y trabajamos.

Todo este proceso de cambio y adopción de tecnologías se denomina transformación digital. Su relevancia en estos días está asociada a las oportunidades que este proceso ofrece a las organizaciones. La transformación digital las puede volver más eficientes, ya que reduce sus costos operativos, como los asociados al mantenimiento de equipos y plantas. Las tecnologías digitales también permiten medir, controlar y mitigar los impactos medioambientales de una operación industrial, lo que es bueno para sectores que trabajan con recursos naturales.

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El tránsito hacia la minería digital no es corto. Empieza con la automatización de procesos. Posteriormente, se interconectan una primera línea de equipos de control y sistemas avanzados. En esta etapa, los datos en las operaciones de la planta están más unificados y ya no existen “islas” de información en ellas. En la fase siguiente, todo lo relacionado con TI y OT se integra en una sola plataforma digital, lo que permite un mayor uso de los datos para tomar decisiones. Con ello, la operación remota es una realidad.

Es en la etapa final de este proceso en el que se alcanza la autonomía. En ella, la robótica está más presente para sacar a las personas del campo y posibilitar acciones desde la mina hasta el puerto. Los datos se integran a la perfección para que la planta de procesamiento sea optimizada en tiempo real. En esta fase, además, se logra una visibilidad total de la cadena de valor y una optimización económica basada en inteligencia artificial.

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En el Perú, la minería está iniciando esta transición. Ello significa que la mayoría de las oportunidades y soluciones están disponibles para ser implementadas. Sin embargo, las compañías mineras podrán diferenciarse de sus competidores en la medida que apuesten por equipos y tecnologías dedicadas y diseñadas para sus necesidades específicas. También será clave que tengan proveedores con un amplio conocimiento sobre digitalización, automatización y electrificación.

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