Como consecuencia del coronavirus, la distancia social es la nueva regla preventiva que aleja a las personas de los abrazos, los besos y de cualquier tipo de contacto. Para adaptarnos a ella, el paisaje visual lleno de letreros, flechas y señales que solíamos reconocer también está cambiando forzosamente. Las señaléticas de la vida diaria se convierten en piezas de comunicación esenciales para la nueva normalidad.
Señaléticas LED
En el Perú, como en otros países, se comenzaron a ver círculos amarillos y blancos en algunas veredas, paraderos, mercados o bancos, separados por la distancia reglamentada de dos metros. Este es un ejemplo de las nuevas señaléticas que sirven para que las personas sepan que deben situarse a esa distancia mientras esperan su turno para poder acceder a un servicio adecuadamente. Pronto veremos gráficas que indiquen cubrirse al estornudar y prohiban el contacto, tocarse los ojos, o el ingreso a ciertos lugares sin medirse la temperatura.
En esta situación, un diseño innovador y efectivo de las señaléticas comienza a cobrar importancia. “Su propósito es orientar dentro de un espacio determinado; puede ser una clínica, aeropuerto, hospital, universidad, restaurante, etc. En cualquier espacio donde siempre habrá tráfico y flujo de gente en movimiento, se necesitan estos elementos gráficos que permitan conducirse de manera fluida. En ese contexto, no solo las líneas sino también el color serán elementos diferenciadores”, nos refiere Oscar Mas, vicerrector de Innovación y director de las carreras de Diseño de la UCAL.
Con alumnos de las facultades de Diseño y Arquitectura de la UCAL, Mas está desarrollando un sistema propio de señaléticas para evitar aglomeraciones. Han incorporado circuitos electrónicos y luces LED para indicar la cantidad de personas dentro de los servicios higiénicos, así como se ve actualmente en los estacionamientos de los centros comerciales.
Retos para el diseño
Para la arquitecta Gabriela Sanz, las señaléticas son la forma más directa y didáctica para delimitar la distancia social, pues la gente debe acostumbrarse a estas nuevas medidas y dimensiones que no existían antes del coronavirus: “La nueva normalidad conlleva también un cambio de hábitos: lavarse las manos varias veces, limpiarse los zapatos; se necesita dar nuevas indicaciones y las señaléticas son la mejor forma de hacerlo. Así como en un aeropuerto las tenemos por todas partes para orientarnos, cuando queremos cambiar algo a lo que no estábamos habituados, también se usan señaléticas”, señala Sanz.
Actualmente, su diseño tiene un reto: sobresalir ante la abundante información visual que existe en la ciudad. “En Lima, y en el Perú en general, hay una gran densidad de comunicación visual que nos distrae. La publicidad nos rodea, no solo de empresas sino de pequeños comerciantes que ponen carteles. En esta ciudad, la señalética tendrá que llamar mucho la atención para imponerse al resto de mensajes”.
La originalidad sumada al fin educativo deben primar en los nuevos diseños, como la propuesta de Sanz y el equipo de Arquitectura Verde para organizar la cola de los mercados. En esta propuesta, asocian la señalética al piso con un círculo pintado, o en vinil y con un número, que estará vinculado por geolocalización a una app. Así, las personas sabrán cuánta gente está en la cola desde su celular (ver video).
En lugar de invertir en personal que oriente y organice a las personas dentro de espacios que generen aglomeración, gritos y desorden —como en los mercados—, una mejor opción será crear un óptimo sistema de señaléticas que eduquen y orienten eficazmente.
Estos diseños pueden ser sofisticados, coloridos, audiovisuales, digitales o los sencillos pictogramas blanquiazules que estamos acostumbrados a ver en las puertas de los baños públicos, pero lo más importante es que la población los comprenda certeramente.
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