Ciertas canciones llegan a formar el playlist de la vida. Otras se convierten en símbolos de momentos de la historia, de una revolución, de la construcción de un país o de una época de crisis. En estos momentos, en todo el mundo, artistas de diversas nacionalidades encuentran en la música una forma de comunicar unión y esperanza para encarar la tragedia. “Bella Ciao”, “Color esperanza”, “Contigo Perú” o “Resistiré” son algunas de las más representativas que se han rescatado durante el actual aislamiento. Con este mismo espíritu, pero dos siglos atrás, Ludwig van Beethoven (1 770-1827) creó la partitura que llevaría a lo más alto el valor de la alegría a través de su Sinfonía n.° 9, la misma que hoy representa —en sus diversas interpretaciones— la hermandad del mundo. ¿Cómo se convirtió esta sinfonía, que nació en un momento crítico para Beethoven, en un himno universal?
El padre de la alegría
Treinta años antes de su Sinfonía n.° 9 , Beethoven leyó el poema “Oda a la alegría” ( 1786) de su amigo, el poeta Friedrich von Schiller, cuyos versos no pudo olvidar: Alegría, bello fulgor divino / Hija de Elíseo; / Ebrios de fuego penetramos, / Oh, celeste, en tu santuario. / Tu encanto une de nuevo / Lo que la moda separó rigurosamente; / Todos los hombres se vuelven hermanos / Donde tu dulce ala se posa.
Estas fueron algunas de esas palabras que se clavaron en los ideales del genio y quiso, a como diera lugar, musicalizarlas. Este poema lleva a su máxima expresión los valores de la hermandad, la amistad, el júbilo, la esperanza, que Beethoven tomó y reunió en la emblemática sinfonía que compuso durante siete años. Pero esta exaltación a la alegría también se corresponde con el contexto europeo, pues Beethoven y sus coetáneos estaban bebiendo de los ideales de la Revolución Francesa en un momento convulso de su historia. “Beethoven estaba inspirado por los textos que hablaban de la libertad”, explica Javier Sunico, director artístico de la temporada de ópera del Ministerio de Cultura. “Estaban entrando al plano del romanticismo que manifiesta su amor por lo exótico, el nacionalismo, la necesidad de la identidad y la búsqueda de la unificación de naciones. Todo esto hace que se liberen los sentimientos de todo el sector en las artes plásticas, lo que ocasiona un boom. Las artes siempre se han manifestado ante situaciones mundiales”, afirma Sunico.
Pero, además de la carga simbólica de esta sinfonía, ¿qué la hace tan extraordinaria? Hasta ese momento, las sinfonías eran composiciones solo instrumentales en cuatro partes. Beethoven revoluciona esta tradición agregando la voz humana a la última pieza: introduce todo un coro que canta los versos de Schiller. “Es algo que no había hecho nadie; es un elemento que distrae toda la composición porque quiere llevar un mensaje completamente masivo”, comenta Sunico resaltando esta composición renovadora para la época. A pesar de haberla terminado cuando se encontraba completamente sordo y muy triste por esta pérdida, con terribles problemas de salud y económicos, Beethoven fue dueño de una proeza insuperable. En 1985, la Novena sinfonía fue oficializada como himno de la Unión Europea por representar la paz, solidaridad y la unión de estos países. Hoy también es conocida como el Himno a la alegría.
¿Contigo Perú?
Pero, a diferencia de los himnos que nacieron como símbolos patrios decretados por los Estados, también existen canciones que se convirtieron en himnos populares por un tema de identidad o porque sus letras rescatan lo que la gente quiere expresar en un momento determinado, pero no sabe cómo. “Algunas canciones se vuelven simbólicas porque son las que más o menos consideramos representativas para todos como nación y otras, por su texto, son una muestra de los deseos y anhelos que tenemos”, nos refiere Fred Rohner, subdirector del Instituto de Etnomusicología y docente de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Si ponemos como ejemplo la canción “Resistiré” ( 1988) del Dúo dinámico, grupo español cuya canción es ahora el himno de la crisis sanitaria en España, debemos notar que ha sido recuperada más de 30 años después de su creación porque su letra contiene el mensaje de fortaleza que se necesita en estos momentos. Esta misma canción tiene ya versiones mexicana y peruana, en cumbia y salsa. Según Rohner, la letra de “Resistiré” es un poco dura porque se trata de resistir encerrados y resistir la enfermedad. “Pero no siempre la gente se apropia de letras completas sino también de fragmentos que apelen a lo que sentimos, como pasó con las recientes revueltas en Chile y ‘El baile de los que sobran’. En la manifestación de la Plaza Baquedano no cantaron toda la canción, sino el fragmento que realmente hacía que la gente se sintiera identificada con esta canción por la situación”, afirma Rohner.
En la canchas peruanas, “Contigo Perú” ( 1977) , este vals creado por Augusto Polo Campos, e interpretado por Arturo “Zambo” Cavero y la guitarra de Óscar Avilés ha sido tomado como símbolo de peruanidad en varias oportunidades, como, por ejemplo, en el Mundial de Rusia 2018. En esta pandemia no fue diferente: durante las primeras semanas de la cuarentena, se convirtió en el himno popular que muchos peruanos entonaban sin falta en sus ventanas y balcones, con aplausos y mucho orgullo. “La gente recuerda este tipo de elementos y siente que es una música altamente positiva y nos hace recordar momentos en los que nos hemos cruzado frente a la posibilidad de perder, que es donde estamos metidos ahorita: perder la vida, familiares, economía, etc. Lo que me asusta es que, después de haber escuchado con anhelo al “Zambo” Cavero, pronto lo escuchemos con un poco de resentimiento. ¿La gente cuyos familiares murieron escucha igual que nosotros la canción? Yo creo no”. Para Rohner es muy importante no ser simplemente celebratorios, sino también mirar con una dosis crítica este proceso.
“Heal the COVID”
Para Miguel Ginocchio, músico y docente de la carrera de Música de la UPC, la música se convierte en la voz de lo que se siente. “En situaciones como la que vivimos, las personas entran en un shock que empeora por el distanciamiento y la falta de poder socializar de manera presencial. Definitivamente somos seres sociales por naturaleza, pero no a distancia. Este cambio tan abrupto devela lo más delicado que uno tiene, como es la libertad o la salud, y la gente necesita expresarlo. Entonces, la música y el arte terminan siendo portavoces de ese sentir”, comenta Ginocchio. En Italia, uno de los países más golpeados por la pandemia en Europa, se adoptó la canción “Bella Ciao” como himno de su resistencia. Este canto de los partisanos que era expresado en la lucha contra el régimen de Mussolini se transformó en la “marcha” contra el coronavirus desde los balcones de la península. “Es un tema fuerte, con una marcha que te permite decir algo con un tono más directo y frontal. Hay otras canciones que permiten apelar a la conciencia suavemente. Son diferentes formas, pero la idea es la misma: tenemos que estar unidos porque mi bienestar es el tuyo y tu malestar es el mío también”, explica Ginocchio.
Nos cuenta, además, que con sus alumnos han adaptado a este contexto de pandemia la famosa canción “Heal the world” (1992) de Michael Jackson, también considerada un himno contra la enfermedad en el mundo, que nació con la intención de unir a las naciones y que ha sido renombrada por ellos, en esta nueva versión, como “Heal the COVID”.
Son muchas las canciones que se convirtieron en himnos populares creadas bajo un contexto propio —como “Imagine” de John Lennon, “We are the world” (con varios artistas contra el hambre en África), “We are the champions” de Queen, y más—, y que perduran con la intención de motivar y hacer crecer el espíritu colectivo, solidario y esperanzador, tal como lo quiso Beethoven en su Novena sinfonía.
Beethoven y la Unión Europea
Además de una bandera, un pasaporte y el euro como moneda común, la Unión Europea tiene a la Novena sinfonía de Beethoven como himno oficial de esta comunidad. “Es un arreglo basado en la sinfonía, pero no ha sido extraído literalmente. Cada 9 de mayo, en el Día de la Unión Europea, y en otros eventos oficiales, se toca este himno”, nos refiere Diego Mellado, su embajador en el Perú.
“En los años setenta, el Consejo de Europa buscaba una melodía que pudiera representar a toda Europa, y también al ideal común y su cultura. Querían que sea una melodía reconocible para todos y por ello eligieron la Novena sinfonía. Fue el director de orquesta Herbert von Karajan quien hizo los arreglos musicales para el himno”. Y en 1985 se oficializó esta composición como el himno de la UE. Durante el mes de Europa, la embajada ha preparado diversas actividades a través de sus redes sociales, como el reto musical #BeethovenChallenge, que consiste en compartir un video interpretando alguna de sus piezas. Pueden ver y participar de sus actividades en el fanpage Unión Europea en Perú.
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