Justo cuando eran cada vez más visibles las campañas por el uso del transporte saludable —como las bicicletas y las demandas por la implementación de mejores ciclovías que se hacían más constantes— llegó la cuarentena. Las bicicletas y scooters se guardaron, así como los autos y los buses, y el aire contaminado de las ciudades se redujo considerablemente.
¿Cómo mirar al futuro del transporte con un nuevo enemigo: el coronavirus? Mariana Alegre, fundadora del laboratorio “Lima Cómo Vamos” brinda algunas ideas: “El primer paso es evitar hacer el viaje para disminuir el riesgo de contagio. Si no puedes evitarlo, hay que reducirlo o lograr que tu medio de transporte sea lo menos contaminante posible en el sentido de contagio. En el mejor de los casos, se debe evitar medios colectivos y, por lo tanto, caminar o usar la bicicleta para distancias cortas y en tanto sea posible”.
Sin embargo, un transporte masivo no puede desarrollarse solo a través de bicicletas. Ahí se necesitará, ahora más que nunca, un sistema formal que se adapte a las nuevas reglas y no esa selva del “vale todo” en que se había convertido nuestro transporte público.
En el caso del Metropolitano, sostiene Alegre, se debe “incrementar la cantidad de buses que permitan la distancia social, mayor frecuencia y aumentar las paradas”. Si muchos meses después, tal vez el otro verano, se quiere volver a la playa, lo ideal será hacerlo por turnos, planificando e incluso a través de registros online para evitar muchedumbres.
“Estamos acostumbrados —agrega— a movilizarnos en micros llenos y apretados, pero es hora de hacer una reforma. El 70 % de viajes se realizan en transporte público y no es justo que sus usuarios tengan más riesgo de contagio”.
Una reforma que también mire a los vehículos e implemente acciones relacionadas al cuidado y respeto del planeta, como la reciente medida del Ministerio del Ambiente que incentiva a las empresas a invertir en compras de vehículos de tecnologías limpias y movilidad sostenible, beneficiándolos con la reducción del pago de sus impuestos.
La soñada reforma del transporte será compleja, pero no imposible. No hay que perderla de vista.
Reciclaje para limpiar el futuro
La cuarentena en el mundo nos hizo ver también otra realidad: reducción de gases contaminantes de fábricas y medios de transporte, menos bulla y polución. Entonces salieron las aves y las playas tomaron un inusitado color azul. “Es necesario que veamos los impactos ambientales de cada uno de los recursos que necesitamos para tener un desarrollo económico y social en el Perú, y que sean equilibrados, porque si algo queda claro es que el desequilibrio que hemos tenido nos ha llevado a sobrecargar los ecosistemas de todo el mundo”, sostiene Paloma Roldán, directora ejecutiva de Ciudad Saludable.
Hoy se habla de una transición ecológica, de repensar nuestros estilos de vida como consumidores, de elegir productos sostenibles y de que los empresarios usen productos reciclables. Roldán celebra el decreto N.° 1278 del Ministerio de Ambiente, que plantea la obligatoriedad de los programas municipales de reciclaje y la formalización de los recicladores. El proceso ideal, según Roldán, es priorizar la compra de bienes locales y directamente al productor. Y, si se consume algo empacado, al terminar se debe limpiar, secar y compactar, y no echarlo por ahí. Así el reciclador hará su trabajo. “Muchas veces pensamos —dice— que los ecosistemas están en el Manu o en áreas protegidas, pero quienes vivimos en la ciudad debemos recordar que nuestro ecosistema es el barrio”.
Ahora, por la cuarentena, los recicladores formales e informales han dejado de trabajar y percibir ingresos, para lo cual desde Ciudad Saludable impulsaron la campaña “Hazlo por ellos” llevando donaciones a sus familias. Sin embargo, se espera que pronto los recicladores retomen sus actividades con más fuerza, presencia y respeto para un futuro del que, sin duda, dependeremos mucho de su trabajo para el cuidado del planeta.