Alejandro Neyra. (Foto: Hugo Pérez/ El Comercio)
Alejandro Neyra. (Foto: Hugo Pérez/ El Comercio)
Alejandro Neyra

No creo que mi breve paso por el Ministerio de Cultura me dé autoridad para dejar recomendaciones pero sí algunas ideas sobre lo que considero puede marcar el derrotero en un sector con muchos y muy diversos temas, que, además de un mayor presupuesto, requiere que la gente que participa y tiene conocimiento sobre su problemática se involucre más decididamente en el servicio y la gestión pública.

Creo que la cultura —que es lo que nos enorgullece y ayuda a identificarnos— debe ser la base para unirnos y alcanzar consensos mínimos en tiempos en los que las ideologías parecen dividirnos. Las últimas tres actividades en las que participé como ministro son ejemplo de esto.

La primera fue el concierto de la Orquesta Sinfónica Juvenil Bicentenario, que en su primera presentación del 2018 tocó La consagración de la primavera de Stravinsky, pieza compleja que no da un momento de respiro. Quienes tuvimos la suerte de estar en el Gran Teatro Nacional aquella noche salimos orgullosos de saber que nuestros jóvenes pueden alcanzar ese altísimo nivel de profesionalización.

Hace un par de semanas, develamos el diseño efectuado por Pompeyo Berrocal, artista de Sarhua, en una tabla hawaiana shapeada por Wayo Whilar que ahora está en manos de nuestra campeona Analí Gómez. Detrás de este esfuerzo, estuvieron la Unesco, nuestro Ministerio de Cultura y, sobre todo, Pompeyo y Analí.

Finalmente, la I Encuesta sobre Diversidad Cultural y Discriminación nos permite contar por primera vez con indicadores que ayudarán a desarrollar políticas públicas dirigidas a enfrentar la discriminación y tener una sociedad que valore su diversidad cultural. Desde aquí reitero mi decidido apoyo a la ministra Patricia Balbuena, a quien como ciudadano agradezco su compromiso de poner su experiencia en el servicio público para beneficiar al país.

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