Cortinas de humo: manual de uso, por Jaime Bedoya
Cortinas de humo: manual de uso, por Jaime Bedoya
Jaime Bedoya

El charlatanismo es una ciencia. Y la ciencia no se improvisa. Las condiciones actuales de vida en el país, inmerso en simultáneas y confluyentes cortinas de humo en ejercicio, obligan a una educación y conciencia sobre las mismas.

Es menester conocer los recursos administrativos que los principios de la distracción y la confusión requieren. Con una somera pero puntillosa inmersión en estos, el discurrir entre la niebla desinformativa se hace llevadero y hasta interesante. Decir “ameno” acaso sería exagerar.
    
De esta manera se facilita, además, el uso amateur de las cortinas de humo para fines menores pero altamente prácticos, tales como lograr que personas ineficientes o desagradables hagan lo que tienen que hacer así no quieran hacerlo (una de las penurias cotidianas de la vida en sociedad).

Lo que sí debe quedar absolutamente claro es la necesidad imperativa de que tanto la elaboración como la gestión de las cortinas de humo han de estar en manos de personas competentes. O por lo menos familiarizadas en su manejo básico (1).

Una campaña de desinformación que derrapa en la impericia o la desprolijidad solo tiene valor como ejemplificación del ridículo y vitrina de la vergüenza ajena (2). Es como encargar una neurocirugía a un farmacéutico, estupendo gestor de la automedicación, pero no por ello galeno.

Un adecuado conocimiento y ejercicio de las cortinas de humo permitirá un tránsito ordenado de las mismas al interior de la sociedad, evitando traslapes que solo generan la estática conocida como ruido político, banda sonora de la política peruana desde hace ya varias décadas. Porque la verdadera función y pureza de la cortina de humo radica en adormecer la opinión pública en virtud del poder anestésico de lo fantasioso, librándola así de la inevitable desilusión frente a la realidad: los líderes no están a la altura de las circunstancias.

Guía Brevísima
a) Cuando el sabio señala la luna, el necio mira el dedo (3). Use el dedo a discreción.
b) La distracción es tan o más importante que la acción: la mayoría de personas solo pueden concentrarse en una idea a la vez.
c) El mejor engaño es aquel que aparenta ofrecer opciones al otro. Una de esas opciones es hacerlo creerse astuto y suspicaz.
d) La capacidad de la gente para elaborar falsas suposiciones basadas en información nula o falsa es ilimitada.
e) Haga lo posible por mantenerla en la mayor ignorancia posible, asegurándole simultáneamente que su opinión es valiosa. 
f) El prejuicio, la dependencia y el desconcierto florecen con mayor entusiasmo ante la amenaza de miedos conocidos.
g) Violencia, inseguridad, crisis económica e inestabilidad política son miedos movilizadores de la opinión pública.
h) En medio del desconcierto mantenga la esperanza viva, pero nunca la satisfaga. Esa dependencia será su fortaleza.
i) La cortina de humo más simple y barata es la expresión facial. Si está triste, sonría; si es culpable, sonría; si no tiene nada que decir, sonría. 
j) Navegar con bandera de cojudo le ha proporcionado innumerables éxitos a no pocos políticos. Otros simplemente tuvieron la suerte profesional de nacer así.

(1)   Lectura obligada: Las 48 leyes del poder, de Robert Greene.
(2)  “No son mis agendas, pero me las han robado”, etc.
(3)  Se le atribuye a Confucio.

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