Leer es estar adelante
Leer es estar adelante
Carlo Reyes Cestti

Un libro puede cambiar una vida. Hace unos días leía un artículo de Mariana de Althaus en el que contaba que de niña "Corazón", de Edmundo de Amicis, le hacía “soñar que algún día escribiría un libro así”. Hoy Mariana, como sabemos, es una notable dramaturga y directora que nos ayuda a enfrentarnos y encontrarnos con nuestro país y nosotros mismos, a través de sus obras teatrales.
    Los libros tienen ese poder: nos permiten soñar y nos empujan a enfrentar la aventura de la vida con valor y empatía hacia los demás. Vivir como nuestras las desventuras de Jean Valjean o “adherir a causas perdidas” —como diría Borges— pero al estilo de los superhéroes de Marvel (los cómics también  cuentan como lecturas) pueden influir decisivamente en la forma cómo nos relacionamos con el mundo y los demás. El efecto casi mágico que ejerce la lectura exige una sola condición: entender lo que leemos. Sin ese ingrediente,  no seremos capaces de transformar en ADN esas palabras escritas que esperan que las hagamos nuestras.
    En el Perú, solo tres de cada diez estudiantes de primaria entienden lo que leen. Siete de ellos viven marginados de la luz de la lectura. Y es muy posible que también estén marginados del acceso a las oportunidades que les presenta un país que todo el mundo  celebra como ejemplo de crecimiento macroeconómico.
    Hace nueve años, la Fundación BBVA Continental inició el programa Leer es Estar Adelante, que busca elevar el nivel de comprensión de los niños peruanos. Comenzamos con 3.200 niños y 50 maestros. Hoy, gracias al apoyo de otras empresas que comparten la visión de la fundación, más de cien mil niños han mejorado su comprensión lectora, y más de 3.000 maestros de 944 escuelas en costa, sierra y selva han fortalecido sus capacidades pedagógicas para promover el entendimiento de sus alumnos.
    Los números son auspiciosos, pero insuficientes. Estamos convencidos de que, si continuamos trabajando juntos con el Estado y la sociedad civil, podemos aspirar a convertirnos en un país de lectores cuando lleguemos al Bicentenario de la Independencia.
    Ahora nos toca lograr nuestra segunda independencia: independizarnos de la ignorancia que genera  pobreza, y convertirla en la libertad que empuja el 
progreso con respeto y tolerancia.

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