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¿Ya podemos reír?, por Jaime Bedoya - 1
Jaime Bedoya

En la revista Time declaró en su portada que había llegado el fin de la ironía. El martes 11 de hace 15 años, Estados Unidos sufría el peor ataque foráneo en su suelo desde Pearl Harbor. Terroristas de Al Qaeda secuestraron cuatro aviones comerciales y los estrellaron con sus pasajeros a bordo. Tres mil personas morirían en la destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York, mientras el horror era transmitido en vivo alrededor del planeta que, al menos en el hemisferio sur, tomaba desayuno frente a eso.

Esa noche, los conductores de los programas nocturnos de televisión norteamericanos, muchos desde Nueva York, no tenían un solo chiste que hacer. Gimoteaban. Era impensable el menor asomo de humor al respecto. Broadway apagó sus luces y se cancelaron los shows.

Al tercer sábado de setiembre "Saturday Night Live", el histórico programa cómico neoyorquino, el "Risas y salsa" del primer mundo, volvió al aire con el semblante sombrío del alcalde Rudy Giuliani rodeado de bomberos y policías que habían sobrevivido al atentado. “Debemos volver a la normalidad”, decía Giuliani. “Si no, gana el terror”. El director del programa, Lorne Michaels, le pidió permiso al aire:

—¿Podemos ser graciosos?

—¿Recién van a empezar a serlo ahora?, respondió el alcalde con una broma.

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Parte del show de stand-up "I kinda like it when a lotta people die" (“Me parece divertido cuando muere mucha gente”) de George Carlin, grabado el día anterior al atentado del 11-S.
 

El humor es tragedia más tiempo, decía el satírico Mark Twain. Es lo que advirtió el escritor Hernán Migoya en un conversatorio público sobre el tema en el Hay Festival de Arequipa, el pasado diciembre, antes de contar uno de los chistes políticamente más incorrectos sobre el Holocausto: Un oficial de alemán está en pleno trance amoroso con una detenida judía, justo al lado de los hornos. El trajín amatorio hace abrir la puerta de uno de estos dejando asomar un cráneo. La mujer dice: “¡Ay, mi marido!”.

Hubo un silencio incómodo en el Teatro Municipal de Arequipa (reí, acepto). Existen investigaciones de la propia comunidad judía en torno al uso del humor como mecanismo de defensa por las víctimas del Holocausto [1]. Los prisioneros tuvieron en el humor autorreferencial un salvavidas extremo, en el que no faltaban los temas sexuales y escatológicos. El catálogo actual de chistes incorrectos sobre el genocidio (capacidad de pasajeros de un Volkswagen, dónde cuadraban sus bicicletas los nazis, etc.) es copioso y conocido a nivel inclusive escolar. Si es que los escolares de hoy aún saben qué es el Holocausto y no lo relacionan con Pokémon Go  y un episodio de wifi gratuito e ilimitado.

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El en ese entonces alcalde de New York Rudy Giulani en el programa cómico "Saturday Night Live", 3 semanas después del atentado.

Al tercer sábado de setiembre

Es menester aplicar la teoría de la violación benigna, que supone que hay un momento y un tiempo precisos para reírse de algo malo, a la receta de Twain. Esta teoría concluye lo siguiente: si la distancia entre el hecho y el chiste es muy poca, el humor ofende. Si la distancia es demasiada, aburre.

A 15 años del ataque a las Torres Gemelas, recién van a lanzar al aire un stand-up del cómico George Carlin, fallecido en el 2008, llamado “Me parece divertido cuando muere mucha gente”. Una negra exploración en la fascinación mediática norteamericana con la muerte como espectáculo que debió haber salido luego del ataque del 11S. Incluye un chiste sobre aviones que caen por efectos de pedos de Al Qaeda.

Inversamente, a más de 20 años de la captura de Abimael Guzmán, es difícil registrar humor respecto al terrorismo en el Perú. Aparte de la ocurrencia criolla de bautizar como coche-bomba a un trago de La Parada con el potencial de destruir el estómago del bebedor, y del chiste misógino de ¿qué dice una terruca cuando hace el amor? [2], no hay mucho más. Esto agrega una variable a la teoría de tiempo y oportunidad. Podría tener que ver con la calidad del luto, la reconciliación y la compensación judicial aún pendientes entre nosotros. Bin Laden fue ajusticiado, legal o ilegalmente, pero muerto está. En el Perú hay terroristas que podrían ser liberados pronto, a la vez que víctimas del Estado que recién reciben una justicia tardía y maltratadora. Véase Accomarca.

El oportuno alivio cómico proviene adecuadamente de otro chiste testeado por la academia norteamericana, que tiene dinero y tiempo para esas cosas, respecto a uno de las ocurrencias más elegantes del mundo:

Un señor regresa tarde a su casa y encuentra un caracol deambulando por su sala. Sin mediar palabra alguna lo coge, abre la puerta, y lo deja en la vía pública cerrando de un portazo. Seis años y medio después suena un leve golpe en la puerta. El señor abre la puerta. Es el caracol. Está furioso: ¿Me puedes explicar qué diablos te pasa?

Fino y tierno.

[1] Ejemplo:

[2] No provoca poner la respuesta.