Katharine Houghton y Sidney Poitier protagonizaron "Adivina quién viene a cenar" (1967) La película fue una de las pocas de la época en presentar positivamente un matrimonio interracial, históricamente ilegal en la mayoría de los estados de Estados Unidos.
Katharine Houghton y Sidney Poitier protagonizaron "Adivina quién viene a cenar" (1967) La película fue una de las pocas de la época en presentar positivamente un matrimonio interracial, históricamente ilegal en la mayoría de los estados de Estados Unidos.
/ Moviestore/REX/Shutterstock
Marcela Robles

“Tú te ves a ti mismo como un hombre negro, mientras yo me veo a mí mismo (solo) como un hombre”. Interpela el personaje de John Prentice (Sidney Poitier) a su padre (Roy E. Glenn) en el filme “Adivina quién viene a cenar”, estrenado en 1967. Al mismo tiempo que interpela a toda la audiencia de hoy y de entonces acerca de un tema como el racismo, sobre el que todavía hay mucho por escalar. Estamos frente a una historia que narra la entonces polémica relación entre un hombre afrodescendiente (Poitier) y una mujer blanca (Katharine Houghton) y lo que implica, en los Estados Unidos de entonces, que ella lleve a su novio a casa de sus padres.

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Si Sidney Poitier no hubiera existido, habría que inventarlo. Aunque casi no lo logra, porque el parto se adelantó y le auguraron pocas probabilidades de sobrevivir. Afortunadamente, para todos los que disfrutamos de su talento e invencible carisma, no solo lo consiguió, sino que vivió una vida acorde con sus valores y creencias y se convirtió en un actor de culto, querido y respetado por un público que hasta entonces no concebía que los afroamericanos podían interpretar papeles que no fueran esclavos o delincuentes.

Un gran año

Uno de sus años estelares fue 1967, en el que se estrenaron tres películas que lo consagraron como una indiscutible estrella de Hollywood: “Al maestro con cariño”, “Al calor de la noche”, en la que se batió en un duelo actoral con el formidable Rod Steiger, y “Adivina quién viene a cenar”, donde se enfrentó a dos leyendas como Spencer Tracy y Katharine Hepburn.

Es conocida la anécdota sobre la presión que sentía Poitier al interactuar con la célebre dupla, lo que provocaba por momentos que olvidara sus líneas, imagino que al borde de un ataque de nervios. Al actor no se le ocurrió mejor idea que pedirle al director, Stanley Kramer, que le permitiera filmar una escena en especial sin la presencia de los actores en el set. Kramer accedió y Poitier dijo su parlamento frente a dos sillas vacías sin perder un ápice de credibilidad. En ese entonces, la salud de Spencer Tracy estaba ya sumamente deteriorada, por lo que idearon un horario especial para las escenas en las que intervenía, lo que le permitía tener muchas horas libres e hizo posible el requerimiento de Sidney. “Adivina quién viene a cenar” fue el último filme de Spencer Tracy, quien falleció 17 días después de terminado el rodaje. Hepburn, su amante, amiga y cómplice durante los últimos 26 años de su vida, no asistió al estreno debido al dolor que le causaba su pérdida. Pero esa es otra historia.

“Adivina quién viene a cenar” estuvo entre las primeras películas que de diversas maneras abordaron la convulsionada situación racial en EE.UU. En el año de su estreno, acababa de terminar la prohibición de los matrimonios interraciales, aunque otros derechos todavía les estaban denegados, y había (hay) un larguísimo camino por recorrer. Justamente, durante ese año viajé por primera vez a Estados Unidos, muy joven aún. Recuerdo que al subir a un autobús me dejó sin respiración la barrera invisible pero incontestable que separaba a dos razas por el color de su piel: los afroamericanos se sentaban en la parte trasera, ya que no podían compartir asientos con los blancos. Jamás olvidaré esa imagen que me causó un desasosiego que hasta hoy me persigue.

Sidney Poitier, primer actor afroamericano en ganar un Oscar, falleció a los 94 años. (Foto: AFP)
Sidney Poitier, primer actor afroamericano en ganar un Oscar, falleció a los 94 años. (Foto: AFP)

El color del éxito

Sidney ya había pisado el primer peldaño de la fama en 1964, al obtener el Óscar a Mejor Actor Protagónico por “Los lirios del valle”, de Ralph Nelson, lo cual lo convirtió en el primer actor afrodescendiente en recibirlo. (La primera actriz en lograrlo fue Hattie McDaniel en “Lo que el viento se llevó”). Aunque había dado sus primeros pasos en la actuación sobre las tablas de Broadway, debutó en el cine bajo las órdenes de Joseph L. Mankiewicz en “No Way Out”, a los 23 años.

Su familia era originaria de Las Bahamas, pero él nació en Miami, Florida, durante un viaje que sus padres realizaron a EE.UU. Eso le permitió acceder a la ciudadanía estadounidense y conservar la bahameña. Actor, director, productor, activista y diplomático (fue designado embajador vitalicio de Las Bahamas en Japón en 1997), Poitier dedicó su vida y su carrera junto a otros colegas a reivindicar los derechos humanos y la lucha contra la discriminación hacia la cultura afro.

Participó en más de cincuenta películas y fue merecedor del prestigioso Premio Cecil B. DeMille en 1982, y el Óscar Honorífico a su trayectoria en el 2002. Falleció a los 94 años en su residencia de California. Como legado, dejó un mensaje integrador que firmó con su indeleble huella digital. Por lo que merece un aplauso de pie. Y aquí lo tiene.

Además…
¿Sabías que...?
  • En 2017, en el aniversario 50 del estreno de la película, la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos la seleccionó para su preservación en el National Film Registry.
  • Spencer Tracy murió 17 días después de finalizado el rodaje de esta película.

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