Esta semana la cinefilia nos lleva a visitar el proyecto que apuesta por unir el cine latinoamericano hablado en español: el portal Retina Latina. En él encontramos dos de nuestras recomendaciones: María T-ta (2018), un documental sobre la vida de la música que removió la escena under limeña a fines de los años 80 y Alias 'La Gringa’, película peruana de 1991 de muy respetable factura. Completa la lista Chavela, un documental emotivo y volcánico como su protagonista, la mítica Chavela Vargas. Este último está en Netflix. Esta semana las recomendaciones son una invitación para viajar al pasado.
María T-ta (13′ 20′′) de Noelia Vallvé. Lima, 2018
Noelia Vallvé Cancho, directora el documental peruano María T-Ta (2018), ha colaborado en la organización Docuperú y ha sido gestora en la red de artistas de Pueblo Libre (RAPL). También es co-creadora y gestora de Casa Bagre, espacio contracultural transfeminista. Ante la crisis económica, política y social de los 80 surge el movimiento subte, conformado por artistas de distintas disciplinas, entre ellos jóvenes rabiosos que utilizan el punk como herramienta de protesta. Este mundo ‘progre’, pero claramente machista se ve transgredido con el ingreso de una mujer que lucha en un momento en que las armas predilectas dejaban cuerpos detrás. Odiada, amada y mitificada, lo cierto es que Maria T-ta marca un punto de inicio para la lucha que aún llevamos sobre los hombros.
Estamos frente a un cortometraje poderoso, como su protagonista. Patricia Roncal tomó la escena under limeña bajo el nombre de María T-ta, y se enfrentó con valentía y arrojo al mandato del “deber ser” que la rondaba entonces, como mujer y como cantante. Se trata de un breve repaso a su vida y a lo que significó su presencia y su ausencia para la escena musical alternativa que no se escapaba —¿aún no lo hace?— del machismo y del paternalismo.
Chavela (1h 33′) de Catherine Gund y Daresha Kyi. 2017
Sinopsis: De espíritu rebelde y libre, la cantante de rancheras Chavela Vargas desnuda el alma a través de sus canciones y desafía todos los estereotipos en este documental que explora su vida en un viaje a través de su propia voz entre la soledad, los amores, el anhelo de conquistar su México querido y sus últimos años de vida.
¿Por qué verla? Es difícil no enamorarse de la fuerza y la ternura que transmitía Chavela Vargas en cada canción, en cada actuación. Daba ganas de abrazarla y decirle que no sufra más, y al mismo tiempo agradecerle por regalarnos el soundtrack perfecto, en cuanto a temas y formas de interpretarlos, para acompañarnos en nuestros momentos más dolorosos. “Chavela nació con una herida abierta”, dice en este documental una de las personas que la conoció de cerca. “Las cosas eran así con la señora”, dice quien fuera su gran amor, la abogada Alicia Pérez, mientras cuenta que terminaron su relación tras una pelea en la que Chavela la agarró del cabello y le arrancó un mechón. El alcoholismo de Chavela, el dolor de Chavela, la necesidad de que la quieran, Chavela. La cantante, nacida en Costa Rica, toda su vida buscó el amor que su familia le negó desde pequeña y este documental no hace sino involucrarnos en esa búsqueda y en la dicotomía que supuso ser tan frágil y arroparse de esa fragilidad para hacerse fuerte. Ser mujer no le facilitó las cosas. Ser lesbiana, menos, pero nunca dejó de dar batalla, nunca pidió permiso ni pidió perdón por ser quien fue. La necesidad de ser querida se mezcla con la necesidad de querer. Chavela quiso la vida y la vivió con las entrañas, y en este documental somos testigos de ello gracias a los testimonios de aquellas personas que vivieron a su lado en los mejores y peores momentos de su vida. España le ayudó a reconciliarse con la alegría de vivir, y ahí están los testimonios de sus amigos más cercanos —entre ellos, Pedro Almodóvar— para demostrarlo. Un buen uso de imágenes de archivo, entrevistas, conciertos y fotos, visten la historia de una mujer que no nació para pasar desapercibida. Está en Netflix.
Alias ‘La Gringa’ (1h 36′) de Chicho Durant. Lima, 1991
Sinopsis: Después de escaparse de la cárcel, ‘La Gringa’ está a punto de huir del país. Pero al enterarse de que su compañero de prisión, un profesor universitario que le salvó la vida, está volviéndose loco en la cárcel, decide regresar y ayudarlo a escapar. La Gringa llega a la prisión cuando unos presos acusados de terrorismo se han amotinado.
¿Por qué verla? Los dramas carcelarios y las películas de delincuentes que retratan fugas o la planificación de un asalto u otro crimen similar, tienen la virtud de hacernos empatizar con el protagonista a pesar de que este no comparta los valores de un héroe tradicional. Y en Alias ‘La Gringa’ no es difícil empatizar con Jorge Venegas, ‘La Gringa’, interpretado por Germán Gonzales. Estamos frente a una historia basada en la vida de Guillermo Portugal Delgado, delincuente experto en fugas que recibió ese apodo porque en una ocasión se disfrazó de extranjera rubia para lograr huir de una cárcel. Pero ese no es el único acercamiento a la realidad que ofrece la película: además de la obvia referencia a la masacre que sucedió en la isla - cárcel “El Frontón”, cada escena rodada en las calles de Lima ofrece un testimonio fresco de cómo vivía la capital entonces, cuando la violencia cotidiana se mezclaba con la violencia terrorista; cuando la informalidad y la pobreza explotaron; cuando el terrorismo era una sombra escondida en cada esquina. Es meritorio lo que hace Alberto Durant con este trabajo, al hacer que los escenarios también cuenten la historia, redondeando ideas. Sin embargo, esta violencia es el cerco que rodea al tema central, la lealtad en las relaciones. Y no me refiero solo a la lealtad de Julia, la novia paciente y abnegada de ‘La Gringa’, sino a las relaciones amicales que este establece en la prisión, y por las cuales llega a poner en riesgo su propia vida y libertad. Cosa que, por cierto, dice que no podría hacer por Julia. Aunque la película no pase el test de Bechdel, la recomiendo con entusiasmo, pues se trata de una película que nos lleva a la cotidianidad de una década en la que el Perú no lograba entenderse y la capital era más que nunca consciente de su existencia como un monstruo de mil cabezas. Disponible en Retina Latina.