Hermanos Daniel (marron) y Diego Vega presentan pelicula El Mudo.

Foto Victor Idrogo
Hermanos Daniel (marron) y Diego Vega presentan pelicula El Mudo. Foto Victor Idrogo
/ VICTOR IDROGO

Los hermanos Daniel y Diego Vega han logrado hacer, en menos de diez años y con solo tres películas, de su apellido una marca. Su primer trabajo, Octubre (2010), llegó a nuestras salas con excelentes credenciales tras obtener el Premio del Jurado en el Festival de Cannes de ese año en la sección “Una cierta mirada”. Su segunda película, El mudo (2013), aunque no fue precisamente exitosa en nuestra cartelera —lamentablemente solo se proyectó durante dos semanas—, tampoco pasó desapercibida para la crítica internacional. Con estos antecedentes La bronca, su tercer trabajo, despierta, por lo menos, curiosidad. Ya ha sido vista por algunos durante la última edición del Festival de Cine de Lima, pero su estreno comercial es el próximo 17 de octubre. Sobre estos y otros temas, hablamos en esta entrevista.

¿Cómo nació esta dupla, esta firma de “los hermanos Vega, cineastas”?

Daniel: No es que desde chiquitos pensáramos trabajar juntos. Sucedió que un día mi hermano se me acercó con un billete de cien soles en la mano y me dijo: “Vamos a hacer una película sobre un billete falso que viaja por distintas familias y causa alegrías y tristezas”. Así empezó Octubre y así empezamos a trabajar juntos.

Diego: Solemos decir que no nos imaginamos trabajando el uno sin el otro, aunque sí hemos hecho proyectos por separado. El caso es que si a mí me interesa un tema y escribo algo, lo primero que haré será dárselo a mi hermano para que lo vea. Si la cosa prende, empezamos a conversar, a desarrollarla juntos, y la cosa fluye siempre de forma muy natural.

Daniel: No es que siempre estemos de acuerdo en todo, pero me quedo con una frase de Fernando Bacilio, protagonista de El mudo, quien dijo: “Es increíble, los dos tienen la misma película en la cabeza”. Que podamos transmitir la misma idea creativa a los actores y al equipo..., creo que significa que estamos haciendo bien las cosas.

Octubre, su ópera prima, ganó un premio en Cannes. ¿Qué significó esto para la idea que tenían de cómo sería su carrera en el cine?

Diego: Nunca habíamos pensado que podríamos hacer carrera como cineastas. Ambos entramos un poco tarde al mundo del cine, y cuando empezamos Octubre, yo trabajaba en una naviera. Quería hacer la película, pero también necesitaba subsistir. Postulamos como cinco veces a fondos del Estado para desarrollo y no ganamos nada, pero obtuvimos un premio de Ibermedia y con eso empezamos. Al terminar Octubre vimos que podíamos seguir en carrera, hacer más películas. Antes, no lo veíamos

Daniel: Analizando con objetividad, tuvimos muchísima suerte. Trabajamos con la intuición, no sabíamos bien si estábamos siguiendo el camino correcto.

Ahora, ¿tienen más claro el camino que quieren seguir en el cine?

Daniel: No sé si suena muy naif decir esto, pero Diego y yo hacemos el cine que nos sale. ¿Si es cine comercial o de autor? Tengo problemas con eso. ¿Un autor no puede ser comercial? Para mí un autor es quien logra que el espectador note que hay una idea detrás de la película que está viendo.

La historia de La bronca, su nueva película, nace de una situación personal y se enmarca en una época complicada de narrar tanto en el ‘discurso oficial’ como en la ficción: el terrorismo. Hablan de distintos tipos de violencia, ¿cómo construyeron la historia?

Diego: Efectivamente, La bronca habla sobre distintos tipos de violencia y se enmarca en la época del terrorismo, pero no es una película sobre la violencia terrorista. Se enfoca en un tipo de violencia y sucede en una época que resuena en la historia, influye en los personajes. Nace de una experiencia personal de Daniel que también fue una experiencia importante para nosotros, pero esa situación es solo el detonante para crear nuestra ficción.

Daniel: En 1991 viajé a vivir con mi papá, nunca había vivido con él y fue un tema complicado para mí. No todo lo que se ve en la película sucedió, pero las emociones que tratamos de mostrar, el desencuentro entre padre e hijo, sí es real. Y sobre eso debo decir que veinte años después las cosas se ven de otra forma.

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