Lastenia Larriva de Llona impulsó una educación religiosa y conservadora para las mujeres del siglo XIX.
Lastenia Larriva de Llona impulsó una educación religiosa y conservadora para las mujeres del siglo XIX.
Diana Gonzales Obando

Cinco años antes de su muerte y estando casi totalmente ciega y enferma, Lastenia Larriva de Llona (1848-1924) publicó el que sería el primer libro de relatos escrito por una peruana y el mejor de toda su obra narrativa y periodística: "Cuentos" (1919).

Pensado tal como se concibe un conjunto de cuentos moderno (sin agregados de poemas, cartas, oraciones u otros textos de diversos géneros, como era usual en la época), Larriva publicó 14 relatos trabajados, aparentemente, durante varias décadas: “Con una situación económica precaria, publicar no era una de sus prioridades”, comenta José Donayre, editor de la versión contemporánea de Cuentos (Maquinaciones, 2019), un libro que ya estaba en el olvido.

Cuando era niño veía este título en la biblioteca de mi abuela y sus ilustraciones tétricas me causaban inquietud”, recuerda Donayre. Fueron tres razones por las que se animó a rescatarlo: se cumplen cien años de su primera edición; simboliza las dificultades que padecieron las mujeres para publicar en aquella época; y porque la autora organizó este libro con un concepto moderno, lo cual refuerza su valor: “Lo que hace Larriva es más reflexivo. Le pone de título Cuentos; es decir, era inobjetable su interés por publicar narrativa. Eso marca la diferencia”, agrega.

Cuentos (1919) escrito por Lastenia Larriva
Cuentos (1919) escrito por Lastenia Larriva

–Diálogos paranormales–
Muertos vivientes y voces de ultratumba en una Lima chismosa, religiosa y conservadora conviven en el conjunto. Menciones a orgías, infidelidades y el primer caso de peste bubónica son algunas de las imágenes que sacuden la lectura de este libro, cuentos que vienen acompañados de las perturbadoras ilustraciones de Juan Manuel Cárdenas Castro, las mismas del volumen original. En “Cuento del sepulturero”, por ejemplo, Larriva establece una atmósfera similar a la creada por Julio Ortega en Adiós, Ayacucho o Juan Rulfo en Pedro Páramo, le da voz a los muertos que desesperados claman volver a la vida: “—Vosotros todos habíais cumplido vuestra misión en la tierra —sollozaba otra voz de mujer—, pero ¡yo que he muerto a los dieciocho años! ¡Yo que he dejado a mi novio en la más horrible desesperación!... ¡Yo soy la que tengo el derecho de reclamar unos años más de existencia!”, protesta una joven dentro de su cajón.

Pero Larriva no se aleja de su posición ideológica religiosa y moralista. Al contrario, en estos relatos hay un afán aleccionador, como en “El niño Jesús de Teodoro” o “Una fiesta en el cielo”. Ella fue una fervorosa defensora de una educación conservadora y católica para las mujeres, razón por la que tuvo conflictos públicos, a través de diversos diarios, con otras escritoras de su generación como Clorinda Matto y Mercedes Cabello.

Al respecto, la investigadora Isabelle Tauzin-Castellanos escribió, en el ensayo “Acerca del conformismo de Lastenia Larriva de Llona”, que los principios de su obra se preocupaban por “mantener el orden social, aceptar la dominación masculina y preservar la ortodoxia religiosa […] durante cuarenta años”. Sin embargo, para Tauzin, lo más interesante de la propuesta literaria de la escritora son sus relatos fantásticos: “... una línea de escritura que coincide con las orientaciones de la prosa modernista y decadentista de los peruanos Valdelomar y Clemente Palma, entre otros autores novecentistas”, escribe.

Retrato de Lastenia Larriva de Llona
Retrato de Lastenia Larriva de Llona

–Lastenia en el siglo XXI–
¿Cómo viene siendo recibido este rescate? Le consultamos a Elton Honores, especialista en literatura fantástica, sobre su valor en 2019: “Es importante por cuanto la formación de la tradición fantástica peruana es aún desconocida, y más aún la escrita por mujeres”. Se trata de “un desconocimiento histórico ––continúa Honores––, que proviene de quienes ejercen los denominados estudios literarios, y también por la casi nula función de difusión y rescate de este tipo de obras por parte de las ‘grandes’ editoriales”.

Es así que Honores celebra esta edición seria y necesaria de José Donayre. “El libro posee una estética romántica y por momentos modernista, en el que convergen lo fantástico-maravilloso con cierto costumbrismo limeño. Además de los cuentos de Clemente Palma o Valdelomar ––por citar a los más difundidos del periodo––, podemos integrar a Larriva como pionera, en ese tránsito hacia la modernidad de los años cincuenta”.

Aunque siempre se mencione su nombre en las investigaciones de la generación de peruanas intelectuales del siglo XIX, Larriva no destacó como otras representantes. Es muy probable que esta ‘nueva’ lectura enriquezca nuestra ya exquisita tradición literaria y su nombre comience a destacar en las antologías de cuentos fantásticos latinoamericanos.

Contenido sugerido

Contenido GEC