Manifestación de mujeres musulmanas en India, en 2018. "La idealización establece que el Corán ya reconoce la dignidad y la igualdad de la mujer, que no hay nada que cuestionar y que hacerlo es baladí., pero la demonización, que sostiene que el Islam es la raíz de todos los males de las mujeres musulmanas, es reduccionista y prejuiciosa", precisa Vanessa Rivera de la Fuente )Foto: EFE/ Divyakant Solanki)
Manifestación de mujeres musulmanas en India, en 2018. "La idealización establece que el Corán ya reconoce la dignidad y la igualdad de la mujer, que no hay nada que cuestionar y que hacerlo es baladí., pero la demonización, que sostiene que el Islam es la raíz de todos los males de las mujeres musulmanas, es reduccionista y prejuiciosa", precisa Vanessa Rivera de la Fuente )Foto: EFE/ Divyakant Solanki)

Encontré a Vanessa Rivera de la Fuente, investigadora y especialista en capacitación y proyectos en equidad de género y desarrollo organizacional, a través de una investigación suya sobre el feminismo islámico. Vanessa es chilena, musulmana y feminista. Y una mujer que lucha constantemente por la igualdad de todas las mujeres.

Aceptó una entrevista con El Comercio para resolver algunas dudas sobre el feminismo islámico, más allá de los clichés y los prejuicios con los que podemos mirar a las mujeres musulmanas desde la cultura occidental.

1. Entiendo que es de extremistas y machistas el decir que el Corán manda la sumisión de la mujer, pero en tu texto sobre el feminismo islámico leo pasajes del Corán que hablan de los derechos de las mujeres, lo cual me lleva a la pregunta: Si el libro sagrado habla de los derechos de la mujer, ¿Cuáles son los argumentos o en qué sustentan sus interpretaciones los extremistas para no reconocer la existencia de dichos pasajes? ¿Cómo, si se supone que interpretan el Corán al pie de la letra, omiten esa parte tan importante?

Cada persona interpreta lo que lee de acuerdo a sus propias motivaciones y formas de mirar el mundo. Las escrituras religiosas no escapan a eso. Hay personas, como el fiscal Jeff Sessions en Estados Unidos, que han usado la Biblia para justificar el racismo y la opresión contra los inmigrantes latinoamericanos; otras, como Desmond Tutu en Sudáfrica, han usado la Biblia para promover un mensaje de liberación para las personas negras. En el Islam pasa lo mismo, hay predicadores como Zakir Naik que justifica el sometimiento de las mujeres. Por otro lado, Mohamed Taha, un teólogo Sudanés, reivindicaba los derechos de las mujeres y nuestra igualdad sociopolítica ya en la década de los 50. Es la misma Biblia, el mismo Corán, y es probable que lo mismo pasa con la Torá … ¿Cuál es la diferencia? La intención y motivaciones de quien lee y su capacidad para hacer de su opinión una situación generalizada. No hay que olvidarnos que la religión tiene una función política: Puede ser usada para someter o dignificar. Las interpretaciones machistas y deshumanizantes de las mujeres, son comunes a todo el mainstream teológico y no es casualidad que, en todas partes, esas lecturas machistas estén apoyadas por el poder económico y político, que hace de las religiones un poder más. Lo que cabe preguntarse es ¿Por qué hay poderes interesados en la hegemonía de algunas lecturas por sobre otras? ¿A quién le interesa mantener a las mujeres sometidas, a los inmigrantes discriminados o legitimar la supremacía blanca? ¿Quiénes ganan con esta forma de ver el mundo? y luego ¿Por qué deberíamos tolerar que esa forma de ver el mundo sea la única posible dentro de las religiones? y ¿Pueden las mujeres de esas religiones reclamar su derecho a elaborar nuevas narrativas que las favorezcan a ellas y a otros grupos marginalizados?

2. ¿Podrías desarrollar qué peligros representan los discursos tanto la idealización como la demonización de las mujeres musulmanas y su relación con la religión?

Tanto la idealización como la demonización le niegan a las mujeres musulmanas su agencia como sujeta crítica y su capacidad para explicar sus realidades, lo cual nos expone a múltiples violencias. La idealización establece que el Corán ya reconoce la dignidad y la igualdad de la mujer, que no hay nada que cuestionar y que hacerlo es baladí. Sin embargo, esto no es coherente con prácticas discriminatorias contra las mujeres, que no tienen sustento en el Corán, como la prohibición de entrar o hablar en algunas mezquitas, la imposibilidad de ocupar cargos de liderazgo espiritual o los espacios de culto segregados. La historia misma del Islam contradice estas prohibiciones, donde encuentras mujeres educadoras, juristas y místicas reconocidas por la comunidad de su época. La demonización, que sostiene que el Islam es la raíz de todos los males de las mujeres musulmanas, es reduccionista y prejuiciosa. Primero, porque la condición de las mujeres en distintos contextos y sociedades, no puede ser descrita por un factor único: La religión, pero también la política, la economía, la distribución de los roles de género, la raza, la clase, las redes de apoyo, el nivel educacional, el desarrollo de la ciudadanía y la relación con el estado como garante de derechos, son factores a considerar. Segundo, esta perspectiva está construida desde los centros de poder y conocimiento, de un mundo con privilegios históricos para definir sus propias verdades como universales. Los mismos que hoy dicen que las mujeres musulmanas necesitamos ser salvadas, antes dijeron que los Incas, Aztecas y Mayas eran salvajes ignorantes. Mi pregunta es la misma que se hacía Fátima Mernissi: “¿Quienes ganan con los estereotipos sobre las mujeres musulmanas?¿Por qué necesitan una representación tan reduccionista y mutilada?”

3. ¿Has estudiado el Corán directamente desde el feminismo?

Yo he estudiado el Corán a partir de las propuestas metodológicas de Mohamed Taha y Amina Wadud, principalmente, centradas en principios de igualdad, justicia, compasión y valoración de la diversidad, entre otros, elementos que ambos estudiosos identifican como parte de la narrativa del Corán como escritura revelada. Amina Wadud es la más conocida a nivel mundial, porque habla directamente de una hermenéutica centrada en las mujeres, con enfoque de género. Amina Wadud reivindica e insiste en que las mujeres somos sujetas de experiencias religiosas y productoras de conocimiento religioso. La religión no es algo que tenemos, sino algo que hacemos y podemos hacerla de una forma que nos favorezca. Su trabajo es fundamental en el activismo feminista dentro del Islam y ha inspirado movimientos a nacionales como Sisters In Islam, una organización de la sociedad civil de Malasia comprometida con la promoción de los derechos de la mujer en el marco del Islam a empujar reformas políticas en su país. Hay muchas estudiosas que han aportado a mi desarrollo en este ámbito, por nombrar algunas: Margot Badran, Ziba Mir Hosseini, la ya citada Fatima Mernissi, Laleh Bakhtiar, que fue la primera mujer estadounidense en traducir el Corán y Kecia Ali, que además se ha transformado con los años en una guía cercana y confiable. Aprendo mucho además de los activismos de muchas feministas islámicas que favorecen el avance de las mujeres dentro y fuera de las comunidades musulmanas: Por mencionar a dos, destaco a Sumayah Soler, feminista islámica y activista contra la violencia machista en Puerto Rico y Marcela Cárdenas, feminista islámica y emprendedora social, creadora de un taller de ropa que emplea a mujeres desmovilizadas de las FARC.

4. ¿Cuál es la principal dificultad a la que se enfrentan las feministas musulmanas en su lucha contra la colonización?

La principal dificultad es la islamofobia, la antipatía u odio hacia el islam que tiene consecuencias concretas en las vidas de las y los musulmanes, que pueden ser discriminados social y políticamente. La islamofobia es común a las miradas coloniales sobre las mujeres musulmanas, sostenidas por las derechas políticas, el mainstream cultural occidental y el feminismo de raíz europea. La Islamofobia se ha convertido en un problema de género porque el discurso islamófobo explota la imagen de las mujeres musulmanas a través de representaciones que la ponen en el lugar de “eterna victima” o de “enemiga”. Con esto, nos objetiviza, nos roba particularidad y agencia. Por otro, porque esta narrativa de animadversión contra el Islam, tiene una fuerte carga patriarcal y racista. Ya sabemos que el Patriarcado siempre atacará, de preferencia, a las mujeres. La identidad religiosa expresada a través del hiyab o velo islámico y la percepción que existe de este, como sinónimo de opresión y extremismo, hace de las mujeres un target reconocible y de fácil acceso para la violencia. La Islamofobia es un tipo de violencia de género con una enorme carga sexista, racista y misógina

5. ¿Qué fue lo que impulsó el nacimiento de los movimientos feministas islámicos en los 90? ¿Cuáles han sido las mayores dificultades en su expansión?

El Feminismo Islámico nace como todo feminismo: Como una respuesta a la dominación patriarcal en un contexto dado en el cual las mujeres se ven afectadas en la igualdad ante la ley, el ejercicio de su ciudadanía o el acceso a derechos iguales en sus países o comunidades. Surge en Irán durante la década de los 90 y luego se desarrolla en distintas realidades. A mi me gusta hablar de feminismos islámicos, ya que si bien compartimos principios comunes, los espacios desde los cuales activamos, con quienes y los objetivos, son diversos. En Malasia o India, por ejemplo, el feminismo islámico está centrado en reformas legales en materia de derecho de familia. En Europa, su ocupación es la Islamofobia y la no discriminación de las mujeres por el uso del velo o hiyab. En América Latina, las feministas islámicas hemos articulado con mujeres feministas de otras religiones o bien feministas interseccionales y decoloniales. Sobre la expansión, creo que las redes sociales han significado una oportunidad para difundir nuestros activismos, promover representaciones de las mujeres musulmanas más allá de los estereotipos y articular con otras feministas.

El mayor retroceso para las mujeres afganas se dio cuando los talibanes impusieron su versión radical de la ley islámica entre 1996 y 2001. Los derechos sociales y económicos recuperados en estas dos décadas corren peligro. (Foto: AFP)
El mayor retroceso para las mujeres afganas se dio cuando los talibanes impusieron su versión radical de la ley islámica entre 1996 y 2001. Los derechos sociales y económicos recuperados en estas dos décadas corren peligro. (Foto: AFP)
/ WAKIL KOHSAR

6. ¿Cómo ve una feminista islámica la fe desde el feminismo? ¿Hay algún tema que el feminismo islámico no acepte de otros feminismos? (el aborto, la transexualidad, por ejemplo)

Puedo responder como yo veo la fe. Para mi la fe es distinta de la religión, en primer lugar. La fe es verbo, es la coherencia entre lo que yo digo que creo y lo que hago, es lo que creo y los principios que motivan mi transitar en este mundo. Por lo tanto, mi fe se expresa en una ética de vida. Lo espiritual no está limitado a ritos, vestimentas o espacios: Todas nuestras experiencias son espirituales, no sólo las que tienen que ver directamente con las creencias religiosas, también el dolor, el miedo, el amor, nuestra relación con otros seres humanos y la forma cómo lidiamos con las dificultades, la pérdida y el duelo. La fe es una apuesta a la vida. Nos movemos porque creemos. Todas y todos, vivimos como acto de fe.

El aborto es legal en la mayoría de los países musulmanes. Hay países en los que el procedimiento es legal en casos de riesgo para la vida de la madre y/o de salud física o mental, violación e inviabilidad fetal, considerando todas o algunas de estas causales en su legislación sanitaria. El aborto totalmente libre rige en tres países musulmanes: Túnez, Turquía y Barhein.

Los activismos por la inclusión de las personas LGTBQI es parte de las reivindicaciones de los feminismos islámicos. Muhsin Hendricks y Ludovic Zahed son teólogos gay musulmanes que han sido pioneros en abrir debates y espacios para el reconocimiento de las diversidades sexuales como participantes válidos y legítimos de la comunidad musulmana. Al respecto, también hay un desarrollo hermenéutico que lo respalda, que es concordante con lo que se hace también en comunidades cristianas y judías

7. El uso del velo se ha convertido en un tema importante en el debate occidental sobre el entendimiento de los feminismos islámicos, pero ¿Cuál debería ser el enfoque de este debate, dado que algunas mujeres lo usan con libertad y otras se ven obligadas a usar burkas u otras formas de cubrirse por completo?

El uso del velo es un tema en el debate occidental, pero no es el problema principal de las mujeres musulmanas que están sometidas a su obligatoriedad en países como Irán o Arabia Saudita. El velo obligatorio es la expresión de otras limitaciones y controles sobre el cuerpo de las mujeres que se relacionan con sus derechos civiles y políticos, la autonomía económica y la libertad de elección. Es la ciudadanía de las mujeres la que se ve afectada de manera transversal y la imposición del velo es la expresión más visible. No obstante, usar el velo significa cosas diferentes para cada mujer y creo que es importante escuchar a las mujeres al respecto. La investigadora Mayra Valcárcel desarrolló una investigación sobre el uso del velo en mujeres musulmanas en Argentina. Sus razones son diversas, pero todas respetables.

El centro de la cuestión no es el velo en sí, es la autonomía corporal de las mujeres en tanto ciudadanas, autonomía que no sólo tiene que ver con lo que vestimos. El cuerpo es el vehículo de las experiencias en esta vida y además es territorio primario de derechos. Para pensar, para trabajar, para sentir, yo necesito mi cuerpo y lo necesito sin intromisiones. Restringir la autonomía corporal de las mujeres es limitar nuestra ciudadanía. Somos sujetas políticas, nadie debería decidir sobre nosotras: “Mi cuerpo, mi decisión” es una reivindicación transversal para todas las mujeres del mundo, para las mujeres musulmanas también, por ende, nadie debería imponer sobre mi un velo que no quiero cargar u obligarme a no llevar el que decidí usar. Como feminista islámica, creo en la idea radical de que las mujeres somos personas y promuevo la igualdad sustantiva que como mujeres nos corresponde en nuestras sociedades; trabajo para crear comunidades justas y solidarias, donde las mujeres tengamos oportunidades de realización individual y colectiva… y reivindico nuestro derecho a rebelarnos furiosamente ante toda imposición y narrativa que niegue nuestra humanidad, venga de donde venga.

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