Algunas de las ofertas del café Contra. (Fuente: @contra_______/Instagram)
Algunas de las ofertas del café Contra. (Fuente: @contra_______/Instagram)
Javier Masías

Javier Masías es un periodista gastronómico coautor de “Bitute”. También ha aparecido en la serie “Street Food” de Netflix. Pueden encontrar sus reflexiones sobre los artes culinarios en su cuenta de Instagram @omnivorus.

En días como estos, de confrontación y verborrea, ser amable es dar la contra. Contra el intercambio sin argumentos que escala veloz al sinsentido. Contra el cielo ominoso de un invierno gris. Contra la arrogancia y el ego disparado en la cocina y los debates. En mesas a punto de estallar, la sonrisa aplaca el ánimo y pone límites.

Pienso esto en un café nuevo llamado precisamente Contra, mientras como un sándwich de kimcheese, una mezcla incidental de kimchi y queso burgos. El lugar funciona en las áreas sociales de un pequeño hotel boutique llamado Attalea, y representa la reinvención salvadora del espacio, al menos mientras esperan que los turistas vuelvan con la frecuencia de antes. No tienen espreso pero sí otros métodos de extracción de café –yo tomé un filtrado y he probado un buen cold brew–, y la cocina se vertebra en una carta minúscula de cinco sánguches y cinco gracias más ligeras –un yogurt con granola, un porridge vegetariano, un tostón de palta, una ensalada y un french toast–. Esta carta funciona todo el día y acompaña incluso la copa de la tarde, normalmente un vermut, algo de coctelería, vino o una cerveza artesanal. Si la pasa bien probablemente quiera llevarse a casa algo de esa alegría en la forma de una de las barras de chocolate de Lola & the gang, elaboradas por los mismos propietarios. Total, el chocolate da felicidad dice la ciencia, San Valentín y las tortas de los cumpleaños.

“Alegría”, pienso, mientras una de las dueñas, Camila Novoa, me trae con una sonrisa un sándwich de pastrami y sauerkraut de col morada y yacón. Si no es Camila te atiende Rubén Luna, su socio, y se agradece que siempre esté al menos uno de ellos y que toda la atmósfera del espacio respire esa misma energía. El escenario está repleto de elementos decorativos, plantas y arte. El soundtrack es cien por ciento feel-good-music, y parece venir no de los parlantes sino de los propietarios.

Pero usted no ha llegado a esta parte del texto para saber si esta gente es simpática o si los muebles son lindos, sino si la comida está buena. Ni Camila ni Rubén son cocineros. La solución de la carta es la más sensata en ese escenario: usar los mejores productos posibles y aplicarles los procesos más sencillos para no estropearlos. Apenas tuestan el pan, abren frascos y aplican una que otra cosa, así que si no hay torpezas las bondades de sus productos deberían transferirse al resultado final. Son jovensísimos emprendedores aprendiendo a trabajar con jovensísimos proveedores, así que a veces las cosas fallan por ese lado: falta un pan y usan otro, o un ítem de la carta no está porque no llegó el de la burrata. Pero a veces falla también la cocina.

Como en el kimcheese, el sándwich con pastrami tiene las esquinas muy tostadas, y si no fuera por eso, sería uno de los mejores de la ciudad. En otra ocasión probé el de roast beef, delicioso, pero esa vez inadecuadamente poco tostado, “para no quemarlo”, me dijeron con una sonrisa que, recuerdo ahora, ilumina la sala desde la cocina. Es que esta gente es encantadora. Y la conversación ha sido otra vez agradable, ligera y provechosa. Estoy feliz, y me la he pasado genial, y por más que no me siento en el paraíso gastronómico sino en un lugar lindo con buenos productos, caigo en la cuenta del valor de la alegría, que diluye los errores, mitiga las ansias y resuelve hasta los errores más visibles, como la esquina demasiado tostada de un pan de otro modo impecable. La cuenta sale un poco más de sesenta, y dos personas pueden comer algo por la tarde –sin vino–, por ese monto. En un día gris de ominosa medianía, ¿qué precio le pondría usted a esas sonrisas?

MÁS INFORMACIÓN

Contra. @contra_______ Tlf. 7042859. Av. De la Aviación 316, Miraflores. Tocar el timbre porque el que café está dentro del hotel sin puerta a la calle. Martes a sábado de 9 a 21h00 y brunch los domingos de 10h00 a 13h00. Cierra lunes.

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