Estamos en una zona de la ciudad que Rafael Osterling (Lima, 1970) conoce muy bien. En específico, el cuadrante que comprende las miraflorinas calles de San Martín y Colón. En la primera está su buque insignia, el restaurante Rafael –el Rafa, a secas–, y en la segunda se ubica su apertura más reciente, una trattoria moderna bautizada como Rocco. Los separan menos de cuatro cuadras y unos 23 años de distancia.
En noviembre del 2000, Osterling abrió su primer local en una casa construida en 1918 que solía funcionar como lavandería. Pintó la fachada de rojo –color que aún conserva– y llenó ese espacio de arte. Había comenzado una aventura extraordinaria, dentro y fuera de aquellas paredes. Es bien sabido, no obstante, que aquel no era el camino que Rafael tendría que haber seguido: antes de convertirse en chef terminó la carrera de Derecho y se colegió. Entonces iba a seguir los pasos de su padre (el senador Felipe Osterling) en el mundo diplomático, pero partió a formarse en artes culinarias en el parisino Le Cordon Bleu alimentado por su gran pasión: la cocina. Luego regresó al Perú para hacer algo que en aquel momento –y en aquel país– todavía era considerado una locura: dedicarse a la gastronomía. Jamás se arrepintió.
Después de Rafael llegó El Mercado (su espacio de comida marina, también en Miraflores) y Felix (local que cerró en el 2022). Actualmente, tiene dos restaurantes más en Bogotá: Romeo y Oficial, y es socio del barranquino Siete, junto al cocinero Ricardo Martins. Rodearse de un equipo talentoso que ha formado parte de todos estos proyectos ha sido clave para el crecimiento, siempre contra la corriente y a su manera. Su última apertura no es la excepción.
Rocco es el concepto más reciente en unirse a esta familia. Un restaurante de comida italiana (piedra angular del estilo de cocina de Rafael Osterling) que viene cocinándose desde el año pasado con una tremenda expectativa. En el desarrollo de este menú sostenido en pastas caseras, pizzas, antipasti y otros antojos de temporada (el respeto al producto es fundamental), están también Rodrigo Alzamora –chef del restaurante Rafael desde el 2016 y socio de Osterling en todos sus proyectos– y Lukas Sifuentes, actual chef de Rocco. El ‘dream team’ que hace de este el lugar de moda en Lima.
Una casa en blanco lavado, mármol y maderas ubicada en una amplia esquina es el entorno en el cual esta trattoria de autor desarrolla su narrativa culinaria. El bar recibe –e invita a detenerse ahí un momento; hay mesas para probar la coctelería con calma– y da paso a un iluminado salón con ladrillos semiexpuestos, lámparas oversize y piezas de arte cuidadosamente seleccionadas por Rafael. Es informalmente elegante, lo suficiente para comer pizza con la mano, pero brindar con un sedoso barolo o un espresso martini. “Rocco es una mezcla entre lo tosco, lo duro, pero con un lado sensible”, cuenta Rafael mientras saluda a sus comensales, les acerca las cartas y se asegura de que todo marche bien. “Usamos muchos productos italianos, como debe ser, pero también queremos poder hacerlo todo aquí. Incluso los embutidos y hasta los quesos. Constantemente estamos explorando”, explica sobre su nuevo formato. El suyo es un viaje que no ha hecho más que empezar.
El restaurante está ubicado en la calle Colón 501, Miraflores.
El número de reservas es 993535741.