Con el pasar de los años la obesidad infantil se ha convertido en un problema de salud pública en países de Latinoamérica y el Caribe. Se estima que 3 de cada 10 niños, niñas o adolescentes de la región padecen de sobrepeso, según datos registrados de UNICEF.
Estas cifras han alarmado a la población y están generando un cambio en su mentalidad, ya que anteriormente se tenía la creencia de que un infante con sobrepeso era personas sanas, bien nutridas y con una correcta alimentación.
“Hoy en día, este mito se ha ido desvaneciendo, y ahora, por el contrario, se sabe que muchas de las enfermedades más graves se relacionan con la obesidad”, comenta la doctora Alexy Arauz-Boudreau, directora médica de Atención Primaria Pediátrica y Gestión de la Salud de la Población en Mass General for Children.
“Lamentablemente, se ha llegado a tal nivel de obesidad infantil que ahora vemos problemas fisiológicos que antes eran característicos en adultos, como diabetes tipo 2, niveles de colesterol alto que promueven enfermedades cardiacas, problemas musculares y dolor en las rodillas, problemas del sueño originados porque el sistema respiratorio se ve afectado y no permite respirar correctamente, y un niño que no duerme bien, tampoco puede regularse durante el día”, agregó la también profesora asistente de Pediatría en la Facultad de Medicina de Harvard.
Consecuencias de la obesidad infantil
Los menores con sobrepeso tienen mayor tendencia a sufrir de asma, ya que ambas son consideradas como enfermedades inflamatorias. Además, tienen tendencia a desarrollar hígado graso desde temprana edad, cuando antes solo aparecía en la adultez.
A ello se le suma que pueden presentar problemas en su salud mental, como baja autoestima, dificultad para desarrollarse y, a largo plazo, ansiedad, depresión, entre otras complicaciones.
¿Cómo evitar que mi hijo tenga sobrepeso?
La experta indica que el primer cambio debe ser en la mentalidad de los padres o cuidadores de los niños, ya que los infantes deben mantener un peso adecuado, no muy alto ni bajo, e idealmente indicado por su pediatra.
A continuación, te compartimos cinco recomendaciones para promover una alimentación y hábitos saludables:
Dieta líquida desde pequeños
Se debe enseñar a los niños a tomar agua natural desde bebés, acostumbrarse al sabor y a consumirla cuando tienen sed. Asimismo, es indispensable evitar las bebidas azucaradas como refrescos o jugos. En vez de ello brindar frutas como naranjas, manzanas, uvas o papaya que son además buena fuente de fibra. En el caso de la leche, la doctora recomienda consumirla por su alto contenido nutricional.
Establecer patrones
Los niños están en pleno crecimiento, pero este no es constante, por lo que es normal que un niño no tenga el mismo apetito todos los días. Se recomienda evitar enseñarles a comer sin hambre.
Ambiente saludable
Conforme los infantes van creciendo, comienzan a buscar comida en casa. Por ello, es importante crear un ambiente de alimentos saludables para que el menor crezca consumiendo poca cantidad de alimentos procesados y comida rápida.
Paciencia
No siempre el niño va a querer consumir alimentos saludables ya que no se abre a nuevos sabores. Se estima que un alimento debe presentarse hasta 15 veces antes de que al niño le guste y en ocasiones debe hacerse en diferentes preparaciones. De igual forma, debe permitirle que manipule e interactúe con la comida, dejarlos que la toquen, huelan y prueben.
Peso saludable
Se ha comprobado que amamantar, dormir adecuadamente según la edad (menores de 2 años, entre 11 y 14 horas; de 3 a 5 años, entre 10 y 13 horas; 6 a 12 años, entre 9 y 11 horas; y mayores de 12 años, de 8 a 10 horas), tener una hora de actividad diaria, limitar uso de pantallas digitales a no más de dos horas diarias, tomar agua y tener una dieta balanceada con frutas y vegetales ayudan a mantener un peso adecuado.