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“Económicamente progresamos, pero cívicamente no” - 2
Redacción EC

JOSE MIGUEL SILVA ()

Gustavo Rodríguez escribió hace 11 días en este Diario una columna sobre la presentación de “País Combi”, el primer libro del empresario Pedro Morillas. Para el escritor y publicista, la obra deja claro que todos estamos en este país combi. Sí, lamentablemente, todos.

Conversamos brevemente con el autor del texto, que a través de pequeños artículos de crítica social, intenta ser un agente de cambio.

¿Cómo así un empresario relativamente exitoso como usted, que podría dedicarse simplemente a vivir de sus rentas, tomó la decisión de escribir un libro como este?

El libro es una crítica social que trata de hacer reflexionar a la población para que se dé cuenta de algo. La idea es que cambiemos, porque tal cual estamos hoy no vamos a llegar a ningún lado. ¿Por qué lo hice? Porque alguien tenía que hacerlo. Se me ocurrió porque tuve la oportunidad de viajar y vivir en otros países. Esto me da una ventaja: puedo comparar. No comparo con naciones del primer mundo, sino con países vecinos. Es cierto, económicamente estamos progresando, pero cívicamente ocurre lo contrario. La situación está peor que antes.

Le haré la pregunta que se formuló Zavalita en “Conversación en la catedral”: ¿Cuándo se jodió el Perú?

El Perú ya estuvo jodido mucho antes de lo que te imaginas. Si nos remontamos a las épocas coloniales y se habla de hacer el viaje del Callao a Lima, tenía uno que hacerlo con mucha gente armada porque había muchos bandoleros, asaltantes, etc. Era bastante difícil. Entonces nuestro nacimiento (como país) fue difícil. Tras las migraciones hacia la capital todo empeoró. No hubo la autoridad suficiente como para poner orden oportunamente.  Es cierto, hubo otros países con situaciones parecidas a las nuestras, con migraciones o conflictos, pero sí las superaron. ¿Cómo? Con principio de autoridad y con el imperio de la ley que aquí no existe. Lo hicimos eventualmente y lo volvimos a perder.

¿No le gustaría llevar estas ideas del papel a la realidad y meterse en política?

No. Tengo casi 74 años. Como me dijiste hace un rato, ¿por qué no me dedico a disfrutar mi vida? Una vez viajé a China y un señor me preguntó cuál era mi edad. Le dije 70. Luego me consultó por el promedio de vida en mi país: “72 años”, le dije. “Ah, entonces le falta muy poco”, me respondió. Eso se me quedó grabado. A partir de entonces, no podía hacer más de lo que ya estaba haciendo.

¿Entonces el libro es como el aporte que le faltaba?

En cierta forma, sí.

Pese a la crítica social, el libro no es pesimista, afirma Pedro Morillas. (Foto: José Silva)

Pese a la crítica social, el libro no es pesimista, afirma Pedro Morillas. (Foto: José Silva)

Muchos creen que la juventud de hoy es apática ante casi todo.

Sí, creo que es una juventud perdida, como ocurrió en mi generación, porque – lamentablemente – no ha tenido la oportunidad de estar fuera del país para observar al Perú de lejos. En mi libro menciono a Sofocleto, quien decía que “para conocer al Perú, hay que viajar al extranjero”. Es la verdad. Acá creemos que estamos muy cerca de ser primer mundo y eso es falso. Tal como vamos, no llegaremos. No hemos sido bien educados, no tenemos la educación cívica necesaria. No deseo que la juventud se pierda más y por eso escribí este libro.

Nos cuesta mucho creer en los políticos. ¿Cuál fue el último político en el cual usted creyó?

Yo creí en don Fernando Belaunde, pero el tiempo me dijo que él no se permeabilizó con la realidad. Mira la administración de justicia. ¿Cómo pudimos llegar a esto? Esto fue agravándose con el tiempo. Los políticos de ahora tienen otras agendas: la reelección, por ejemplo. El resto les importa un comino.

Su libro se llama “País Combi”. Una combi se puede usar muy bien 10 o quizás 15 años. Luego se malogra y no arranca más. ¿En qué momento este país terminará así?

Si no hacemos lo correcto, no vamos a ser viables como país. ¿Por qué? Los países vecinos siguen creciendo. Ecuador tiene quizás el mejor sistema vial de Sudamérica. Allí hay ciudades muy bien interconectadas. Aquí sufrimos un gran problema: la centralización. Yo no soy limeño, quizás usted tampoco. Muchos terminamos viniendo acá y todo es la capital. Al serlo, nos hemos convertido en un cuerpo enclenque, con una cabeza que no se puede sostener. Por eso no podemos caminar bien ni correr. Por eso es que, en mi libro, sugiero varias cosas para salir de esto.

Nos falta pensar en grande…

Si yo no hubiera pensado en grande dentro del taller de mi padre carpintero, en que (eso) se convertiría en la planta carrocera más grande del pacífico sur y que iba a exportar, nunca lo hubiéramos logrado. Nada más hay que pensar en grande. Esa es la razón de ser mi libro. Creer y pensar en ¿por qué no? 

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