La escritora y periodista Angélica Palma (1878-1935) es una de las 11 mujeres destacadas en la exposición "21 intelectuales peruanos del siglo XX".  (Foto: Fondo Riva-Agüero. AHRA-IRA-PUCP)
La escritora y periodista Angélica Palma (1878-1935) es una de las 11 mujeres destacadas en la exposición "21 intelectuales peruanos del siglo XX". (Foto: Fondo Riva-Agüero. AHRA-IRA-PUCP)
/ Fondo Riva Agüero
Diana Gonzales Obando

Fue la hija ‘dilecta’, ‘amantísima’ y ‘abnegada’ del ilustre tradicionista . Estos fueron algunos de los atributos que se enunciaron en la ceremonia fúnebre de (1878-1935), el día en que sus restos llegaron al Callao desde Argentina.

Fue en 1911, tras la muerte de su madre Cristina Román y con 33 años, cuando Angélica pasó a encargarse del cuidado de su padre, convirtiéndose de esta manera en su secretaria, lazarillo y celosa difusora de su obra. Pero tener una vida rodeada de libros como la que tuvo Angélica, con las más exquisitas y actualizadas lecturas de todo el mundo, compartir con las mentes brillantes de la intelectualidad que frecuentaba a los Palma Román y sus constantes viajes a Europa, no le pudieron dar otro destino que el de escritora.

Quizá fue por pudor, pero Angélica Palma publicó con su verdadero nombre y apellido solo después de la muerte del tradicionista limeño.

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CRECER ENTRE PALABRAS

“Escritora vocacional muy difícil hubiera sido que Angélica Palma se dedicara a otra cosa que no fuera escribir: sus antecedentes familiares (su padre Don Ricardo Palma y su hermano Clemente) la delatan y el ambiente intelectual que vivió en su casa incentivaron sus sueños de novelista”, escribe en una bastante detallada tesis doctoral la española María Pía Sirvent.

Ricardo Palma, padre de Angélica, rodeado de sus hijos, hijas y esposa. (Foto: Wikimedia)
Ricardo Palma, padre de Angélica, rodeado de sus hijos, hijas y esposa. (Foto: Wikimedia)

Y continúa: “Para más inri, vivió parte de su infancia y adolescencia en el viejo edificio de la Biblioteca Nacional –un sueño para todo aquel que ama la literatura- por lo que todo parecía apuntar que la pequeña Angélica se dedicaría a las letras”, escribe Sirvent en “Angélica Palma: su vida y su obra (1878-1935)”.

Angélica nació prácticamente en los inicios de la y desde 1883 su padre se encargó de la reorganización de la biblioteca después del saqueo de las tropas chilenas, hasta 1912, año en que dejó la dirección. Si bien no alcanzó a visitar las prestigiosas veladas literarias de Juana Manuela Gorriti sí estuvo en las que organizó la escritora cusqueña , una experiencia que también marcaría su carrera literaria.

DETRÁS DE LOS SEUDÓNIMOS

Sí, desempeñó el papel del ‘ángel del hogar’ con devoción, como era el mandato de la época para las mujeres, pero también construyó su propia obra con inteligencia y perseverancia independientemente de la presencia de su padre. Una agitada vida intelectual la llevaron a publicar una amplia bibliografía que abarca la novela histórica, el cuento, la biografía, el ensayo, relatos en prosa y rimas, crónicas de viajes y el periodismo. Toda mujer de letras.

En aquel momento el escritor español Benito Pérez Galdós era como un rock star de la literatura hispana y sus novelas eran el modelo literario que influía en la narrativa de Angélica. Caló tanto en ella que firmó varias de sus publicaciones con los seudónimos galdosianos Marianela y Araceli (como sus personajes), hasta la muerte de su padre en 1919. Tras esta fecha clave, su nombre comenzó a brillar por sí mismo.

Entre las publicaciones más destacadas tenemos las crónicas de sus viajes que publicó en las revistas “Prisma” y “Variedades” donde su medio hermano Clemente Palma se desempeñaba como director. Se conoce que publicó con seudónimo también en este Diario y en la “Arequipa Ilustrada”.

Los libros que más resaltan de su propuesta narrativa son las novelas Uno de tantos, Tiempos de la patria vieja, Por senda propia, Morbus aureus, Vencida, Sombra alucinante, Contando cuentos (infantil), Cartas a un turista (crónicas); volúmenes con la biografía oficial de su padre: El Palma de la juventud, Ricardo Palma en Figuras de la raza y Ricardo Palma, por mencionar algunos de los títulos más relevantes.

Según Sirvent, Angélica Palma escribió sobre su tiempo, reconstruyó “la problemática social, política y económica que se estaba viviendo. Sus novelas y cuentos encarnan los tipos y costumbres de una forma de vida y una sociedad que se estaba abriendo paso al progreso debatiéndose entre la tradición y la modernidad”.

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A decir del lingüista y crítico literario , Angélica Palma fue una de las pocas personas que conservaron la Lima de la época a través de sus palabras. Regresar a sus libros es revivir los usos, costumbres, paisajes y transformación de Chorrillos y Miraflores. Redescubrir las tradiciones de hombres y mujeres, religión y pasatiempos de la clase media, así como sus prejuicios y sus taras.

Su gran amigo y destacado intelectual José de la Riva Agüero escribió en el prólogo a la novela “Por senda propia” muy especiales elogios: “Aprecie el lector curioso de las costumbres limeñas, tan discretos y suaves capítulos. Resaltan en ellos las dotes de observación delicada y sencilla elegancia que caracterizan a la que, sin ofensa de nadie, es hoy indiscutiblemente la más distinguida de las literatas peruanas”. Elogios elaborados con justa razón que repitió en su discurso del año 1936, el día en que trajeron a Perú los restos de la escritora fallecida meses antes en Rosario, Argentina, a donde viajó para cumplir con un compromiso social en homenaje a su padre, pero una neumonía la llevó a la muerte muy lejos de su patria.

EL ÚLTIMO DÍA

“La escritora cuya desaparición lloramos, fue mi mejor amiga intelectual, aunque en ideas sociales y políticas no coincidiéramos siempre”, dijo José de la Riva Agüero en el homenaje a Angélica Palma el día de su repatriación, el 21 de marzo de 1936. “El recuerdo vivo de sus cualidades: conversación amena, juicio sólido, ingeniosidad discreta ornada por leve melancolía, distinguida modestia, delicadeza moral exquisita, consecuencia generosa, probidad y lealtad acrisoladas, imposibilidad el consuelo; porque no es fácil hallar, en la vida literaria aquí ni en parte alguna, un conjunto de virtudes tan seguras, apacibles y límpidas; y tales pérdidas no se reparan ni compensan”, complementa el intelectual.

"Contando cuentos" de Angélica Palma es una colección de cuentos infantiles y una de las pocas reediciones de sus títulos. Fue publicado por la editorial SM en una edición ilustrada. (Imagen: SM)
"Contando cuentos" de Angélica Palma es una colección de cuentos infantiles y una de las pocas reediciones de sus títulos. Fue publicado por la editorial SM en una edición ilustrada. (Imagen: SM)

Esta fecha fue todo un acontecimiento que convocó a autoridades, intelectuales y representantes de instituciones. La escritora e investigadora reconstruye este día a través de los discursos de los personajes que fueron invitados en el artículo “Angélica Palma: entre la ley del padre y la senda propia”. En este escribe: “Los innumerables discursos que se pronunciaron tanto en Buenos Aires como en Lima así como los artículos y obituarios publicados en revistas y periódicos limeños los días posteriores a la sorpresiva muerte de Angélica Palma en la ciudad de Rosario giran de manera casi monotemática en torno a dos, o tres ideas, si queremos diferenciar el amor filial de los atributos femeninos. En primer lugar, todos, sin excepción, destacan el amor filial y las bondades femeninas; y solo algunos, en segundo lugar, dan cuenta de sus calidades como intelectual y escritora, aunque en este ámbito abundan quienes destacan, por encima de la escritura de su obra y de sus afanes intelectuales, su labor como editora y difusora de la obra de don Ricardo Palma”, suscribe en el artículo.

La escritora e investigadora Giovanna Pollarolo escribió el prólogo de la reedición del libro "Contando cuentos" de Angélica Palma. (Foto: GEC)
La escritora e investigadora Giovanna Pollarolo escribió el prólogo de la reedición del libro "Contando cuentos" de Angélica Palma. (Foto: GEC)

“El entierro fue apoteósico, no fue una marginal en ese momento. Se internacionalizó, estuvo varias temporadas en España, la publicaron ahí”, nos dice Pollarolo vía telefónica. “¿Qué pasó después?”, se pregunta. Evidentemente, Angélica Palma, su vida y obra no pasaron desapercibido en nuestro país ni en otras partes del globo mientras estuvo viva; sin embargo, el tiempo y la desidia frente a su legado jugaron un cruel papel que la llevaron casi al olvido.

“La historia de la literatura peruana que se escribe en los años 50, que es la que nosotros conocemos (la canónica), no la considera. Si revisas los libros escolares, a excepción de Clorinda Matto y Mercedes Cabello (que son como anécdotas), toda la generación de los años 20, 30 y 40 se ignoró completamente como si no hubiera existido”, lamenta Pollarolo al mismo tiempo que nos recuerda que la reedición de la obra de Angélica Palma es un deuda pendiente.

En el marco del bicentenario ¿cuántas instituciones o editoriales se animan a revivir el legado y ayudar a reconstruir la senda propia de Angélica Palma?

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