Para evitar el contagio del COVID-19, el consumidor elige a conciencia dónde proveerse con seguridad. Mercados de barrio, como este en París, son una alternativa interesante. (Foto: AFP)
Para evitar el contagio del COVID-19, el consumidor elige a conciencia dónde proveerse con seguridad. Mercados de barrio, como este en París, son una alternativa interesante. (Foto: AFP)
/ FRANCK FIFE
Catherine Contreras

En medio de esta pandemia sin precedentes, los peruanos construimos día a día una nueva cultura asociada a la prevención, la salud, los cuidados extremos. La alimentación también está integrada a este proceso social que arrancó el primer día de la cuarentena y que transformó de cuajo nuestra rutina: sino que levante la mano quién no ha corrido desde la cocina al comedor (hoy escritorio) para retomar la viada del teletrabajo; o quién no ha compartido el seguimiento de las clases de educación remota de sus hijos con el estar atentos al fogón para que el agua de las menestras no rebalse la olla tras alcanzar el hervor.

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Más allá de volver a cocinar en casa, en lo que todos nos estamos entrenando (considerando que nunca dejamos de aprender) es en ponerle más atención a ese alimento que consumimos: quién nos lo provee; qué insumos elegimos comer y qué ruta siguieron estos productos hasta llegar a nuestras manos; qué recetas preparamos y cuán nutritivas y saludables son. Nos enfrentamos a una cultura de la alimentación trastocada por un virus, y las repercusiones que ello traería a nuestra vida podrían ser positivas, si nos lo proponemos.

¿Cómo nos alimentamos?

Para el antropólogo , el verbo alimentarse como tal no aplica para el peruano. Mejor descripción sería el "reunirse para conversar y estar juntos mientras comemos algo rico (…) La acción racional de llevarse un conjunto de elementos nutritivos que vayan a darte fuerza necesaria para seguir en la brega” no sería precisa, señala. Considera sí, que en nuestra dieta pesan más los vínculos emocionales, las mezclas históricas, la percepción y posterior evaluación del plato resultante. “Eso nos deja muy poco espacio para dimensionar si las raciones son las adecuadas para lo que demanda tu masa corporal, o si tiene el adecuado equilibrio proteico. Basta con que sea rico, y que esté hecho como se hace en el Perú”, acota el director de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Científica del Sur. Con lo cual, sí, quizá sea momento de revisar la manera cómo comemos los peruanos.

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Hay una pandemia que nos impulsa a hacerlo. De hecho, estamos todos encerrados en casa. Cocinamos porque tenemos que comer, pero además debemos hacerlo bien. “Es un buen momento para que las familias cambien ideas y los jóvenes más informados expliquen las propiedades de los productos y preparaciones marginales, y por qué es bueno incorporarlos. Por qué no se debe comer cerros de arroz o redoblar esfuerzos nutricionales poniendo carnes con menestras. Por qué sí debemos recuperar el agua de piña, o el de cebada, y dejar nuestras sodas amarillas o negras”, sugiere Castro, animando a poner al día recetas como el bonito entomatado o el pastel de acelgas y espinaca, entre otras preparaciones que dejamos pendiente. Quizá así iremos construyendo nuevas prácticas desde casa.

Hágase el hábito

La antropóloga francesa Stephanie Borios conduce el rumbo de su especialidad hacia la alimentación, y nos brinda su mirada sobre cómo se perfilan los hábitos alimenticios. “No están relacionados solamente a tus gustos, preferencias, herencia y educación culinaria; muchas veces tienen que ver con la accesibilidad a los productos. Hay un término en inglés, ‘food desert’ (desiertos alimentarios), que se refiere al hecho de que hay gente que vive en zonas que no tienen acceso a alimentos frescos, saludables, o no hay un lugar cercano dónde comprarlos. En el Perú no se usa este concepto, pero aplicándolo a esta realidad, se refiere a que podrías tener en tu barrio una bodega donde hayan frutas o verduras, pero si no tienes dinero para comprarlas, es lo mismo”. Así, se suma a la facilidad de acceso a los alimentos la variable economía familiar, importantísima en una coyuntura como la actual. No obstante, para formar buenos hábitos alimenticios también es imprescindible enseñar.

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La experiencia de cocinar en casa se potencia si los padres brindan a sus hijos información sobre los alimentos que consumen.
La experiencia de cocinar en casa se potencia si los padres brindan a sus hijos información sobre los alimentos que consumen.

En ese sentido, la docente de la Universidad San Marcos coincide con Castro en que una cuarentena como la actual nos brinda momentos para enseñar en familia. “Usar la cocina como un laboratorio con los niños. Hoy nos toca ser maestros y aprovechar este espacio para formar valores como la solidaridad, la generosidad, el conocimiento de dónde vienen los alimentos, entender los sistemas de producción y los ciclos de cada producto, pero también las condiciones del trabajo de la gente. Incluso toda la cultura que hay alrededor de un plato: qué es para ti un arroz con pollo o una carapulcra en comparación con unas alitas fritas”.

Saludable o no

En la tarea de reforzar la importancia de una buena alimentación, Borios destaca que la antropología de la alimentación ha realizado estudios para identificar los cambios de hábitos de la gente en tiempos difíciles (guerras y enfermedades, por ejemplo). En ellos el concepto ‘comfort food’ ha salido a relucir: comida que te hace sentir bien, que apela a tu nostalgia y te trae recuerdos, y que consumimos sin importar los altos niveles de grasa o azúcar que tengan.

“Curiosamente, se observa que en esta pandemia hay gente que ha retirado esas opciones de su dieta y ha optado por invertir su dinero en comprar alimentos esenciales; mientras que otros han elevado su consumo: un chocolatito, ese queque casero e incluso el alcohol que me hace sentir bien”, destaca la especialista, cuya lista peruanizaríamos con un pollo a la brasa.

El plato emblema de la nostalgia en esta cuarentena: el pollo a la brasa. (Foto: El Comercio)
El plato emblema de la nostalgia en esta cuarentena: el pollo a la brasa. (Foto: El Comercio)
/ Renzo Salazar

¿Es la comida chatarra el enemigo en esta historia que busca un final feliz? Raúl Castro reconoce que el sobrepeso y la obesidad, entre otras condiciones que hacen a las personas más vulnerables ante el COVID-19, se han instalado entre nosotros por el exceso de lo chatarra. “Nadie dice que no nos demos el gusto. A quién no le apetece una buena pizza, o un pollo a la brasa, aún un baldecito de presas crunch de vez en cuando. Lo que hay que combatir es que ese acto invalide al de la reunión muy peruana, esa de afectos y sabores. En su versión que ahora sería bueno proponer: la reunión peruana informada donde los jóvenes traigan esos conocimientos de equilibrio bioquímico que ya enseñan en el colegio, y actualicen nuestras costumbres”. A ver si la alimentación se convierte en nuestra medicina, desde hoy y para siempre.

ERES LO QUE COMES

Hoy y siempre, no solo en tiempos de pandemia, hay que poner atención al cuidado de nuestra alimentación. Acercar a los consumidores con los productores locales y crear vínculos fuertes entre ellos es el objetivo de la campaña Come Bien Rico, una iniciativa de la ONG La Revolución, asociación sin fines de lucro enfocada en la educación alimentaria. Con presencia en redes sociales (Facebook e Instagram), lla iniciativa comparte por estos días variada información sobre alimentos saludables (buenos, bonitos y baratos), como frutas y vegetales, granos, semillas y productos del mar, todo de temporada y con el contacto de aquellos proveedores que practican un comercio justo y ofrecen insumos de calidad.

Para complementar la buena alimentación, , directora de La Revolución, comparte su Decálogo para una alimentación saludable:

1. Los grandes somos responsables de enseñar a los niños a comer buenos alimentos.

2. Planifiquen sus comidas con tiempo para que puedan hacer buenas elecciones.

3. Los niños aprenden por imitación: si los grandes no comen, los niños no comerán; si a los grandes no les gusta, a los niños no les gustará.

4. Coman con calma y contentos; coman con todos sus sentidos.

5. No todo nos tiene que gustar pero sí podemos volver a probar lo que no nos gusta cada cierto tiempo. ¡Quién sabe y se vuelve algo que nos encanta!

6. Coman de colores. Muchos colores en el plato es igual a salud.

7. La comida se disfruta. No se usa como premio, chantaje o soborno.

8. ¿Tienes sed? Toma agua.

9. Coman comida de verdad y de buena calidad. ¡Es la mejor inversión!

10. Coman juntos todas las veces que puedan... es lo más importante.

¿Cuáles son los síntomas del nuevo coronavirus?

Entre los síntomas más comunes del COVID-19 están: fiebre, cansancio y tos seca, aunque en algunos pacientes se ha detectado dolor corporal, congestión nasal, rinorrea, dolor de garganta y diarrea. Estos malestares pueden ser leves o presentarse de forma gradual; sin embargo, existen casos en los que la gente se infecta, pero no desarrolla ningún síntoma, precisó la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Además, la entidad dio a conocer que el 80 % de personas que adquieren la enfermedad se recupera sin llevar un tratamiento especial, 1 de cada 6 casos desarrolla una enfermedad grave y tiene dificultad para respirar, la gente mayor y quienes padecen afecciones médicas subyacentes (hipertensión arterial, problemas cardiacos o diabetes) tienen más probabilidades de desarrollar una enfermedad grave y que solo el 2 % de los que contrajeron el virus murieron.

¿Quiénes son las personas que corren más riesgo por el coronavirus?

Debido a que el COVID-19 es un nuevo coronavirus, de acuerdo con los reportes que se tienen a nivel mundial, las personas mayores y quienes padecen afecciones médicas preexistentes como hipertensión arterial, enfermedades cardiacas o diabetes son las que desarrollan casos graves de la enfermedad con más frecuencia que otras.

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