Donald Trump y "1984": ¿nueva era del Gran Hermano?
Donald Trump y "1984": ¿nueva era del Gran Hermano?
Juan Carlos Fangacio

La literatura y la política se parecen: mienten las dos. Que la primera lo haga conscientemente y la segunda más bien nos embauque, ya es otra cosa. Hasta en sus aproximaciones hay diferencias. “Di la verdad, pero dila sesgada”, escribió alguna vez Emily Dickinson. “Miente, miente, que algo queda”, dijo el nazi Joseph Goebbels –aunque hay quienes dudan de la autenticidad de la frase–. En todo caso caló, incluso como farsa.

Esta semana, literatura y política se encontraron. “1984”, la clásica novela de , volvió a la cima de las ventas en Amazon. La razón: la investidura de Donald Trump como presidente de Estados Unidos y la súbita comprobación de que la actualidad del mundo comienza a parecerse peligrosamente a aquella ficción distópica. ¿Realmente Orwell predijo esta ola de arrestos, deportaciones y muros que separan naciones? ¿O se quedó corto?

LA VERDAD DE LAS MENTIRAS
El alza en las ventas del libro –que obligó a Penguin USA a imprimir 75.000 copias más en solo unos días– coincidió con algunas declaraciones del nuevo equipo de prensa de la Casa Blanca sobre la ceremonia en la que Trump juró el cargo. Según ellos, fue la que contó con más público en toda la historia de los Estados Unidos. Pero cuando le consultaron a la asesora Kellyanne Conway por qué habían soltado ese dato falso, ella dijo que solo era un “alternative fact” (un hecho o una verdad alternativa). Un eufemismo para referirse a una mentira. Una falsedad. Una patraña. Tan simple como eso.

Hay en “1984” un concepto interesantísimo denominado como neolengua, un idioma que se hace cada vez más reducido para restringir la ideología de la gente. Mientras menos lenguaje domines, menos podrás pensar. Así funcionamos hoy en día. Y en épocas de la posverdad, el vaticinio apocalíptico de Orwell cae de perilla: las farsas que tragamos vienen traducidas en tuits de 140 caracteres, en videos manipulados, en simples imágenes convertidas en memes. Las palabras sirven cada vez menos. Esa es la neolengua que nos domina.

TÚ ME VES Y YO TE VEO
Si la serie “Black Mirror” es hoy un furor por sus referencias a los smartphones en los que se abisman nuestras miradas, Orwell anticipó algo muy similar con sus telepantallas, monitores ubicuos que captaban la atención de toda la población –lo que las asemejaba a la televisión–, pero que a la vez servían como instrumento de vigilancia del Gran Hermano –algo que las emparenta más a las laptops y los celulares–.

Se dice que detrás de redes sociales como Facebook existe un sistema mayor que –algoritmos mediante– conoce todos nuestros gustos y consumos para luego vendernos lo que buscamos. Y hay quienes dicen que el propio Mark Zuckerberg, en un arrebato de paranoia, mantiene siempre tapada la cámara de su ordenador. Hasta el más grande de los cerebros del Internet le teme al ojo espía.

Es en Facebook donde sobre el hallazgo de votos fraudulentos en favor de Hillary Clinton. La calumnia, que se volvió viral, fue para muchos un desencadenante para la derrota de la candidata. Para Trump, un regalo que aprovechó sin despeinarse el copete. Para el joven que inventó la historia, Cameron Harris, de 23 años, 22.000 dólares que ganó con unos cuantos clics.

DE ORWELL A HITLER
Mientras que “1984” es un éxito en Estados Unidos –aunque también más allá de sus fronteras–, . Aunque menos distópico y desgraciadamente más realista, el nuevo aire de ese manifiesto del nacionalsocialismo lleva a preguntarse el por qué de la repentina fascinación por volver a textos del siglo pasado.

Aunque su reedición ha generado lógicos temores por un recrudecimiento del antisemitismo, lo cierto es que se trata de una versión crítica con más de 3.700 notas al pie que ayudan a entender en su real dimensión la megalomaniaca obra de tan funesto personaje.

Además, hay algo irrefutable: prohibir cualquier libro –como fue por mucho tiempo el caso de “Mi lucha”– solo contribuye a cultivar su tentación y su culto.

PORQUE YO CREO EN TI
Por último y a manera de coda: otro de los postulados más recordados de “1984” fue el famoso 2 + 2 = 5, que planteaba la posibilidad de que un  dogma evidentemente falso como ese pudiera llegar a convertirse en una verdad irrefutable.

Los sofismas socialmente aceptados en el libro de Orwell pintan la indefensión del individuo frente al sistema. Los sofismas que hoy se bombardean desde el gobierno de la nación más poderosa del mundo, con Mr. Trump a la cabeza, bosquejan también la vulnerabilidad de una sociedad que parece recibir toneladas de información sin cuestionarla, a la manera de cabezas destapadas convertidas en vacíos repositorios.

Como en “1984”, el peligro mayor –o acaso el único– es que la mentira termine por ser aceptada por quien la recibe. ¿Podremos nosotros, en este mundo de ligereza, de neolenguas y verdades alternativas, de telepantallas y smartphones, aprender a discernir con el mínimo criterio?

Se lo dijo alguna vez el sabio George Constanza al ingenuo Jerry Seinfeld: “No es mentira... si lo crees”.

 
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