Enrique Planas

Quien visite el Palacio de la Conquista, en la plaza mayor de la ciudad de Trujillo, en Extremadura, observará un edificio renacentista, de churrigueresco estilo. Se construyó a partir de 1562, por orden de Hernando Pizarro y su esposa (y sobrina), Francisca Pizarro Yupanqui. En su fachada, al lado del inmenso escudo de armas de Carlos V, destacan alegorías a la conquista del Perú, y en las columnas de piedra aparecen los rostros tallados de Francisca, de su padre Francisco y de su esposo, pero también el de su madre, Quispe Sisa, hermana de Atahualpa. Frente a ese rostro hierático, el escritor Alonso Cueto piensa en la intención de una hija por mantener el recuerdo de su madre. Lo imagina un acto de afirmación cultural y, por cierto, un desafío al esposo, posiblemente desdeñoso ante su suegra inca.

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