¿Qué es el hombre?, por Marco Aurelio Denegri
¿Qué es el hombre?, por Marco Aurelio Denegri

El Diccionario de la Lengua Castellana, decía en su cuarto tomo, publicado en 1734, lo siguiente al definir al hombre:

“Animal racional cuya estructura es recta, con dos pies y dos brazos, mirando siempre al Cielo. Es sociable, pródigo [en la acepción de muy dadivoso], sagaz, memorioso, lleno de razón y de consejo. Es obra que Dios hizo con sus manos a su imagen y semejanza.”

Más adelante, la Academia definió al hombre valiéndose únicamente de las dos primeras palabras de la definición recién citada. En efecto, en lo sucesivo la Academia se limitó a decir en su Diccionario que el hombre era un “animal racional”. Después, por la insistencia, sobre todo, del escritor, poeta y lexicógrafo argentino Arturo Capdevila, la Academia modificó su definición de hombre y compuso una nueva en que lo caracterizó como sigue:

“Ser animado racional, varón o mujer.”

Aquí animado no significa, como pudiera creerse, alegre o divertido, sino dotado de alma.

La definición de hombre que ofrece El Pequeño Larousse Ilustrado es mucho mejor que la definición académica. Dice:

“Ser dotado de inteligencia y de un lenguaje articulado, clasificado entre los mamíferos del orden de los primates, y caracterizado por tener cerebro voluminoso, postura erguida y manos prensiles [o sea con las que se puede asir o agarrar o tomar o coger].”

En idioma inglés, el Webster define al hombre de la siguiente manera:

“Homínido [o sea individuo perteneciente al orden de los Primates superiores, cuya especie sobreviviente es la humana, la especie Homo sápiens], [este homínido] tiene pulgar oponible [es decir, se opone a los demás para asir], [tiene pulgar oponible y] la habilidad de hacer y usar utensilios especializados, [y tiene además] lenguaje articulado y un cerebro muy desarrollado con la facultad del pensamiento abstracto. El hombre es el único homínido existente.”

Sorprende que en esta definición no se mencione la postura erecta del ser humano, pero sí el pulgar oponible, que es una característica importante, aunque desde luego mucho menos importante que la bipedestación humana.

Ahora bien: cuando se quiere precisar la naturaleza del ser humano, ¿en qué ser humano estamos pensando, en el precitadino o en el citadino y particularmente en el urbano?

El urbícola tiene características que el agricultor no tiene. No es que sea más inteligente, pero tiene a su disposición un caudal de conocimientos y técnicas que el hombre de la ruralia no tiene.

En resumen, todo lo antedicho, esto es, las varias definiciones de hombre, constituyen un intento de caracterización formal del ser humano; solamente formal, no una caracterización esencial.

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