Rosa
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Enrique Planas

Un peruano no podrá entender nunca los horarios de la Feria del Libro de Madrid. De dos a seis de la tarde, sus tradicionales quioscos blancos cierran y el largo bulevar dentro del Parque del Retiro se convierte en un pueblo fantasma. Solo por las mañanas y en su horario vespertino hasta las 10 de la noche, la feria hormiguea de lectores deseosos de llevarse el libro y la firma de su escritor favorito.

Es el caso de “Nosotras”, novedad de la escritora española Rosa Montero, erigido como uno de los más vendidos en la feria. Una larga cola cierra el paso frente al espacio de Alfaguara, donde el público tiene la oportunidad de conocer a la escritora y periodista que rescata las biografías de más de 100 mujeres borradas de la historia. Al día siguiente, ella se reúne con un grupo de periodistas peruanos a propósito de su inminente visita al Perú como parte de la potente delegación de escritores que, del 20 de julio al 5 de agosto, animará la Feria Internacional del Libro de Lima, con España como invitado de honor.

Publicado por primera vez en 1995 y reeditado en el 2007, la escritora le añade a su popular libro “Historias de mujeres” otras 90 biografías de féminas que brillaron a lo largo de 4.700 años. “Es que nos han escamoteado la historia”, reclama. Sin embargo, a pesar de todas las cortapisas impuestas por los hombres encargados de redactar las historias oficiales, Montero visibiliza a una infinidad de mujeres formidables. “Un ejemplo es Clara Schumann –nos dice–. La mujer de Robert Schumann era una pianista y compositora estupenda. De hecho, varias de las composiciones que se piensan de su esposo fueron escritas por ella. En su diario, ella apuntó: ‘Hubo un momento en que acaricié la idea de ser compositora, pero luego me dije: ¿si ninguna lo ha conseguido, por qué yo lo iba a lograr?’. Es algo trágico. Las mujeres siempre han debido comenzar de cero porque no hemos tenido ni siquiera un modelo”, señala.

—El feminismo nos incumbe—
Para Rosa Montero, el mundo occidental está subiendo un peldaño en la historia de la deconstrucción del sexismo, superando los milenarios hábitos de injusticia en el reparto social. Y se trata de un logro por el que luchan las mujeres, y también la mayoría de los hombres. “El feminismo no es una cuestión de mujeres. No puede haber una revolución antisexista si esta no implica el cambio de actitud de la otra mitad del mundo, que son los hombres”, dice la escritora, quien tanto en “Nosotras” como en sus columnas semanales ha alertado del genocidio que las mujeres han venido soportando a lo largo de los siglos.

“En este mundo, cada año a dos millones de niñas se les corta el clítoris en los países africanos animistas. Asimismo, millones de mujeres son sometidas a condiciones de vida de esclavitud: no pueden salir a la calle sin estar acompañadas del marido, no pueden decidir absolutamente nada de su vida, no pueden recibir una educación igualitaria, no pueden trabajar si sus maridos no se lo permiten. Mujeres que son violadas y apaleadas, que les arrojan ácido al rostro, o quemadas vivas incluso. Esa monstruosidad que vivimos constantemente no tiene hasta ahora una sola respuesta diplomática internacional. Se han hecho embargos económicos contra el Apartheid en Sudáfrica, pero nada respecto al tema de la violencia contra la mujer. Al contrario, hemos servido como moneda de cambio para los apaños diplomáticos. De repente, los talibanes eran muy malos por la manera en como trataban a las mujeres; pero si en un momento determinado había que hacer un acuerdo con ellos, no se vuelve a tocar el tema. Todo es demencial y lo seguimos permitiendo”, enfatiza.

—Los parientes peruanos—
Con la fuerza de su actividad editorial, España es un país acostumbrado a destacar como invitado en diferentes ferias del libro del mundo. Pero como aseguran los funcionarios del Ministerio de Cultura español, el Perú supone un reto especial, pues las letras peruanas no pueden pensarse sin la herencia española y viceversa. “Mi generación, la que creció en el franquismo, no podía leer literatura contemporánea española –reconoce Montero a El Comercio–. El descubrimiento de la lengua en la literatura contemporánea, de la forma más rompedora posible, se produjo con el ‘boom’ latinoamericano. ‘Conversación en La Catedral’ fue la novela que nos abrió la cabeza. Vargas Llosa es el padre absoluto de muchísimos escritores españoles”, apunta.

Rosa Montero encarna los diálogos culturales de ida y vuelta que existen entre España y el Perú. El hermano de su madre fue un pintor que, con el sueño de hacer las Américas, se quedó en nuestro país. La escritora tiene tres primas peruanas, a las que quiere como si fueran sus hermanas, y que hoy viven con ella en Madrid. “Mi primer viaje a Latinoamérica fue al Perú. Ahora me paso la vida en Latinoamérica porque es una maravilla viajar por tantos países distintos. Lo maravilloso de la lengua es que tengamos una veintena de países con los que nos entendemos de verdad. Tener esta comunidad en la diferencia es maravilloso”, afirma.

—Finalmente, la carne —
Algo que entusiasma a los escritores es hacer clasificaciones de su propio oficio. Para el británico Isaiah Berlin, los autores pueden dividirse entre los erizos y los zorros: los primeros se enroscan sobre sí mismos y los segundos van caminando por la estepa buscando nuevos horizontes. El italiano Ítalo Calvino imaginaba a los escritores de la llama y los del cristal para dividir a los autores apasionados de los intelectuales y alambicados. El español Luisgé Martín habla de los escritores con mapa y los escritores con brújula, separando aquellos que gustan de trabajar con planes previos y otros que prefieren perderse en el camino de la creación, para luego encontrar senderos nuevos. Su paisano Juan José Millas divide a sus colegas entre mamíferos e insectos, siendo los primeros autores de novelas colosales, y los segundos, de novelas perfectas y exactas, donde no sobra nada. Finalmente, para no quedarse atrás, Rosa Montero nos habla de los memoriosos y los amnésicos. En el primer grupo están los escritores llenos de reflexiones y vueltas a la infancia, y en el segundo, aquellos que construyen mundos que parecen salir de la nada.

“Todos los escritores somos una mezcla de estas clasificaciones”, señala Montero, quien se clasifica como una zorra amnésica, mamífera y llameante. “La carne”, su más reciente novela, es una intriga emocional que nos habla del envejecimiento, el miedo a la muerte, el fracaso y la necesidad de amar. “Yo creo que todos los escritores escribimos siempre sobre lo mismo. Intentas explicarte a ti misma tus obsesiones de una manera precisa y bella”, nos explica.

Escrita con un especial sentido del humor, su novela está protagonizada por Soledad Alegría, una mujer que acaba de cumplir 60 años sin haber vivido una relación sentimental verdadera. “Me interesaba investigar qué es lo que podría sentir un hombre o una mujer que, a esa edad y por alguna razón concreta, no hubiera conocido el amor y que temiera morir sin conocerlo. Hablamos de una edad en que cada vez tienes menos tiempo por delante para rectificar los errores cometidos. Y quería reflexionar sobre el dolor que podría producir eso”, añade.

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