Tom Wolfe. (Foto: EFE)
Tom Wolfe. (Foto: EFE)
Enrique Planas

Impecable en su traje blanco de tres piezas y camisa de cuello almidonado, el hombre al que se le consideró padre del Nuevo Periodismo nunca creyó en la paternidad responsable. No se sintió nunca un referente cultural de la segunda mitad del siglo XX, y más bien declaró la guerra a quienes creyeron serlo, Norman Mailer, por ejemplo. (Virginia, 1930- Nueva York, 2018), escritor y periodista, lengua afilada y antídoto contra toda impostura, falleció el lunes, en Nueva York.

Wolfe murió en un hospital en Manhattan debido a una infección, según confirmó Lynn Nesbit, su agente literaria, a la agencia The Associated Press. Si bien no se proporcionó más detalles, se sabe que el autor de "La hoguera de las vanidades" había sido recientemente hospitalizado por un cuadro de neumonía.

A pesar de haber nacido en Richmond, Virginia, Wolfe podría considerarse parte del mobiliario urbano de Nueva York, ciudad donde residió desde 1962, al entrar a trabajar en el "New York Herald Tribune", diario donde forjó un nombre en el periodismo literario y la novela periodística.

El escritor insistía en que la única manera de contar una buena historia era salir a reportearla, cultivando para ello una libertad siempre apoyada por Clay Felker, director de ese diario, quien siempre animó a sus reporteros a ir más allá del periodismo objetivo. Fue entonces cuando Wolf, junto con autores como Truman Capote o Gay Talese, contribuyó a la creación de un estilo híbrido que rompía con las formas convencionales de narrar una noticia. Denominado Nuevo Periodismo, esta corriente buscaba contar la realidad desde la riqueza de la literatura, con técnicas narrativas propias de la ficción, pero siempre respetando el rigor de los hechos.

Wolfe escribió sobre Muhammad Ali bebiendo con él en un club nocturno (el campeón escapa para no pagar la cuenta), y siguió al grupo de hippies Merry Pranksters describiendo la naturaleza de sus viajes en LSD y metanfetaminas sin haber necesitado consumirlos, como él mismo advertía.

Al escribir sus furiosas crónicas sobre la cultura pop, abordando temas como el poder, el racismo, la corrupción y el sexo, Wolfe se granjeó fama de autor progresista. Dos décadas más tarde, aquel mismo público decidió considerarlo un conservador al desenmascarar la impostura intelectual de la izquierda de su país.

En efecto, en revistas como "The New Yorker", "Esquire" o "Harper's Bazaar", lo que Wolfe hizo fue escribir contra la corrección política (definido por él como “marxismo desinfectado”) y reivindicar el realismo como estética, tal como lo hicieron Honoré de Balzac y Émile Zola en la Francia del siglo XIX. Conocido por sus ingeniosas frases, Wolfe acuñó expresiones tan memorables como 'radical chic' para aludir a la fascinación de los ricos liberales con los revolucionarios, así como la 'Generación Yo' para definir a los 'baby boomers' egocéntricos de los años 70.

Asimismo, Wolfe ridiculizó la renuencia de sus colegas escritores de confrontar problemas sociales y advirtió que tanto el ensimismamiento personal como los cenáculos académicos matarían la novela. Le asombraba que ningún autor de su generación hubiese escrito una novela realista de gran envergadura sobre Nueva York, y terminó haciéndolo él mismo en su ambiciosa "La hoguera de las vanidades".

"Demasiado literario para los periodistas y demasiado periodista para los literatos", apunta el escritor mexicano Antonio Ortuño en su cuenta de Facebook. En efecto, Wolfe fue tanto un advenedizo literario que desdeñaba la percibida formalidad del 'establishment' editorial como un caballero tradicional que estudió en las mejores escuelas. Más allá de cualquier etiqueta, lo suyo fue el más lúcido inconformismo.

Portadas de libros de Tom Wolfe. (Fuente: Difusión)
Portadas de libros de Tom Wolfe. (Fuente: Difusión)

LOS LIBROS IMPRESCINDIBLES DE TOM WOLFE

1. Ponche de ácido lisérgico (1968)
Un viaje lisérgico con escritores como Ken Kesey y su movimiento hippie Merry Pranksters. Eso sí, Wolfe juraba nunca haber consumido LSD.

2. El nuevo periodismo ( 1973 )
A mediados de los años 60, el llamado Nuevo Periodismo se erigía como el género literario más rico de la época. En su ensayo, Wolfe reivindica la gran novela realista del siglo XIX.

3. La palabra pintada ( 1975 )
Una pequeña provocadora historia del arte moderno. Wolfe afirma que en su errático desarrollo terminó convirtiéndose en una parodia de sí mismo.

4. La hoguera de las vanidades ( 1987 )
Un codicioso banquero de Wall Street atropella a un afroamericano en el Bronx. Así comienza su célebre primera novela, una sátira de los excesos de los años 80.

5. Todo un hombre ( 1998 )
Wolfe investiga los enormes contrastes de Atlanta: conflictos raciales, corrupción política y una fiesta de ostentación y sexo. La gran urbe sureña en toda su descomposición. Wolfe y su característico traje blanco. Nadie como él supo describir la cultura pop y el narcisismo de la sociedad estadounidense.

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