"La épica daña a toda sociedad democrática"
"La épica daña a toda sociedad democrática"
Enrique Planas

Imagínese ser detenido, no importa la causa. Ser llevado a un centro de detención para ser interrogado "técnicamente", es decir, sometido a torturas. O imagine ser víctima de un atentado terrorista de Sendero Luminoso. Que una explosión lo mutile o termine su vida en segundos. Si lo que queda de su cuerpo ya no reviste valor, se buscará una fosa donde quizás nadie lo encuentre, o quizás sí. Acabará convertido en polvo o permanecerán algunos restos. Para sus familiares, esos pedacitos orgánicos constituyen, básicamente, la memoria. O, según , la parte vulgar, aunque concentrada, de la misma.

En "Persona", su más reciente libro, el escritor e historiador expone los restos de las víctimas de la violencia vivida en el país sin poetizarlos, desde su modesta destrucción, con la lucidez de quien encuentra nuevos sentidos a historias tantas veces relatadas. El suyo es un libro sobre el continuo abuso del poder sobre los cuerpos y sobre qué hacer ante el dolor de los demás.

—En "Los rendidos" usaste en tu testimonio tus recuerdos familiares y la historia de tus padres, miembros de Sendero Luminoso. En "Persona" abordas el mismo tema, pero de una forma muy distinta...
Quería salir de la comodidad que me da hablar desde los estudios de la memoria. Tenía la necesidad de cuestionar construcciones de las que un libro como "Los rendidos" forma parte. Al final, se trata de trampas optimistas para preguntas más complejas. Ahora, para escribir "Persona" no tenía clara la ruta. Di muchas vueltas. Me alimenté muchísimo de las conversaciones sostenidas en los últimos dos años.

—En tu libro, los restos humanos son la base de toda memoria. Y también la fuente de consuelo...
Un elemento para aproximarnos a nuestra relación con la violencia pasada es la búsqueda de consuelo. En el libro hay mapas que sugieren que hay una geografía sobre la cual podemos dejar vestigios. Pero hay otros mapas, más humanos, diseñados por la antropología forense. Un odontograma, por ejemplo, es un manual de instrucciones para armar un cuerpo, cuando aparece, y quizás podemos consolarnos con ello.

—Muchas reflexiones en "Persona" tienen que ver con los fríos reportes forenses. ¿Por qué?
Tiene que ver con una sistemática negación del proyecto del yo de la modernidad. El yo que funda la dignidad desde los tiempos de la Ilustración y que sustenta todos los principios éticos sobre los que fundamos nuestras relaciones. Ello presupone que el sujeto va a durar un tiempo suficientemente estable como para fundar algo (tradiciones, costumbres, reflexiones), y aún pensamos que eso es así. Pero el siglo XX ha demostrado que el cuerpo no dura lo suficiente para fundar nada. El sujeto que se fundó con la modernidad está lleno de incertidumbre a causa del permanente ejercicio de la violencia. Podemos consolarnos pensando que pasamos por el mundo dejando restos, ¿pero quién los junta y para qué?

"La épica daña a toda sociedad democrática"
"La épica daña a toda sociedad democrática"

—Buena parte de la violencia ejercida por Sendero se sustentó en discursos épicos. ¿Por qué el género de la épica justifica la violencia?
Toda épica es una apropiación romántica. Es teleológica. Siempre está contada como si sus protagonistas estuvieran predestinados. De allí nace la idea del mártir, de la leyenda, del mito fundacional. Puede que estéticamente podamos conectarnos con ellas. ¿Quién no quiere participar de algo grandioso, que vale la pena? Pero en verdad, la épica daña toda sociedad que busca ser democrática. ¡No necesitamos épicas! Necesitamos relaciones sociales igualitarias, redistributivas, con libertades ampliadas que aterricen en nuestra vida política. La épica es todo lo contrario: es un abuso no solo de la representación sino del pensamiento.

—¿Qué opinas de la idea del héroe, que fascina tanto en los relatos históricos oficiales como en los de Sendero?
Recuerdo cierta discusión entre colegas para reemplazar los héroes militares por héroes civiles, pensando que es mucho mejor colocar en un lugar de privilegio a hombres y mujeres del pueblo en lugar de aquellos privilegiados por el canon histórico. Pero el asunto no es cambiar un héroe por otro. Reconocer al ciudadano ejemplar es una cosa, pero la idea del héroe presupone un discurso épico, martirológico, un tipo de narración que a los historiadores nos enseñaron dejar atrás hace mucho. Ese relato de la historia nos deja afuera, y aun más a las mujeres, pues todo discurso heroico es machista y patriarcal.

—Un ejemplo de esa épica que tergiversa la historia lo apuntas en el capítulo dedicado a las muertes en El Frontón...
Sendero Luminoso, desde 1986, se apropió de la historia de El Frontón. Allí encontraron mucha épica y material para la romantización: héroes, resistencia feroz, muerte. Desde entonces, Sendero produjo cómics, testimonios, libros, poemas, videos, hasta llegar a la construcción de un mausoleo.

—Y con ello el escándalo.
La gente se escandaliza porque, lamentablemente, no hemos sido serios en el seguimiento de la actividad cultural de Sendero Luminoso, algo constante, consecuente y coherente a lo largo de los últimos 30 años. El mausoleo es la consolidación racional de un proceso. Luego de ser entregados los cuerpos, quienes los consideran les construirán una cripta para guardarlos. Es más, formarán parte de su efeméride principal, "El día de la heroicidad". Los que murieron en El Frontón son considerados mártires, y sus hijos, como hijos de mártires, reciben un trato privilegiado. Son una casta. Hay quienes aceptan eso y quienes lo rechazamos. Solo por ser hijos de alguien que murió en esa pobre isla tienen la palabra en las ceremonias relevantes de Sendero, con ningún mérito más allá del genético. En la construcción de la épica senderista, de sus héroes y mártires, no solo hay una tradición negacionista, sino la extensión de su profundo carácter insensible, un uso extremo de la memoria y de sus restos. Es un abuso indigno.

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