Ezio Neyra, director institucional de la Biblioteca Nacional del Perú en las instalaciones de la antigua Biblioteca Nacional, en la avenida Abancay. Foto: Rolly Reyna para El Comercio.
Ezio Neyra, director institucional de la Biblioteca Nacional del Perú en las instalaciones de la antigua Biblioteca Nacional, en la avenida Abancay. Foto: Rolly Reyna para El Comercio.
Ricardo Hinojosa Lizárraga

Convencido sin duda el gobierno español de que la ignorancia es la columna más firme del despotismo, puso las más fuertes trabas a la ilustración del americano, manteniendo su pensamiento encadenado para impedir que adquiriese el conocimiento de su dignidad”. Era el 29 de agosto de 1821. Las palabras fueron del libertador José de San Martín. Convencido de que la ignorancia fue una de las grandes responsables de que la independencia no tuviera éxito antes, decidió instituir la Biblioteca Nacional del Perú “Penetrado del influjo que las letras y las ciencias ejercen sobre la prosperidad de un Estado”, como salió publicado aquel invierno en la Gaceta del Gobierno de Lima. Nuestro país tenía poco más de un mes de haber iniciado sus días como República y ya tenía dónde leer los libros que, en el futuro, contarían esa y otras historias. Han pasado poco más de 199 años y podríamos decir que aún hay mucho por hacer.

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Pronto se celebrará el Bicentenario del país y también los 200 años de la BNP. En sus orígenes, cuando uno lee el edicto con el que se creó, uno se da cuenta de que en sus inicios la biblioteca pública estaba en el corazón de la República –nos dice Ezio Neyra-. Era la institución que verdaderamente debía proteger la igualdad, la libertad, la justicia. 200 años más tarde no estamos ahí, claramente.” Y sostiene su autocrítica: “Las bibliotecas públicas están relegadas. Nuestras autoridades no les han prestado atención, han descuidado las bibliotecas. El Estado peruano tiene una deuda hacia sus ciudadanos en términos de infraestructura bibliotecaria. Entonces, yo espero -y ojalá sea así- que estos 200 años de vida republicana que cumpliremos pronto le puedan dar un nuevo impulso a las bibliotecas públicas, y nos vuelva a reunir alrededor de esa misma idea, de que son inversiones que pueden hacer diferentes autoridades en el país, que puede hacer el estado peruano, y que van a lograr una verdadera revolución a nivel cultural, de acceso de la información, de la educación, convirtiéndose en motores de desarrollo de la comunidad a la que atienden”.

Precisamente porque es consciente de eso, la institución que dirige ha acelerado su proceso de modernización antes de su segundo centenario, en medio de las circunstancias que pusieron al mundo en cuarentena. Hay más de 30 proyectos con cuatro ejes estratégicos: mejoras en infraestructura y servicios, implementación del Sistema Nacional de Bibliotecas, acceso a la información y modernización de procesos bibliotecológicos. La inversión en estos proyectos alcanza los 90 millones de soles.

Una de las claves de esa transformación es lo que llaman “multimodalidad”, lo que quiere decir que los servicios y la programación cultural de la BNP está a disposición de los usuarios a través de tres distintos medios: virtual, presencial y remoto, que alude al usuario conectado a través del teléfono, al que se le puede atender y solucionar inquietudes a pesar de que no pueda acercarse a alguna de las sedes o no tenga acceso o dominio del Internet. Los 40 mil nuevos usuarios que ha sumado la BNP y los 67 mil préstamos y/o descargas que se han realizado en estos últimos meses, han demostrado que la biblioteca pública sigue siendo un lugar pertinente, incluso, en medio de un estado de emergencia como el que seguimos viviendo.

El balance ha sido verdaderamente positivo, a pesar de todo. Nos dimos cuenta rápidamente de cuántos usuarios potenciales no habíamos sido capaces de atender”, dice Neyra. “Un servicio como Aló BNP ha ido haciendo que estemos más presentes a nivel nacional, y con alcance para peruanos en otras partes del mundo. Eso ha sido muy emocionante, porque hemos llegado a usuarios a los que antes costaba mucho hacerlo.” La autoridad confirma, además, que más allá de que vuelva la normalidad o lleguen pronto las vacunas, van a seguir en este camino. “Creo que siempre hay que seguir apuntando en esas tres direcciones. Todo lo que se ha avanzado en la transformación virtual hay que continuarlo. Fortalecer lo presencial, potenciar lo virtual y mantener los canales remotos”.

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Luchan libros

La modernización que afronta la BNP no incluye solo los esfuerzos digitales o virtuales, sino también importantes mejoras en su propia infraestructura que harán más eficientes los servicios que se brindan a la ciudadanía. En ese sentido, es clave el proyecto de la Gran Biblioteca Pública de Lima (GBPL), que tomará 3 años y que incluye una transformación casi total del interior de la antigua sede de la avenida Abancay. Las obras, que se realizarán con una inversión de S/45 millones, se iniciarán en el 2021 y durarán hasta el 2023. “Esto incluirá remodelación de espacios, de salas, nuevo mobiliario, reordenamiento, cambio de pisos, luminarias, ventilación, tecnología. Es un proyecto muy ambicioso. Históricamente, muchos directores de la BNP pidieron presupuesto para lograr su remodelación y o se había conseguido”, sostiene Neyra.

Además de los trabajos en la sede de la Avenida Abancay, se han iniciado remodelaciones integrales en las Estaciones de Biblioteca Pública (EBP) ubicadas en cinco distritos de la capital. Esto se empezó a completar con la entrega de la nueva EBP en El Agustino, hace tres semanas. La suma de las cinco obras tendrá una inversión aproximada de S/500 mil y concluirán en el 2022. También se harán significativas mejores en la sede de San Borja, reorganizarán espacios para la atención al público e invertirán en el procesamiento del material bibliográfico documental. Se hará, además, la actualización de la infraestructura tecnológica. Ese proyecto se inició este año y finalizará en el 2022, con una inversión de S/20 millones.

Nuestra idea es diversificarnos para llegar con nuestros servicios y programación a todas las edades, desarrollar contenidos en otras lenguas peruanas que no sean el castellano y trabajar un plan de segmentación de públicos a través de diferentes redes”, sostiene Neyra. Asegura que el 2021 toda la programación cultural de la BNP estará disponible en redes como Spotify, YouTube, iVoox, Facebook o Instagram, ya que cuentan con canales que permiten la reproducción y recuperación de estos archivos en cualquier momento.

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Perú, ¿país de lectores?

Para Neyra, la presencia del público en la biblioteca, que en este momento empieza a darse nuevamente, con menos aforo y con todas las medidas de seguridad que exige la pandemia, no permite solo el acceso a información o cultura, sino facilita que la biblioteca cumpla su rol social, como un espacio que permite el diálogo, la interacción o la creación de una identidad compartida. “las bibliotecas deberían ser útiles como espacios de contención emocional en medio de una catástrofe”, agrega el también autor de Tsunami o Pasajero en La Habana.

Sin embargo, en medio de estos anuncios, una pregunta se hace pertinente. ¿Cómo convertir al Perú en un país de lectores, considerando que los últimos estudios revelaron que, en promedio, los peruanos leen menos de un libro al año? “La respuesta no es tan difícil –dice Neyra-, lo complicado es hacer que esa respuesta se haga realidad, porque lo que necesitamos para hacerlo es, principalmente, un Estado que se la juegue por estos temas. Uno que realmente se comprometa con hacer del suyo un país de lectores. Es necesario un gran pacto social en favor de las bibliotecas públicas, entendidas no solo como lugares que resguardan libros o que permiten procesos educativos o académicos, sino como infraestructura social, como verdaderos motores de desarrollo para las comunidades que atienden. Y esto solo puede pasar si nuestras autoridades, a todo nivel, apuestan por su biblioteca, porque la legislación le da la responsabilidad de creación y sostenimiento a cada uno de los gobiernos locales”.

Para Neyra, es lo que la actual Ley del libro propone: una mirada de ecosistema, en la que es necesario fortalecer bibliotecas públicas, librerías, editoriales, autores, fomento de lectura, fondos “concursables” e instancias de articulación a nivel nacional. “Para eso, repito, necesitas la gran voluntad política, el pacto social por hacer del Perú un país de lectores. Sin eso, cualquier esfuerzo será aislado”. Al mismo tiempo, Neyra invocó a los interesados en una biblioteca en cualquier lugar del Perú, a que se unan y les exijan la adecuada instalación de una a sus autoridades, porque es su obligación. “Tenemos que pensar más maneras en las que se pueda acceder a la cultura, los libros e información de manera gratuita. Eso es responsabilidad de la BNP”, agregó.

Ideas positivas en este sentido, son el préstamo de libros por delivery –sin ningún costo, los audiolibros para personas con discapacidad auditiva o las lecturas de libros por teléfono a adultos mayores, gracias a un equipo de cerca de 90 voluntarios que han atendido unas 1300 llamadas entre junio y diciembre.

Un punto importante en el aporte de la BNP a las bibliotecas públicas en otros lugares del país es la Estrategia de Implementación del Sistema Nacional de Bibliotecas, que les va a permitir tener más clara la ruta a seguir en un horizonte de 10 años, hasta el 2030. “Para ejercer una labor más activa y de incidencia en las autoridades, se van a destacar a cinco funcionarios de la BNP que van a trabajar en cinco distintos puntos del país desde el verano 2021. La meta es cubrir el resto del país a lo largo del año”, dice Neyra. Además, aumentarán la adquisición de libros para otras bibliotecas públicas y capacitarán en la formación de bibliotecarios. Cuando el mundo no ofrece respuestas en tiempos confusos, siempre podremos encontrarlas en los libros.

Facilitarles todos los medios de acrecentar el caudal de sus luces, y fomentar su civilización por medio de establecimientos útiles, es el deber de toda administración ilustrada. Las almas reciben entonces nuevo temple, toma vuelo el ingenio, nacen las ciencias, disípanse las preocupaciones… “, agregó San Martín al momento de crear la Biblioteca Nacional del Perú, aquel lejano agosto de 1821. 199 años después, sus palabras siguen estando vigentes.

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¿Qué debería lograr la BNP en el corto plazo?

Opinan los entendidos

María Fernanda Castillo (Gerente editorial del Grupo Planeta Perú)

Creo que lo que se debería lograr, antes que nada, es que la gente sepa, se entere y se sienta con posibilidades de poder disfrutar de las actividades y servicios de la BNP. Siento que hoy la ciudadanía no está al tanto y no se siente respaldada ni representada por esta institución. Estoy segura de que es muy poca gente la que conoce lo que ofrece, y sería de gran valor hacer muy visible su aporte. Creo que estamos en los primeros escalones. Hay que dar a conocer y comenzar a compartir a la BNP como un beneficio para los peruanos. Lo que toca ahora es convocar, invitar, participar, difundir, evangelizar sobre lo que hace. La tecnología no es suficiente si no hay una adecuada difusión.

Javier Arévalo (Escritor, periodista, editor y promotor de la lectura)

La BNP ha sido un estorbo para el poder político. Lo que se trata no es de llevarla a la peluquería. La respuesta que debe dar es para cuándo los ciudadanos tendremos acceso a un sistema de bibliotecas públicas donde ejerzamos nuestro derecho a leer. La BNP apenas si se mira como un depósito de libros. Y esa es su tarea fundamental: proteger el acervo peruano. ¿Meterá más computadoras y pintará la fachada? Sus funcionarios no están hoy a la altura de lo que demanda el país. Carecen absolutamente de toda visión y compromiso.

Jerónimo Pimentel (Director general en Penguin Random House Perú)

La Biblioteca Nacional debería ser una institución que organice la red de bibliotecas y centros de lectura cuya responsabilidad anda dispersa entre distritos y voluntarismos públicos y privados. Para ello se necesita infraestructura, claro, pero también una visión: las bibliotecas no son depósitos de libros a la espera de lectores, son centros culturales vivos que facilitan el acceso cultural a la ciudadanía. Para ello se necesita inversión, articulación y sostenimiento.

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